Había pasado un mes y medio desde la llegada de MoonMan a mi vida, su color de piel tomo un ligero bronceado y su cabello creció un poco. Ambos cambiamos con los días, él se vuelve más humano, y yo, con miedo de una despedida no preparada.
El cumplía su palabra, siempre, mi llanto terminaba en su hombro todas las noches perdidas por el dolor, había días donde el medicamento hacia sus efectos y otros donde mi cuerpo no resistía con fuerza, mis sollozos tenían que salir para tener un alivio emocional en mi cuerpo.
Los días malos se convertían en horas insoportables, sabía por MoonMan que mis padres escuchaban detrás de la puerta en mi casa del árbol, pero ninguno se aferraba a entrar y ver si estaba bien, solo se preocupaban sin preguntar cómo me sentía. Pero cada vez que iba a la casa a comer con ellos con MoonMan detrás de mí para cualquier cosa, solo se limitaban en sonreírme. Y me fui acostumbrando a ese trato con el paso de los días.
En la escuela las cosas iban bien, la semana se fue rápido y los rumores iban y venían, muchos se enteraron de la “discusión” que tuve con Estefanía que hasta mi hermana me reclamo por mi comportamiento hacia su amiga, resulta que mis palabras dañaron su pobre corazón, alguien debería hacerle el favor a mi hermana de comprarle unos lentes, y así, de ese modo, pueda comprobar que si debe estar en algún lugar, seria conmigo.
Había tomado una decisión, sé que mis padres en algún momento lo entenderían, este problema ya no es de ellos, en realidad, nunca fue de ellos. MoonMan me pedía que hablara con ellos, que les informara como se encuentra la situación conmigo y mi poca o desgraciada salud. Pero no, estoy aferrada a llevarlo sola, creo que tengo la necesidad de hacerlo en este punto de mi vida. Tengo la conclusión clara, supongo que, el tiempo corría, y los minutos se hacían sagrados, tengo un plan, y es vivir lo que tengo que vivir con o sin depender lo que siento.
Ya no importaba, bueno, yo no quería darle esa importancia. Supe por parte de Daniel de que habrá una fiesta en casa de Alondra, estamos invitados y eso es una gran sorpresa para todos, acepte la invitación solo porque MoonMan se ofreció a ir con nosotros como Nick, para evitar problemas si los había. No estaba tan interesada, pero sus ánimos de ir a una fiesta me animaron un poco, no podía decirle que no, y el aprovecho sus pucheros para convencerme. Después de todo la Luna estaba de visita y ser un humano parecía gustarle más de lo normal.
No pase mucho tiempo arreglándome, me coloque un pantalón negro rasgado de ambas rodillas, unos vans grises y para terminar, solo una blusa blanca y sobre ella, uno de mis suéteres favoritos que tengo, un suéter negro con el logo de KISS en letras blancas y sus rostros en la parte trasera. Si… en el espejo veía a un chico, pero solo me reí de mi aspecto que no duraría para siempre.
Escuchamos como un claxon sonó fuera de mi casa y sabía que Kath ya había llegado por nosotros. Al salir de la casa del árbol cerré la puerta con la llave y juntos caminamos para salir por la cochera de mis padres y ver ahí a Kath con los chicos en el auto, bueno, solo con Erick pues Daniel llegaría a la fiesta con Sebastián en su auto. Sé que los chicos se han visto más de lo que quieren aceptar, y también sé que si pasara algo alguno de los dos me lo dirá, siempre lo hacen.
Al llegar a la casa de Alondra no me sorprendió que el lugar estuviera lleno de muchos de los chicos de nuestra generación y algunos de nuevo ingreso del semestre pasado. Nos encontramos rápidamente con Daniel y Sebastián, saludamos algunos chicos del salón y nos adentramos aún más a su casa. Poco rústica, pero si grande, sus paredes blancas con un piso negro hacia resaltar sus muebles color azul mate. La música atrapa los otros sonidos, si alguien tiene alguna conversación, gritar o decirlo cerca de alguna oreja no es mala idea.