Moonman

Capítulo 22

Ciertamente no me sorprendió tener buenas notas cuando fue la entrega de papelería de la preparatoria, mi madre fue quien estuvo más emocionada y mi padre… bueno, para el solo termine mi única obligación… mi última obligación. En las semanas siguientes en espera de la graduación, los días se llenaron de vacío. Dafne y MoonMan también comenzaron a notarlo; hasta entonces… mi hermana se enteró que no presente para ninguna Universidad y festejamos con ella al enterarnos que fue aceptada en la carrera universitaria de Médico Veterinario Zootecnista.

Entonces hicimos nuestra última cena en familia antes de la fiesta de graduación, Christopher fue invitado por el tiempo de noviazgo con mi hermana, además, lo vimos por hace alrededor de unos 5 meses cuando salió de viaje. Le pedí a mi madre una explicación razonable del porque Dafne no podía acompañarnos.

Dejamos de discutir cuando mi padre llego a la casa, su expresión cambio por completo al verme, entonces había comprendido lo que a mi madre le costó tanto contarme. Con un simples “buenas noches” salí de la casa, camine lento tratando de calmarme antes de llegar a la casa del árbol para arreglarme para la cena familiar.

De verdad la situación me ha cansado más que mi propia enfermedad, no es mi culpa que a mi padre le parezca incorrecto mi forma de ver la vida. Y… sobre todo, como amar a alguien.

Me bañe con agua caliente, sin embargo, mi cuerpo siguió teniendo pequeños escalofríos. Solo parece que la tormenta de mi vida esta sobre mi ahora. Seque mi cuerpo con sumo cuidado, evitando verme en el espejo, he adelgazado lo suficiente para saber que mis huesos son más notorios.

Me vestí como unos pantalones de mezclilla, mis vans negras, una camisa de mi casa de Hogwarts y sobre esta, una sudadera blanca con gorro. Y antes de salir de la casa, Dafne apareció frente la puerta.

  • Te estaré esperando. – Llegue con ella para besar su frente.

 

  • Llegare tarde… supongo, mejor duerme temprano. – La mire a los ojos y ella asintió.

Sus manos tomaron mi rostro para acercarlo al suyo, acaricio mis mejillas y yo coloque mis manos en su cintura. No dijimos nada, solo nos quedamos viendo hasta que ella me beso. La suavidad de sus labios, junto con su delicadeza llenó mi alma de tranquilidad.

  • Todo estará bien. – Menciono al alejarse unos centímetros de mí. – Compórtate y no veas a otras chicas. – Me reí ante su comentario.

 

  • No quiero ver a otras chicas si no son tú. – La acerque de nuevo a mí para besarla por última vez esta noche. – Te extraño, y aun estás conmigo. – Ella negó.

 

  • Siempre estoy contigo, no lo olvides. – Me sonrió y coloco sus manos sobre mi corazón. – Aquí puedes buscarme cuando quieras. – Claro que lo haré.

Me despedí de ella, saliendo de la casa con un mejor humor que hace unos minutos. Llegue a la cochera de mis padres, todos estaban listos y parece que me estuvieran esperando. Mi padre fue el primero en entrar en su coche, mi madre junto a él en el asiento del copiloto, preferí sentarme detrás de ella mientras mi hermana se recorre al centro y mi cuñado en la otra orilla.

El restaurante al cual llegamos no estaba tan lejos de casa, diera que, tal vez caminando me quede a solo una hora. Entramos todos, y ellos… bueno, cada quien de la mano con su respectiva pareja. Bufe en alto y mi padre me vio de reojo. Sí, sí señor, espero que note mi molestia porque no me dejo invitar a mi novia.

Cuando nos dieron nuestra mesa, para mi mala suerte me senté frente a él. Le dedique una sonrisa fingida y me dedique a ignorar todo viendo el menú. Todos comenzaron hablar sobre que platillo cenar, y yo, bueno, ahora mismo si pudiera vomitar sobre la mesa, lo haría.

  • ¿Camila? – Levante la vista, y vi a mi madre preocupada. – Hija, ¿Te encuentras bien? – Yo solo asentí y regrese de nuevo al menú.

 

  • Deja de ser grosera y respóndele a tu madre. – Hablo mi padre. Deje el menú en la mesa y lo mire.

 

  • Bueno… por si no te diste cuenta, asentí con la cabeza, papá. – Le volví a dedicar una sonrisa y cuando estuve cerca de tomar el menú una de sus manos me detuvo.

 

  • No vengas a faltarme a respeto. – Lo mire mal, y solo quise desaparecer de ahí.

 

  • Yo no le faltó al respeto señor, solo digo las cosas como son. – Su mano me soltó, pero golpeo duramente la mesa.

 

  • De verdad no sé qué diablos te pasa, pero no tolerare una más. – Mi madre se acercó más a él, tomándolo de los hombros. – Toda la culpa de tu rebeldía tiene que ver con esa chica que llamas novia. – Oh no.

 

  • No te metas con ella. – Casi le escupí en la cara.

 

  • ¿Recuérdame porque te mantengo? Ah sí, porque eres mi hija… –




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