Cinnamon Girl-Lana del Rey
El silencio en la habitación se alargó, tan pesado que podía sentirlo sobre mis hombros. Miré el techo fijamente, como si en la pintura blanca pudiera encontrar la respuesta que no quería, de alguna forma, admitir.
— ¿Has hablado con James? — Desvié la mirada desde el techo a Leah, quien ojeaba un par de hojas sobre su cama. Pensé en la respuesta a su pregunta y negué, haciendo un mohín con mis labios.
— No — Dejé mi celular sobre mi pecho y me hundí un poco más en la almohada, pensativa — Sé que espera algo de mi parte, pero no será él quien de el primer paso.
Leah me observó con curiosidad, dejando olvidadas sus hojas — No entiendo. ¿Ha pasado algo entre ustedes?
Apreté mis labios — Antes de venir aquí, planteó el futuro de nuestra relación... — Mordí el interior de mi mejilla — Tú sabes que él ha sido la primera persona con la cual yo he tenido este tipo de relación. Entonces, no sé bien que hacer con eso.
—¿Te ha hablado sobre el chico Michigan? — Cuestionó interesada.
La mención de Devon hizo que mi corazón se detuviera por un segundo.
— Sé que James ya sabía de su existencia, incluso desde antes de involucrarse contigo sentimentalmente... — Continuó moviendo sin interés sus papeles y volvió a mirarme — Mi punto es que, él sabía que no sería el único en tu amable corazoncito.
Mi garganta se secó.
Lo sé. Él mismo dijo que sabía que en mi corazón ya había alguien. James siempre lo supo y aún así, estaba decidido a conocerme.
—Me habló de Devon, sí — Cerré mis ojos, intentado distraerme de la verdad que cada vez se hacía más grande dentro de mí — Dijo que si surgía la oportunidad y sucedía algo con Devon, él daría un paso al costado.
Leah silbó bajo.
— Bastante maduro de su parte.
Asentí de acuerdo.
— Pero aún así me siento terrible —Admití cubriendo mi rostro —Por James, por Devon y por mí.
Leah suspiró y por el tono de su voz supe que diría algo que no me gustaría escuchar.
— ¿Sientes algo por Devon? — No contesté. El silencio entre nosotras fue absoluto — Porque si algo se me da muy bien, es leer a las personas —Dijo con seguridad e hizo una pausa —Tessa, a ese chico le gustas.
Me senté en la cama de golpe y dejé el celular a mi costado — ¿Y qué si solo siente empatía hacia mí? — Pregunté rápidamente, como si al decirlo en voz alta pudiera convencerme de que era cierto —¿Y qué si solo me considera su mejor amiga? o peor aún... ¿Y si solo me ve como aquella chica a la que defendió de sus abusadores?
Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas.
La imagen de aquellos días, de ese cuarto oscuro y sus manos, de sus... volvieron a mí como un destello fugaz y doloroso.
— ¿Y si solo me ve como aquella chica a la que desnudaron en el cuarto del conserje? — Mi voz tembló, pero no me detuve — ¿Aquella a la que obligaron a...?
—Oye, basta — Leah se acercó y tomó mi mano con firmeza, deteniendo mis palabras antes de que siguieran hiriéndome.
Tragué saliva con dificultad. Mis propias inseguridades me estaban ahogando.
No importaba cuanto tiempo hubiera pasado, cuantos años me hubiera tomado reconstruirme. Aún había una parte de mí que creía que eso era lo único que alguien podía ver cuando me miraba.
Leah negó suavemente, apretando mis dedos con los suyos.
— Estoy segura que no es así.
No pude evitar reír, aunque fue un sonido vacío y carente de alegría.
—¿Cómo lo sabes?
— Porque lo he visto —Su voz fue firme, sin un ápice de duda—Fue él quien insistió en que te trajera de vuelta... — La miré sorprendida — Él supuso que te haría bien. Tess, Devon me suplicó que hiciera hasta lo imposible para traerte de vuelta.
El nudo en mi garganta se hizo insoportable.
El chico que había guardado tantas cosas para sí mismo, el que siempre había sido reservado, el que rara vez mostraba su vulnerabilidad...
Él me quiso aquí.
No supe que decir.
— ¿Por qué no me lo dijo? — Susurré.
Leah me miró con paciencia.
— Porque no quería que sintieras que te estaba obligando a algo.
Apoyé los codos sobre mis rodillas y pasé ambas manos por mi rostro.
James fue el chico que me enseñó que era capaz de querer y ser querida. Fue quien me mostró que podía haber algo más allá del dolor.
Pero Devon...
Devon siempre sería mi historia inacabada.
Y ahora, la pregunta que me aterrorizaba era:
¿Estaba dispuesta a acabarla?
—Ven — Leah se puso de pie y tomó nuestros abrigos — Vamos a dar una vuelta.
Elevé una ceja — Pero ha anochecido y hace frío...
Se encogió de hombros, restándole importancia.
—Ambas necesitamos despejarnos — Me sonrió — Anda. Acompáñame.
⭐
La noche estaba tranquila.
Las luces de la ciudad parpadeaban en la distancia, reflejándose en los charcos que la lluvia había dejado horas antes y la brisa nocturna traía consigo el aroma de café y asfalto mojado. Llevaba las manos dentro de los bolsillos de mi abrigo mientras Leah caminaba a mi lado, gesticulando con entusiasmo mientras hablaba de algo que apenas registraba en mi cabeza. Asentí mecánicamente, pero mis pensamientos estaban dispersos en otra parte, flotando en un espacio donde ni siquiera yo podía alcanzarlos.
Y entonces, sucedió.
Mi cuerpo se tensó antes de que mi mente siquiera procesara lo que estaba viendo.
A solo unos metros de distancia, entre la multitud de desconocidos que llenaban la acera, había un rostro que jamás pensé volver a ver. Un rostro que conocía demasiado bien.
Lucian.
Fue un golpe seco en el pecho, como si me hubieran arrancado el aire de los pulmones de una sola vez.
Mi primer instinto fue retroceder. Mi segundo, correr.
Los recuerdos, aquellos que había intentado enterrar durante cinco años, irrumpieron con fuerza en mi mente. Las risas crueles, los empujones, las palabras venenosas, las amenazas veladas, los momentos en los que me hizo sentir que no valía nada. Cada imagen, cada palabra, cada herida que él me había dejado volvió a mí en un torbellino de emociones que pensé que ya no tenían poder sobre mí.
#17604 en Novela romántica
#3491 en Joven Adulto
odio amor perdon, dolor golpes sufrimiento, bullying acoso escolar
Editado: 20.03.2025