La habitación parecía más opresiva con cada segundo que pasaba. Las sombras en las paredes se alargaban, como si quisieran envolverme, y el aire estaba cargado de una tensión que no podía ignorar. Fue entonces cuando lo vi: una puerta oculta en la esquina más oscura de la habitación. No estaba allí antes, o al menos no la había notado. Su marco era de madera vieja, con el símbolo que había visto en las cartas y el diario grabado en su superficie. Me acerqué lentamente, sintiendo que cada paso me alejaba más de la realidad que conocía.
La puerta se abrió con un leve empujón, revelando un espacio que no pertenecía a la casa. Era una habitación completamente distinta, casi etérea, con paredes que parecían hechas de niebla y un suelo que reflejaba como un espejo. Al entrar, sentí un vértigo inexplicable, como si el espacio mismo estuviera distorsionado. Las paredes se movían, cambiando de forma y tamaño, y objetos aparecían y desaparecían en un parpadeo. En el centro de la habitación había un espejo alto, con un marco de hierro retorcido que parecía vivo. Me acerqué, y lo que vi me dejó sin aliento. Mi reflejo estaba ahí, pero no era yo. Era una versión de mí mismo que no reconocía: los ojos eran más oscuros, la expresión más fría, y había algo en su postura que me inquietaba profundamente. Intenté apartar la mirada, pero el reflejo me atrapó, como si estuviera observándome desde dentro del espejo.
Fue entonces cuando las imágenes comenzaron a aparecer. Fragmentos de recuerdos que no sabía que tenía, o que tal vez no eran míos. Me vi en lugares que no reconocía, haciendo cosas que no podía comprender. Había sangre, gritos, y una sensación de poder que me aterrorizaba. Intenté convencerme de que eran ilusiones, espejismos creados por la casa, pero algo en mi interior me decía que eran más que eso.
En el suelo, alrededor del espejo, había páginas sueltas del diario. Las recogí con manos temblorosas, y cada una parecía estar escrita para mí. Algunas contenían frases que resonaban en mi mente como ecos:
"El cazador siempre encuentra su presa."
"La casa no olvida a los suyos."
"Silas, ¿recuerdas quién eres realmente?"
Una página en particular me detuvo. Era un dibujo de la casa junto al acantilado, pero esta vez había algo más: una figura en la distancia, observando desde las sombras. La figura era indistinta, pero su presencia era innegable. Debajo del dibujo, había una frase escrita con una caligrafía diferente:
"El cazador nunca deja de buscar."
Mientras intentaba procesar lo que estaba viendo, el espejo comenzó a cambiar. Mi reflejo se movió, aunque yo permanecí inmóvil. Me miró directamente, y por un instante, vi algo en sus ojos que me hizo retroceder. Era una mirada que reconocía, pero no sabía de dónde. Fue entonces cuando escuché un susurro, bajo y casi inaudible, pero claro como un cristal roto:
"Silas, tú siempre has sido el cazador."
El aire se volvió más pesado, y sentí que la habitación me estaba empujando ver hacia el espejo. Intenté resistir, pero mis pies se movieron por sí solos.
Todo comenzaba a desmoronarse. Mi mente era un caos de imágenes y emociones, y el espacio alrededor parecía cambiar con cada segundo que pasaba. Regresé al espejo, incapaz de resistir el impulso de mirar de nuevo. Esta vez, el reflejo ya no era un hombre. Ahora había tres figuras en el cristal: una mujer, un hombre y un niño. El niño tenía una expresión de inocencia rota, mientras el hombre permanecía inmóvil, mirando hacia el vacío. Fue entonces cuando entendí que estos espejismos no eran aleatorios. Algo en la casa estaba jugando con mi percepción, con mis recuerdos, pero el propósito seguía siendo un misterio.
Las palabras del diario y las imágenes en el espejo se mezclaban con los fragmentos de la historia que había leído años atrás. El cazador y la casa junto al acantilado, los secretos que siempre quedaban en las sombras. Y ahora, estaba atrapado en el mismo escenario, enfrentando los mismos ecos de un pasado que nunca supe que me pertenecía.
Cuando finalmente toqué el marco, una oleada de imágenes me invadió. Me vi en el acantilado, persiguiendo a la mujer que había visto en mis recuerdos. Su grito resonó en mi mente, y el vacío que dejó al caer me llenó de una sensación que no podía describir. Era miedo? No. Era algo más, algo que no quería admitir.
Cuando las imágenes finalmente se desvanecieron, me encontré de nuevo en la habitación original, con el diario en mis manos. Pero algo había cambiado. En una de las páginas, apareció un sobre amarillo, dibujado con líneas gruesas y desordenadas. Lo reconocí de inmediato: era el mismo sobre que había encontrado entre las páginas de un libro olvidado, el que inició todo. Pero, no era posible, lo tenía en mi bolsillo, como un rayo lo busque pero no, no estaba.
Mi pecho se contrajo al confirmar lo que temía: el sobre había desaparecido. Por más que palpaba mi bolsillo con desesperación, no había rastro de él. Sin embargo, ahí estaba, plasmado en el diario como si el papel se hubiera alimentado de su existencia. Las líneas gruesas y desordenadas del dibujo parecían vibrar bajo la luz temblorosa del candelabro, como si estuvieran vivas, burlándose de mi incredulidad.
Un sudor frío resbaló por mi frente mientras volvía la vista a la página. Las palabras, que al principio no estaban allí, comenzaron a emerger lentamente, trazadas como si una mano invisible las escribiera ante mis ojos:
"Te lo advertí. El reloj ya no está de tu lado."
Retrocedí instintivamente, dejando caer el diario al suelo. Mi respiración se aceleró, pero mi mente estaba atrapada en una mezcla de negación y reconocimiento. La habitación parecía encogerse a mi alrededor, las sombras alargándose hacia mí como si intentaran envolverme. No podía apartar la mirada del diario. Incluso desde el suelo, las palabras brillaban con una intensidad que me hacía sentir observado. Juzgado.
#1018 en Thriller
#493 en Misterio
#166 en Terror
suspenso, terror psicológico_desconfianza, terror psicologico misterio suspenso
Editado: 08.04.2025