Morado y Verde

Capitulo 34

El abrazo con Devon duró más de lo que probablemente debía, pero ninguno de los dos pareció dispuesto a soltar primero. Cuando finalmente nos separamos, la intensidad seguía ahí, flotando entre nosotros.

Sus ojos me observaron de cerca, como si aún no pudiera creer que estaba frente a él. Mi mente gritaba que diera un paso atrás, que respirara, que analizara lo que estaba pasando… pero mi cuerpo se aferraba a la única sensación de seguridad que había conocido en años.

— ¿Quieres salir de aquí? —preguntó, inclinando un poco la cabeza hacia la puerta.

Miré a mi alrededor. La galería había recobrado su murmullo habitual, aunque algunas personas aún lanzaban miradas curiosas en nuestra dirección. Probablemente, la escena de una mujer paralizada frente a su propio retrato había sido más llamativa de lo que pensaba.

Asentí.

—Sí, creo que necesito aire—Busqué con la mirada a Leah—Pero antes debo avisarle a…

—Ya lo sabe—Me interrumpió logrando que devolviera la vista hacia él, confundida.

—¿Lo sabe?

Asintió tranquilamente—Al final de la exposición Jamie se encargará de llevarla al departamento en donde se hospedan.

Jamie.

—Está bien.

Devon sonrió levemente, como si lo hubiera esperado, y me tendió una mano. Por un segundo, dudé. Tomarla significaría cruzar un umbral que quizás no estaba lista para atravesar. Pero ya había llegado hasta aquí, ¿no?

Con un suspiro, entrelacé mis dedos con los suyos y lo seguí fuera de la galería.

La cafetería era cálida, con un aroma a café recién hecho flotando en el aire. Las luces tenues y el murmullo de conversaciones ajenas hacían que todo se sintiera extrañamente íntimo.

Devon y yo ocupábamos una mesa en la esquina, apartados del resto del mundo, como si el universo nos estuviera dando este espacio para enfrentarnos a todo lo que habíamos dejado en pausa.

Mi taza de café humeaba entre mis manos, pero apenas le había dado un sorbo.

No sabía cómo empezar.

Apreté los dedos contra la cerámica caliente y levanté la vista hacia él. Devon estaba apoyado contra el respaldo de la silla, con las manos entrelazadas sobre la mesa, observándome con esa paciencia que siempre me había desarmado.

Él esperaba.

Sabía que yo necesitaba tiempo.

Pero esta vez, no podía seguir escapando.

—Siento que no sé nada de tu vida ahora —admití, rompiendo finalmente el silencio—No puedo creer que hayan pasado cinco años.

Devon inclinó levemente la cabeza, con una media sonrisa melancólica.

—El tiempo vuela ¿No?

Asentí de acuerdo—Así que eres uno de los alumnos avanzados—Afirmé en una media sonrisa—Eres muy bueno, no se equivocaron en elegirte.

Sonrió levemente—Gracias—Jugó con la servilleta en la mesa—Es el último paso para graduarme. El profesor Stolen quiere que dirija una de las exposiciones más importantes de Paris, luego de mi graduación.

¿Qué?

—¿¡En serio!? —Mi sonrisa se ensanchó—¡Felicidades!

Devon me observó, como si estuviera analizándome a profundidad, lo cual hizo que la alegría se evaporara y la incomodad me embargara.

—¿Qué ocurre?

El negó—Esta eres tú. La verdadera Tessa—Murmuró—No puedo creer que al fin la conozca.

Mi pecho se hundió.

Bajé la cabeza hacia la taza entre mis manos—Fueron cinco años muy duros…—Hablé bajito—Pero ahora en verdad puedo decir que me siento bien. Pude graduarme y ahora doy clases en un colegio para niños—Deslicé mis dedos por el borde de la taza, buscando las palabras adecuadas—No fue fácil estar aquí.

—Lo sé.

—Dime todo —le pedí, mirándolo a los ojos—. Lo que pasó después de que marchara.

Devon exhaló, como si hubiera esperado esa pregunta, pero no supiera por dónde empezar.

—No sé si hay mucho que contar —dijo, encogiéndose de hombros—. El tiempo siguió pasando. La escuela siguió igual. Luego de la expulsión, supe por Ben que Sarah sigue en ese campamento militar…—Explicó—Supongo que ha tenido frutos, ya que, según Ben, Sarah está diferente—Asentí escuchando atentamente—En cuanto a Lucian, Thomas y John, luego de la graduación del colegio no volví a verlos—Mi mente me llevó a aquellos años, en donde, el miedo abarcaba gran parte de mi vida— Algo cambió después de que te fuiste. No sé si fue porque dejaste de estar allí para que descargaran su mierda o porque todos empezaron a verlos como lo que realmente son. Pero… dejaron de ser intocables.

Lucian, Sara, John y Thomas… habían sido la pesadilla de mi existencia. Me costaba imaginar un mundo en el que ya no dominaran todo con su crueldad.

—¿Y tú? —pregunté con cautela—. ¿Cómo fue para ti?

Devon se removió en su asiento, desviando la mirada hacia la ventana.

—Diferente —admitió—. Al principio, no sabía qué hacer sin ti. No es que antes estuviéramos juntos todo el tiempo, pero… —Se pasó una mano por el cabello, despeinándolo—. Era raro. Extrañaba nuestras conversaciones, tus comentarios sarcásticos, incluso cuando intentabas evitarme.

Un pequeño tirón en mi pecho me recordó que yo también había extrañado todo eso.

—¿Y luego?

Devon inspiró hondo.

—Luego aprendí a acostumbrarme. —Me miró de nuevo, su expresión serena, pero con una sombra de algo más—. No voy a mentirte, Tess. No fue fácil.

Mi pecho se contrajo.

—Dev…

—Creo que sané de alguna forma. Tal vez no como tú, pero al menos mi conciencia no me atormenta —continuó—Hace unos meses atrás, Alfie me contactó…—Negó con incredibilidad—No supe que decir, pero él sí—Lo observé mientras Devon se encontraba con la mirada perdida a través del cristal—Dijo que su perdón lo tenía, desde el momento en que lo vi en el hospital pero que era hora de perdonarme a mí mismo—Rio sin gracia—El supuso que no lo había hecho.

Mis dedos se aferraron a la taza.

—¿Y los has hecho?

Él me observó intensamente y por unos largos minutos.

—Empiezo a hacerlo—Le sonreí y él me correspondió.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.