Moonlight Serenade

Estoy empezando a ver la luz (I'm Beginning...) Primera parte

La emoción y los recuerdos de la salida siguieron en la mente de Maia durante todo el domingo e incluso el lunes, día el cual volvió a ver al maestro durante la clase. Durante las tres horas que duró la lección ensayaron todas las canciones que iban a tocar, al final de la clase todos estaban cansados pero contentos, incluida Maia quien se había dado cuenta de cómo ya podía tocar sin casi errores. Así contenta salió del aula con todos sus compañeros pero de nuevo fue detenida por él maestro quien sólo le avisó que la vería en la parada 15 minutos antes de la hora que siempre se veían, ella asintió y se preparó para su siguiente clase.

Diez minutos antes de la hora que él le había dicho Maia se despidió de sus amigos, con quienes se había reunido para comer, y se dirigió a la parada. En ella estaba él sentado, ella se acercó y lo saludo, el chico le regreso su saludo; se levantó y le dijo:

―Ven. Hoy no vamos al departamento, vamos a otro lado. Sígueme ― ella asintió y lo siguió. Cruzaron al otro lado de la calle a la parada contraria, donde esperaron un camión.

―¿A dónde vamos?―preguntó ella.

―Es una sorpresa, sólo te puedo decir que es un lugar para que puedas practicar mejor. Ya lo verás―dijo el sonriendo.

Antes que pudiera decir algo Maia fue interrumpida con la llegada del autobús. Su viaje no duró mucho y al bajarse de este transporte ella se sorprendió del lugar donde los había dejado ya que era el estacionamiento de un estadio.

―Es aquí ¿donde voy a practicar?―le preguntó incrédula la chica.

―No, es ahí a donde vamos― le dijo él señalándole la colina más cercana. La chica se quedó sorprendida del lugar donde le había dicho, y mientras caminaban hacia esta se preguntaba el cómo la iban a subir. A mitad del camino fue que empezó a visualizar unas escaleras que estaban en forma de zig zag y que atravesaban horizontalmente la colina. Cruzaron todo el estacionamiento y llegaron a un puente donde al cruzarlo estaba el inicio de las escaleras que llevaban a la cima de la colina, a un lado del primer escalón había un letrero que explicaba que era ese lugar y el número de escalones que había para subir, los cuales eran 291. Maia miró hacia arriba para ver todos estos.

―Vamos, no son tantos― le dijo sonriendo el chico mientras la tomaba por los hombros y la dirigió hacia las escaleras. Subieron y subieron, Maia intentó contar cuantos escalones llevaban pero a menos de la mitad perdió la cuenta, fue entonces que notó cómo en algunos escalones tenía el número de escalón, esto en vez de ayudarla provocó que se le hiciera más eterno y pesado la subida.

―Vamos ― le volvía decir el chico quien se había adelantado y estaba enfrente de ella― sólo faltan 200 escalones no es nada.

Ella lo veía con ganas de matarlo, el chico sólo se reía y siguió subiendo, seguido por ella. Después de varios minutos fue que llegaron a la cima en donde encontraron unas bancas donde se sentaron para tomar aire y respirar. En ese momento ya arriba fue que Maia se dió cuenta de la razón por la que la había llevado ahí, ya que tenía una hermosa vista de la ciudad y del río. Maia volteo también a ver el parque el cual en realidad era como un camino que rodeaba la colina y lo demás era bosque. El lugar estaba muy tranquilo ya que no veía a nadie más a parte de ellos.

Él se sentó a su lado, ambos se quedaron callados disfrutando de la vista y del silencio, sintiendo como el aire sacudía las hojas de los árboles. Después de un gran tiempo pensó en su prima y como le hubiera gustado ese lugar, fue que pensó en sacar su teléfono y tomar una foto

―¿Quieres qué te tomé una foto? ―le preguntó él.

―mmm bueno― dijo ella dándole su teléfono y levantándose para que se viera todo la vista de atrás.

―Bien, di kimchi.―dijo él.

―¿Qué?― preguntó ella sin entender por lo cual tomó la foto mientras se movía,

― Déjame tomarte otra que saliste movida― le dijo él, ella asintió y volvió a posar sonriendo, intentando no verse incómoda, ya que así se sentía.

―ya― le dijo cuando termino y bajo el teléfono para observar cómo había salido, ella acercándose le preguntó:

― ¿Qué tal salí?

― Pues― dijo él con una cara de desagrado. Ella se acercó a ver la foto, estaba en realidad muy bien.

― Sales bien, era broma―dijo él riendo.

― Perdona, es que no creía que tuvieras sentido del humor.

―Aunque no lo parezca lo tengo—aclaró él.

―Si ya lo note, pero entonces ¿para qué venimos aquí?―preguntó la chica curiosamente.

― Para que toques aquí, así que prepara tu instrumento ―le dijo él señalándole su estuche, Maia asintió y comenzó a armarlo. Al terminar de checar el sonido y de calentar un poco el chico le dijo:

―Bien lo que hoy vas a tocar son las partituras del concierto― Maia dudo un poco ya que se acordaba un poco del principio de algunos temas pero no se la sabía de memoria y como no tenía ningún atril donde poner las hojas no supo qué hacer. Fue hasta que él viendo como dudaba le dijo:

―Dame tus partituras yo las detendré― la chica asintió y le dio el cuadernillo, él las acomodó para que ella pudiera verlas. Así practicaron todas las canciones del concierto mientras él detenía todas las partituras, al principio se sentía un poco insegura ya que podía escuchar como el sonido del instrumento rompía el silencio que reinaba en ese parque, provocando que le diera un poco de nervios y pena pero pasado unos minutos, y después de repetir la primera canción varias veces, fue que la chica se olvidó de todo su alrededor. Tanto fue su desconocimiento del tiempo y del espacio que le sorprendió cuando una hora después el chico la interrumpió para que descansara.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.