Miro por la ventana en busca de algo interesante: solo es un día de verano, todo despejado, destacando su color azulado. Los niños de mi edad probablemente están disfrutando de sus vacaciones llenas de diversión.
Según los demás mis vacaciones son aburridas, pero para mi no: duermo todo lo que quiero, veo anime y navego por mis redes sociales. Mis padres no están de acuerdo con ello, pero qué más da, al fin y al cabo son mis vacaciones ¿no?.
—¡Fernanda, baja a desayunar! —gritó mi madre desde el piso de abajo. De seguro ya se puso histérica porque no he bajado.
Con pereza abrí la puerta de mi habitación y baje las escaleras como un zombie. Oía como mis padres hablaban muy felices: al acercarme a la mesa noté como la sonrisa de sus rostro se borraba.
—¡Hija! —exclamó mi padre con enojo—. ¿Qué haces aún en pijama?
Me senté y comencé a comer rápidamente, sin responder a su pregunta. No me apetecía estar aquí recibiendo críticas de mis padres, desearía tanto que no me criticaran pero bueno: no tienen remedio alguno.
—Deberías ser mas como tu prima —murmura mi madre con burla, mientras le da un sorbo a su café amargo, como ella.
—¡Madre! —reproché mientras le lanzo una mirada asesina, lo que siempre he odiado es que el mundo entero me compare con mi prima.
—Ojalá Romina fuese mi hija —hablo mi padre. Me miró de reojo y siguió desayunando. A mi padre no le importó el hecho de herirme o no.
Ambos seguían murmurando cosas desagradables e hirientes, ignorando en absoluto mi presencia. Sin pensarlo me puse de pie—. Con permiso... —volteo dándole la espalda a ambos, mientras que subo por las escaleras a la velocidad de la luz.
—Ellos no tienen corazón... —murmuré con frustración—. Y si es que lo tienen este es de piedra...
Abrí la puerta con lentitud, y no aguanté más; rompí en llanto, en uno amargo. A pasos rápidos me acerqué a la cama, acostándome en ella: a la vez que tomé una almohada abrazando esta. Puse el cojín cubriendo mi rostro, esto para ocultar mi llanto: lleno de dolor...
*
La notificación proveniente de mi computadora, interrumpió mi sueño. Me senté frente al escritorio encendiendo la laptop, una notificación de Facebook.
"Karol te ha mandado una solicitud de amistad"
—Bueno...le aceptare la solicitud. —acepté la solicitud y sonreí a la pantalla, la verdad no era la primera vez que aceptaba la solicitud de alguien desconocido, pero siempre es bueno conocer gente nueva: la pestaña del chat se abrió mostrando un mensaje.
Fernanda:
¡Hola! ¿Cómo estás?
:Karol
¿Bien y tu?
Fernanda:
Bien...
:Karol
¿De donde eres?
Fernanda:
Chile, ¿Tu?
:Karol
Mexico...
Estuvimos un buen rato hablando, tiene casi la misma edad que yo y vaya que tenemos cosas en común: comenzó a agradarme la chica. Cuando miré la hora me sorprendió bastante, eran las doce de la noche.
Fernanda:
Bueno Karol, iré a dormir.
:Karol
Descansa preciosa ♥
Apague mi laptop, era un milagro que mis padres no viniesen a ver si estaba durmiendo porque de seguro ya me quitaban la computadora. Me puse la pijama y me recosté en la cama cerrando mis ojos quedando profundamente dormida.
*
—¡Fernanda Manson! —abrí mis ojos y mire a mi madre, la cual me miraba con furia—. ¡Ya levántate floja! —gritó irritada.
—Si madre, ya voy...
Me levanté de golpe y camine hacia el baño, a pesar que era verano hacía bastante frío. Al entrar al baño me quite lentamente la pijama y dejé está en el bote de la ropa sucia: lo mismo hice con mi ropa interior.
*
Luego de unos minutos salí envuelta en una toalla, ya en mi habitación me vestí con mi típica ropa; pantalones negros; y una sudadera a rayas blancas y negras.
Cepillo mi cabello y me coloco mis lentes. Corrí hacia mi laptop y la encendí abriendo el chat con Karol. Se me haría hábito hablar con ella: le estaba escribiendo cuando escuche una voz proveniente de las escaleras.
—¿Fernanda? —esa voz, es la de mi prima.
—¿R-romina? —miré a mi prima entrar a mi habitación—. ¿Qué haces aquí?
—¿Cómo qué hago aquí? Te vine a ver tontita —sonrió alegremente— .Hace un tiempo que ya no te veía...
Eso era verdad, la ultima vez que la vi fue en la boda de nuestro primo mayor; un día inolvidable la verdad.
—¿Con quien hablas? —rápidamente acercó su rostro a la pantalla de mi laptop mirando la conversación—. ¿Quién es? ¿La conoces?
—Pues claro que si ¡Ya deja de husmear en mi laptop!
Apague la laptop y la guarde: me dió una mirada severa y llena de reproches.
—Algo escondes... —sonrió con una gran sonrisa amplia.
—Ya te dije que no, no insistas —tomé senté al lado de ella y le di un abrazo.
—Ya bueno... —acariciaba mi cabello con lentitud—. Te vine a ver para que salgamos juntas,vamos ven, ya le pedí permiso a tus padres.
Romina tomó mi mano y me sacó de mi cueva, al bajar las escaleras mis padres nos despidieron contentos: bueno, contentos de verla a ella. No es que yo esté celosa de ella, yo adoro y admiro a mi prima, pero es triste hacer de todo para que tus padres estén contentos, y que estos no vean tu esfuerzo. Romina es la hermana que nunca tuve, siempre está ahí para mi.
—Hey boba —recarga su brazo en mi hombro, ella es más alta que yo. Al levantar mi rostro miré una fuente.
Con tal de mirar aquella fuente reconocí a dónde me ha llevado: el parque.
#25530 en Otros
#7783 en Relatos cortos
#39031 en Novela romántica
#6428 en Chick lit
Editado: 24.12.2020