No sé en que momento mi compañera de habitación dejó de juntarse con sus antiguas amigas y comenzó a juntarse conmigo, no es que me moleste pero es medio extraño. Antes comía siempre sola o con algún compañero de mi carrera y ahora como todos los días con ella, es medio extraño.
– ¿Te molesto?
– No, ¿por qué?
– Porque a lo mejor tienes amigos y yo estoy aquí importunandote.
– No te amigos.- le sonrío para que no se preocupe.
Juntas nos sentamos en una de las mesas libres. A veces me gustaría ser un poco menos atractiva, que mamá y papá no me hubiesen dado su belleza, no soy ciega para no ver que soy guapa, pero si fuese un poco menos quizás tendría menos problemas con hombres estúpidos o a lo mejor no. Ahora que lo pienso mejor, no, la belleza no tiene que ver, en general todas las mujeres sufrimos de esto, lo que es un verdadero asco. Estoy harta de que muchos hombres no entiendan lo que es un no. Antes ya me había tocado rechazar a algunos, pero es que hay uno de la carrera de Anne que lleva dos semanas detrás de mi e insistiéndome en ir a una cita y da igual cuanto le diga que no quiero, no me deja y ahora se ha sentado con nosotras.
– Edgar, creo que Andrómeda ya te ha rechazado varias veces, no entendiste a la primera que no le interesas.- me quedo callada, ella es mucho más directa que yo.
– Anne, las mujeres soy difíciles.- le guiña un ojo.- Bueno, tú no mucho por lo que he oido.
Me levanto de golpe al ver la cara de Anne y sin ser totalmente consciente levanto mi mano y golpea su cara.
– No me interesas una mierda.- retrocede.- Espero que te haya quedado claro.- él asiente.- Y no vuelvas a insultar a Anne, puede que yo no sepa como pelear…
– Pero yo si.- él se gira y me deja ver a Biel.- ¿Sabes quien soy verdad?- él asiente varias veces.
– Biel O’Connor.- su voz tiembla.
– Correcto.- le sonríe sin gracia.- De seguro has escuchado algunas cosas de mí.- él vuelve asentir.
Mi primo no es agresivo, al menos no físicamente pero verbalmente puede ser muy hiriente y si debe defenderse a los golpes pues lo hace. En su primer año consiguió echar a un profesor que acosaba a las alumnas. En un principio solo hubo intercambio de insultos por parte de ambos, luego el profesor decidió que como ya no tenía un trabajo que perder era buena idea enfrentarse a un chico que media metro noventa y tres y que practicaba kick boxing en sus tiempos libres. El resultado de la pelea fue bastante gracioso, mi primo sin ningún rasguño y el profesor con varios golpes que luego se tornaron en morado, eso si, no le rompió nada. Creo que esa es la historia más sonada de Biel, aunque más, mi primo siempre ha sido un defensor de las minorías.
– Bueno, algunas serán solo exageraciones y otras serán verdad.- se ríe.- Lo que si que es cierto es que ella es mi prima pequeña, y la voy a defender de imbéciles como tú.- dice completamente serio.- Y también defenderé a su amiga, así que más te vale llevar cuidado y alejarte de ambas, ¿entendiste o necesitas que te lo repita más despacio?
– Lo entendí.
– ¿Qué haces que no te has ido ya?- Edgar desaparece en cuestión de unos segundos.
Biel me da un beso en la mejilla, saluda a Anne y luego se sienta a mi lado. Estoy confusa, no sabía que mi primo vendría, no entiendo que hace aquí, debería estar… yo que sé, haciendo problemas matemáticos o algo por el estilo. La verdad es que no sé muy bien a lo que se dedica Biel y tampoco sé si quiero o si entendería de que se trata.
– ¿Qué haces por aquí?
– Voy a visitar a tu madre, la noté nerviosa el otro día cuando hablé con ella.
– Está nerviosa con todo el tema de Alfred.- él asiente.- Mi universidad está a más de media hora en coche.
– Lo sé, pero me pillaba de paso.- me sonrío.- Y así te hago una visita rápida.
– Me alegra verte bien.
– A mi también, ¿Cómo está Einar?
– Cansado de la silla de ruedas pero avanzando en sus dos tratamientos.- él asiente.
– ¿En tu familia hay gente fea?- ambos nos giramos a ver a Anne. Nos mira confusa y con molestia fingida.- Estoy segura de que sois la familia más apuesta de Alemania.
– Y muy seguramente la más rica.- le guiña un ojo.- Y respondiendo, no creo que haya algún feo en la familia, y si lo hay no lo conozco.- se ríe.
– Yo tampoco.
– ¡Qué envidia!- se ríe.- Soy Anne.
– Encantado de conocerte.- Biel es sonriente y serio, es algo raro.- ¿Y Candela como está?
– Sorprendentemente bien.- sonrío.- Parece que estos meses de verano lejos de Alemania le han servido.
– ¿Sabe que Ren ya no está aquí?- asiento.- Bien, parece que las amenazas de tu madre funcionaron.
– Las amenazas de mi madre hacen que hasta el más valiente salga corriendo, lo sabes bien.- él asiente antes de sonreír.
– Sé que ha sido poquito tiempo, pero tengo que irme.- hace una mueca de disgusto.
– Me ha gustado verte, aunque haya sido poquito.- le sonrío y dejo un beso en su mejilla.- lleva cuidado en el viaje hasta mi casa.
– Lleva tu también cuidado.- se levanta y se despide de Anne.
Biel pasa por al lado de la mesa en la que está Edgar, para dejarle bien claro que su amenaza de antes va muy enserio y debe llevar mucho cuidado en como se dirige a mi y como me trata. En sencillas palabras, que se mantenga bien alejado de mí sino quiere acabar mal. No soy partidaria de las amenazad ni de los golpes, pero algunas veces parece ser la solución.
Es triste que Edgar no haya hecho caso a ninguna de las veces que le dije que no, que se alejase pero que en cambio si le haga caso a mi primo. A veces me siento como una puñetera posesión. Se ven que tienes “dueño” te dejan en paz, sino siguen y siguen insistiendo, acosando. Algunos hombres me dan asco, mucho.
– Tengo que ir a hacer un trabajo, ¿vuelves sola a la residencia?
– Si, no te preocupes.- le sonrío.