Moonlight Serenade

Habrá unos cambios...(There'll be some changes made) Segunda parte

Los días siguientes fueron igual que el primero, en la mañana Maia practicaba con sus compañeros hasta que le tocaba su turno y en la tarde regresaba al salón para seguir practicando, era la única alumna que iba, pero con el paso de los días comenzó a sentirse un  poco más cómoda, pesar de esto de vez en cuando Maia seguía deseando que alguno de sus compañeros llegará. 

A mitad de la semana terminaron de ver los dos libros, ya que él presionaba tanto a la chica que hizo que avanzara demasiado rápido. Cuando acabó la asesoría de ese día fue que él le dijo:

—Vas bien, no te preocupes. En realidad vas avanzando y te has estado esforzando—lo dijo con un tono un poco plano que para cualquier persona externa que fuera la primera vez que lo escuchaba pensaría que no estaba animando a la chica, pero ya que era lo más alentador que le había dicho a Maia desde el comienzo de las clases  eso extrañamente la motivaba.

—Gracias—le contestó ella.

—Sigue así—Le dijo el chico mientras le daba unos golpecitos en el hombro mientras le sonreía en forma de ánimo. Cuando hizo este pequeño gesto Maia sintió como si una especie de energía eléctrica hubiera pasado por las manos de él y hubiera entrado en su cuerpo haciendo que su corazón comenzara a latir rápido.

Esa sensación se le quedó un rato incluso cuando ya iba caminando hacia su dormitorio. Estaba tan absorta en ese recuerdo que se sorprendió cuando alguien la sacó de sus pensamientos al tocarle el hombro para llamar su atención, volteo del lado en que la habían llamado pero no vio a nadie fue cuando volteo al otro lado que vio que era Andrew, quien le estaba sonriendo.

—Buu —le dijo con un tono bromista.

—Que chistoso— dijo ella con sarcasmo mientras intentaba calmarse

—¿Qué te asuste? Así has de tener la conciencia.

—Claro que no, sólo estaba un poco distraída, ¿Ibas a salir?— le preguntó para cambiar de tema, ya que se lo había encontrado en la entrada a los dormitorios.

—Si, iba a la tienda por unas cosas, ¿quieres ir? — le preguntó él.

—Si, vamos te acompaño que debo de descansar de la música—mintió ya que lo único que quería era distraerse y no empezar a realizar conjeturas que luego la iba a sacar de su zona de calma. Ambos chicos se dirigieron hacia la tienda, mientras platicaban.

—¿Y cómo vas con tu maestro?—preguntó el muchacho a Maia.

—Bien, sólo que nos está presionando mucho, con sólo pocos días ya estoy cansada y harta, ¿ustedes no los están presionando para lo del solo?

—Claro que sí, pero no tanto como a ustedes, como puedo ver. Mi compañero de cuarto que es Alek quien va contigo en trompeta, esta igual. ¿Pero no entiendo por qué?

—Pues nos dijo el maestro que va hacer audiciones a cada uno de nosotros para ver quién se queda con el solo. A parte que decidió cambiar el estilo de la clase a un formato más individual.

—¿En serio? En nuestro caso no, el maestro en realidad escogió a algunos de nosotros quienes considera los más viables para hacer el solo, siendo nada más unos cuantos quienes compiten.

—¿Qué? ¿Y eso es con todos los grupos o sólo contigo? —preguntó Maia

— No sé, pero creo que la mayoría estamos así.

—Entonces nos engañó —dijo ella en voz alta, ya que sabía que definitivamente ella no tendría que competir por ese solo— ¿Y tú estás entre los que van a competir por el solo? – le preguntó la chica.

— Puede ser, es un secreto— dijo el chico sonriendo. Con solo ese gesto Maia pudo descifrar que definitivamente iba a participar

—¿qué, intentas actuar chic?, eso no te queda— le dijo la chica tras esa contestación

—¿no?, ¿entonces no dio resultado?— preguntó el chico desanimado.

—No, definitivamente no— le dijo Maia, tratando de ser seria, para bajarle un poco los humos, aunque parecía que esto no le afectaba al chico.

Cuando llegaron a la tienda ambos chicos se la pasaron un buen rato intentando escoger un helado que fuera el más parecido al que ambos querían, al final acabaron cada uno con uno de chocolate y se lo comieron sentados afuera en las mesas que había. Al principio ambos no hablaban por estar entretenidos comiendo y disfrutando de la tarde la cual poco a poco iba oscureciendo, pero aun así hacía calor.

—Está rico ¿no?— Le preguntó ella.

—si— le contestó el chico— ¿entonces estás practicando arduamente?

—se podría decir que estoy practicando. ¿Y tú?

—Yo no, no lo necesito— dijo un poco arrogante.

—Es verdad, que estoy enfrente del gran músico de todos los tiempos—bromeó la chica.

—Exacto— le dijo él mientras cambiaba su postura para verse más erguido. Se rieron ambos chicos. Este tipo de conversaciones hacían que Maia se diera cuenta de lo cómoda que se sentía con él, esto hizo que una parte de ella deseara el sentirse así de cómoda con el maestro Choi, a pesar que sabía que nunca pasaría eso.

Se quedaron un rato hablando y después que habían acabado su helado decidieron volver a la academia. De camino allí, siguieron conversando:




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