Morado y Verde

Capítulo 14

Ambos observábamos la puerta que daba entrada a mi hogar. Devon la analizaba con tranquilidad de arriba a abajo y yo solo me martirizaba internamente. La culpa me quemaba por dentro, de alguna manera, sentía que todo se debía a mí. Ver el estado en el que se encontraba Devon me llevó a cuestionarme el porqué se esmeraba tanto en protegerme.

¿Lastima?

ó

¿Una conciencia que silenciaba sus lamentos en las mañanas, pero que en la noche, resurgía como un tsunami y arrasaba con todo a su paso?

Y lo más cuestionable de todo.

¿Por qué ya no me molestaba su presencia?

—Se ve acogedora — Murmuró sin dejar de mirarla.

Asentí de acuerdo — Lo es — Mordí mi labio inferior al sumirnos en otro silencio — Gracias.

Él volteó hacia mí y elevó una ceja.

— Por todo lo que has hecho hoy...no era responsabilidad tuya.

— Lo era, Tessa — Afirmó retornando la mirada a la casa — Ya debo irme.

Lo miré dudosa y observé la chaqueta que él me había prestado. Acaricié la tela marrón oscura y las dirigí a los bolsillos, escondiendo así, mis manos.

—Es mi favorita — Comentó, atrayendo mi atención —Era de Jamie—Entendí que era algo importante para él, por lo que, decidí que debía devolverla cuanto antes — Puedes tenerla, no me molesta — Agregó en un intento de sonrisa, lo que me pareció más a una mueca de dolor y lo confirmó al llevar su manos al costado de su abdomen.

—Deja que te ayude.

— Estoy bien.

Lo miré decidida — Ven, te curaré y podrás irte. Es lo menos que puedo hacer, créeme, sé hacerlo.

Claro que sabía. Después de haber curando mis propias heridas durante tanto tiempo, me daba la experiencia necesaria para curar las de otros.

Devon me observó dudoso — ¿Segura?

— Sí — Respondí convencida — Mis padres están trabajando, así que, tenemos tiempo de sobra — Expliqué comenzando a caminar en dirección a la casa.

Una vez dentro lo guié hasta el sofá de la sala y luego de indicarle que tomara asiento, me dirigí hacia el baño donde se hallaba todo lo que necesitaba. Antes de salir de este, el reflejo en el espejo llamó mi atención. Mi rostro tenía algunas gotas de sangre seca en mis mejillas y bajo mi labio inferior, hice una mueca ante ello y procedí a quitarlas con agua, cuando divisé, algunas marcas en mi muñecas y supe lo que aparecería allí.

Un hematoma.

Morado Y Verde.

Presioné mis labios y luego de darle una última ojeada a mi rostro, me encaminé hacia la sala, encontrando a un Devon, quien se encontraba sentado en el sofá, con ambos codos sobre sus rodillas y su rostro escondido entre las palmas de sus manos.

Caminé hasta él y me senté en frente. El movimiento hizo que sus ojos me miraran entre sus dedos. Carraspeé y tomé un antiséptico, lo unté en algodón y me acerqué con cuidado.

— ¿Eso arde?

Negué — No. Es Yodopovidona, desinfectará sin dejar ardor. Puede que el contacto del algodón si duela, intentaré ser lo más delicada posible.

Suspiró y permitió que limpiara su ceja y su labio partido, el cual, era el que más sangre tenía. Coloqué unas pequeñas bandas y dirigí mis ojos hacia su abdomen cubierto por su remera y me tensé.

Él lo notó.

—No me la quitaré tranquila... — Dijo para intentar calmar mis nervios — Solo la levantaré ¿Estás de acuerdo con eso? — Asentí — Bien.

Sus manos levantaron su remera hasta la mitad de su abdomen y logré divisar un pequeño lunar cerca de su ombligo y a su lado un gran circulo rojizo.

Lo reconocí al instante.

— La sangre está interna... — Comenté y el me observó para luego analizar la herida — Deben ser algunos capilares, no más. Tu piel está intacta, por lo que, no permite la salida de esa pequeña cantidad de sangre.

— ¿Es malo?

Negué — No, se irá disipando con el tiempo. Pero si será reemplazado por un gran moretón — Expliqué mientras tomaba la pomada de mi madre y la untaba en su herida, ganándome un leve quejido — Esto ayudará.

— Gracias — Dijo cubriendo con lentitud su abdomen — Me encogí de hombros y el sonrió levemente — ¿Esas pinturas son tuyas? — Seguí su mirada hacia los cuadros colgados en la pared.

Negué.

— Son de mi madre.

— ¿Así que de allí heredaste esa pasión?

— Supongo — Rasqué mi cabello — ¿Y tú?

Se removió y me observó — Mi padre.

Oh.

— Son cuadros muy bellos — Comentó desviando el tema — Es muy talentosa.

Sonreí — En verdad lo es — Mojé mis labios — Ella siempre dice que en todas sus pinturas, estoy yo.

Devon me observó confundido —¿De veras?

— Sí...¿Quieres verlas? — Él afirmó luciendo algo entusiasmado y negué en medio de una sonrisa. Le indiqué el camino hasta que llegamos al cuarto en donde mi madre siempre colocaba sus obras.

— Vaya — Comentó observando todas y cada una de las pinturas. Caminé hasta colocarme a su lado frente a un retrato de un paisaje — No logro verte en ellas.

Entendía su confusión, puesto que, en ninguna pintura aparezco retratada. Pero de alguna manera lo estaba.

— Dame tu mano.

— ¿Qué?

Mordí el interior de mi mejilla — Te enseñaré a verme — Esperé pacientemente hasta que elevó su mano. La tomé con cuidado y dirigí su dedo índice hasta mi mejilla izquierda — Cuenta.

Coloqué su dedo encima del lunar que se posaba bajo mi ojo — Uno — Asentí recorriendo inferiormente, con su dedo, mi mejilla hasta llegar al siguiente lunar cerca de mi nariz — Dos — Sonreí y llevé su mano hasta el puente de mi nariz — Tres — Continué con el camino hasta llegar al lateral de mi nariz — Cuatro — Y por último, lo guié en lineal horizontal hasta unirlo al siguiente lunar que decoraba la mitad de mi mejilla derecha — Cinco.

— Ahora, observa la pintura frente a ti — Devon llevó sus ojos hacia el cuadro — Observa la forma y la cantidad de flores que decoran el jardín.

Él observó con cuidado y luego de unos segundos, sonrió — Cinco.

Sonreí — ¿Ves esta? — Caminamos hasta el cuadro de una gran luna que con su brillo, hacia que el agua retratada bajo esta, se iluminara — Observa los destellos que hace la luna al impactar con el agua.




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