Moonlight

Capítulo 30

Todos esperamos en la sala del hospital, incluso el sobrino de Eddi y Candela están aquí. Andrómeda está dentro aunque a penas tiene heridas, si una leve desnutrición pero nada más, aún así por su estado mental han decidido mantenerla sola a cuidado de un médico mientras que Eleanor está siendo operada.

No nos han dejado verlas, solo nos han informado de que antes de que la policía llegase al lugar que la nieta de Alfred había señalado como posible lugar del secuestro, Alfred había disparo a Eleanor. Nos dijeron que creen que Eleanor protegió a Eda y que realmente la bala iba par ella y no para su madre.

Yo…- todos nos giramos al escuchar a Candela.- Voy a portarme mejor, no voy a volver a desobedecer a mamá, solo quiero que viva.

Cande… eso da igual, tu madre te ama le hagas o no caso.- se acerca su tía a ella.- Vuestra madre os ama.- sonríe medio triste.

Las puertas se abren y sale Andrómeda junto con un médico, ella ni me mira cuando corre a los brazos de su padre y comienza a llorar, sus sollozos descontrolados encoje mi corazón. Debe de haber sido una pesadilla el tiempo que ha pasado secustrada.

Ella, papi, mami hizo un trato para que no me hiciesen daño.- solloza con dolor.- La golpearon mucho papá, mucho, ella gritaba pero siempre aguantaba el dolor.

Tu madre siempre se sacrificará por ustedes.- dice mi madre desde su sitio.- Doctor, ¿sabe algo de la señora Emmerson?

No mucho, siguen operándola.- se encoje de hombros.- Es una operación larga así que no sabrán de ella en bastante.

Él se marcha y vuelve a dejarnos en la sala, hay varias personas en urgencia, todos aquí conocen a la familia de Andrómeda no solo por las noticias. Hay mucha gente que está aquí a la espera de saber que ocurre con ella, ha sido un mes intento en el que las han buscado por todas partes y es un verdadero alivio que al menos una de ellas haya salido ilesa físicamente porque mentalmente tiene que ser un completo desastre.

Papi, yo… tengo que ir a un psicólogo, cada vez que cierro los ojos escucho los gritos de dolor de mamá.

Irás princesa.- la abraza con fuerza.

Puedo ver que está aliviado de tener a su hija en brazos, sin embargo su mirada sigue teñida de dolor y preocupación. Él necesita a su esposa tanto como lo hacen sus hijos, me encantaría tener una relación como tienen ellos, es un amor tan profundo y sincero que se encuentra muy pocas veces. Sé que mis padres se aman, sé que mi hermana y mi cuñado se aman pero no es nada parecido a lo de ellos, y quizás se deba a todo lo que han tenido que pasar juntos.

Rafael, el esposo del abuelo de Eleanor, sale por las mismas puertas por las que hace unos minutos ha salido Andrómeda. Él está de servicio pero por obvia razones no lo han dejado operar a Eleanor, sé que peleó por hacerlo porque es el médico de la familia pero no lo han dejado, ni siquiera su esposo lo ha dejado.

Alfred acaba de morir en quirófano.

Tendría que vivir para sufrir en la cárcel.- se cruza de brazos Einar.

Es sorprendente escuchar al menos de los hermanos, desde que recibimos la llamada de que debíamos ir al hospital no ha dicho ni una sola palabra. Lo he visto llorar en silencio, preocupado por su hermana y su madre pero no había hablado hasta este momento.

Muerto ya no le hace daño a nadie.- contesta mi hermana con asco.

Ya, pero no sufre como lo hicieron mi hermana y mi madre.- veo el dolor de Einar.- Mi madre lucha por su vida por culpa de ese hombre, debería de sufrir más.- dice con un profundo odio.

Bueno, puede que en eso tengas razón.- mi hermana me busca con la mirada, intentando traquilizarse.- Siento si lo que dije estuvo fuera de lugar.

No lo estuvo.- habla Andrómeda.- Yo también estoy aliviada de que ya no siga aquí.- habla medio ahogada.- Solo quiero que mi madre esté bien.

Ella es una guerrera.- hablo sin saber mucho.

Las horas pasan, la cirug

ía ya ha pasado las seis horas, nadie sale y nadie nos informa de nada. Solo nos dijeron que la bala ya estaba fuera y que debían hacerle una transfusión de sangre, sangre que de hecho tuvo que donar su hermano.

Familia de Eleanor Emmerson.- todos nos levantamos.- Ella está estable.- nos sonríe.- La bala no tocó nada importante, se desmayó por el dolor y el esfuerzo.- todos suspiramos aliviados.- Tuvimos, prácticamente, que reconstruir toda su mano derecha, no sabemos si habrá perdido sensibilidad en ella, los huesos de sus dedos habían sido rotos en demasiados sitios y su brazo estaba destrozado casi por completo.

¿Y su corazón?

Bien, me preocupa la delgadez extrema que presenta, siendo una mujer de más de metro setenta pesa a penas treinta y seis kilogramos, debemos hacer algo para que recupere peso rápidamente.

Haremos lo que nos digan.

Alguien con más conocimientos en esto que yo los guiará, ella – señala a Andrómeda.- también tiene que subir de peso pero no tanto como su madre.- suspira.- Creo que está de más decirlo, pero recomiendo tratamiento psicológico para ambas.- mira a su padre.- Pero no las internes, no creo que ellas puedan permanecer encerradas sin tener más problemas.

Gracias por la recomendación.

¿Cuándo podremos pasar a ver a mamá?

¿Candela? Me alegra verte tan bien.- ella sonríe medio incómoda a lo que le dice el médico.- Bueno, podrán verla mañana, ahora ella necesita descansar. Solo pueden quedarse sus hijos y su marido, el resto deben marcharse.- nadie se opone y él se va.




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