Moonlight Serenade

Historia de una noche de tormenta (Story Of Stormy Night) Segunda parte

Maia se despertó mientras escupía agua, estaba acostada en la playa mientras dos personas estaban ayudándole. Ambos chicos hablaban entre ellos y decían cosas que la chica no entendía, estaba tan desorientada que no sabía dónde estaba. Su garganta le ardía, empezó a sentirse mareada y fatigada perdiendo de nuevo el conocimiento.

Cuando despertó estaba sobre una colcha en el suelo de una habitación desconocida para ella,  se incorporó mientras repasaba lo qué había pasado, después de unir un poco los recuerdos del mar y de la playa concluyó que tal vez se había ahogado y que alguien la había salvado.

—ya despertaste Maia, ¿te encuentras bien?—escuchó decir a alguien en inglés sorprendiendola, La voz provenía del otro lado de la habitación, Maia se levantó para observar bien a la sombra que estaba sentada en el piso, era un hombre joven quién fue iluminado por un relámpago. El chico se levantó y prendió una lámpara que iluminó la habitación y que ayudó a la chica a descubrir la identidad de esa persona, era el maestro Choi. Ella se quedó atónita ya que no sabía porque él estaba ahí.

— ¿Te sientes mejor, Maia?— le preguntó a ella, quién solo pudo asentir.

—Me alegra haber llegado a tiempo y que estés bien, Maia — le volvió a decir el chico

La chica asintió y no podía decir nada, principalmente porque sentía algo raro en la forma en que hablaba, pero no sabía que era.

—Estamos en casa de unas personas que viven cerca de la playa, Maia— le comenzó a decir el chico— y está lloviendo demasiado fuerte así que nos quedaremos aquí por esta noche.

Volvió a asentir la chica mientras intentaba con todas sus fuerzas entender la razón de porque le molestaba algo cuando él hablaba. De repente, fue como una iluminación, se dio cuenta que lo que la molestaba era la forma en que repetía su nombre al término de cada frase, en eso la respiración de la chica se detuvo, se dio cuenta que él le estaba llamandola por su verdadero nombre.

Fue ahí cuando se dio cuenta que el chico sostenía en su mano el pasaporte de ella, donde venía su verdadera identidad.




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