Ya han pasado unas cuantas semanas desde que conocí a Karol, poco a poco he comenzado a sentir algo más que cariño por ella: cada vez qué ella me habla por Facebock, mi corazón se acelera como nunca y empiezo sentir mariposas por todo mi estómago, es una locura.
Tengo miedo de declararme a Karol por miedo a que me rechace. Y también tengo miedo de mis padres... Ellos no ven muy bien las relaciones entre personas de un mismo género, en simples palabras, son homofobicos.
Acerqué mis manos al teclado de mi laptop, para hacer la pregunta que quizás podría cambiarlo todo:
Fernanda:
¿Hay una persona que te guste?
:Karol
Pues si, es una chica.
No quiero hacerme ilusiones así que comencé a descartar las probabilidades de que esa chica podría ser yo, si no le gusto a los de mi salón menos le voy a gustar a una chica tan hermosa como ella.
Fernanda:
¿Por qué no te le declaras?
:Karol
Se lo diré el domingo
Mi mirada rápidamente se fue hacía el calendario que tengo en frente, hoy es jueves treinta de Enero para ser exactos, así que prácticamente tengo mucho tiempo para pensar, en decirle mis sentimientos o no.
—Pero no quiero arriesgarme. —suspiré, a veces soy una cobarde, tengo miedo de salir lastimada—. Dejaré las cosas así...
Fernanda:
A mi también me gusta alguien...
:Karol
¿Cuál es su nombre?
Fernanda:
Si me dices el nombre de la persona que te gusta, yo te diré como se llama.
En ese preciso momento, sentí como la sangre se me helaba. Mi corazón palpitaba con mucha fuerza, me sentía desfallecer. Aunque la verdad, tengo mucha curiosidad por saber si soy yo o si saldré con el corazón roto.
—Se demora mucho en responder. —podia ver como en el chat, salía que estaba escribiendo, tal vez esta buscando la manera para declararme su amor—. O la manera para mandarme a la zona de amigos...
Yo, Fernanda Manson, soy una persona negativa. No se si pensar positivo o negativo, no quiero hacerme muchas ilusiones, pero tampoco quiero perder la fé.
«Soy un lío... », pensé con desesperación.
Al escuhar el sonido de la notificación, cerré mis ojos con fuerza: finalmente, mi momento había llegado. Poco a poco fui abriendo mis ojos, y con algo de temor, leí por fin su respuesta.
:Karol
Tú eres la persona que me gusta.
No lo puedo creer, ¡Que alguien me despierte! ¿Le gusto a Karol? Wow. ¿Será esto un sueño? Si es así...no quiero despertar y volver a la cruda realidad. Espera, de seguro en unos segundos mi madre me va a despertar.
—Tres... —fue lindo mientras duró, ya puedo morir en paz—. Dos...Uno.
Silencio total.
Me levanté de mi asiento con total desconcierto, ¿Qué sucede? ¿Por qué no me han despertado? Puse mis manos sobre mis mejillas, comenzando a golpear estas con fuerza. Nada.
Entonces, si no he despertado...esto no se trata de un sueño.
—Es...es verdad. —me dejé caer de golpe sobre la silla, volviendo a mirar la pantalla: no pude evitar esbozar una sonrisa, ya me decidí, voy a decirle.
Fernanda:
Tú también me gustas Karol.
:Karol
¿Entonces?
Fernanda:
No sé...
:Karol
Fernanda Manson
Fernanda:
¿Si?
:Karol
¿Quieres ser mi novia?
Sentía el latir fuerte de mi corazón, quiero gritar de la emoción, pero probablemente me van a regañar por hacer tanto ruido. Al fin puedo tener un amor correspondido.
Tengo miedo de la reacción de mis padres, al saber que una chica tan hermosa como Karol, es mi novia.
El amor no debe de tener límites, da igual si la persona a la que amas, es del género contrario. Todos tenemos derecho a amar a una persona, ya sea chico, chica o incluso a una persona transgénero.
Lo importante es que esa persona y el amor que nos brinda, nos hace felices.
Fernanda:
¡Si!
:Karol
Te amo Fernanda Manson
Fernanda:
Y yo a ti Karol
Karol
¡Soy la novia de Fernanda! Con un movimiento brusco, me levanté de mi cama, dando saltos por toda mi habitación.
—¡Alabada sea la virgen de las lesbianas! —grité sin importarme quién me podría escuchar.
Se que tal cosa no existe pero... Meh dejen disfrutar de mi momento.
—¿Qué cosas dices chamaca loca? —preguntó mi madre, mientras entraba en mi cuarto, mirándome con cierta preocupación.
—Ma'. —tomé sus manos y la llevé en dirección a mi cama, tomando asiento con ella. A mi madre le cuento todo, no hay algo que pueda ocultarle y está vez no será la excepción—. ¿Recuerdas a la chica de la cuál te hablé?
—¿Fernanda? —me miró un tanto confundida, como si estuviera recordando—. ¿La Chilena?
Asentí.
—¿Que hay con ella? —preguntó.
Puse mi mano derecha sobre su hombro, esbozando una sonrisa.
#25533 en Otros
#7784 en Relatos cortos
#39030 en Novela romántica
#6425 en Chick lit
Editado: 24.12.2020