Mordida por error, enamorada por accidente.

CAPÍTULO 4 — La noche que debería haber evitado.

Después del beso en la playa, pasé la mañana entera tratando de convencerme de que no estaba pensando en Kael cada cinco minutos.
No estaba enamorada.
No era eso.
Pero… me gustaba. Bastante.

Y justamente por eso acepté la invitación a la fiesta de esa noche.

Mala idea.
Muy mala idea.
Pero yo aún no lo sabía.

Alicia insistió:

—Elena, ¡tienes que venir! Kyle va a estar ahí.
—Alicia, no voy a ser tu veladora humana —respondí.
—No vas a serlo —mintió—. Solo… acompáñame.

Suspiré.
Me puse un vestido negro sencillo, maquillaje suave, y dejamos que un taxi nos llevara al lugar.

La fiesta era en una casa enorme, iluminada con luces doradas y música fuerte. Había mucha gente, olor a perfume caro, alcohol y mar.

Todo normal… por ahora.

Alicia voló hacia Kyle en cuanto lo vio.
Yo me quedé atrás, cerca de una mesa con bebidas.
Tomé una copa de algo que sabía dulce y fuerte al mismo tiempo.

Una.
Dos.
Tal vez tres.
No llevaba la cuenta.

Y entonces, lo sentí.

Una mirada.

No sé cómo explicarlo, pero sentí que alguien me estaba viendo antes de encontrarlo.

Y cuando lo vi…

El aire se me fue del cuerpo.

Un hombre alto, piel pálida y perfecta, cabello negro peinado hacia atrás, ojos café oscuro como si guardaran tormentas.
Su presencia era… pesada.
Intensa.
Atractiva de una manera que daba miedo.

Y, aun así, no podía mirar hacia otro lado.

Él empezó a caminar hacia mí como si ya me hubiera elegido.
Como si supiera mi nombre antes de escucharlo.

—No deberías estar sola aquí —dijo con una voz tan suave que me dio un escalofrío.
—No estoy sola —respondí, aunque Alicia estaba quién sabe dónde—. Tengo a mi amiga cerca.
—Tu amiga está ocupada —replicó.
Y tenía razón.

Se quedó frente a mí, demasiado cerca para un desconocido, pero yo no podía moverme.
No quería hacerlo.

Era como si mis sentidos estuvieran… alterados.

—Soy Corvin —se presentó.
—Elena —respondí yo.

Él tomó mi mano y la besó suavemente.
¿Quién hace eso en una fiesta?
Pero en él se veía… natural.
Hipnótico.

—Elena… —repitió mi nombre como si le gustara saborearlo.

Mi corazón empezó a latir rápido.
Era una reacción absurda, irracional.

Quizás era el alcohol.
Quizás era él.

—Pareces perdida —dijo él, inclinándose un poco hacia mí.
—Estoy… —tragué saliva— estoy bien.

Corvin sonrió apenas.

—No lo estás, pero está bien. Puedo ayudarte a sentirte mejor.

Sentí mis mejillas arder.
Estaba coqueteando conmigo de la forma más elegante y peligrosa posible.
Y yo lo dejé.

Porque había algo en él.
Algo que no entendía.
Algo que me atraía más de lo que debería.

—Ven —susurró.

No me tomó la mano, pero mis pies lo siguieron.

Entramos a un pasillo más silencioso.
La música se escuchaba lejos.
El mundo se volvió pequeño.

Él se acercó.

Y yo no retrocedí.

—Elena… —murmuró de nuevo.

La forma en que lo dijo me derritió.
No sé si fue el alcohol, la tensión, o su aura… pero lo besé primero.

Él respondió al beso con una suavidad que me desarmó.
Sus labios fríos contra los míos…
Su mano en mi cintura…
Mi corazón acelerado…
Y su respiración tan cerca de mi cuello…

Sentí un cosquilleo extraño.

Un toque.
Una presión leve.
Un pinchazo suave.

Pensé que era solo la intensidad del momento.
Pensé que era el mareo del alcohol.

No supe la verdad.

Luego, cuando él separó sus labios de mi cuello, me miró con una calma inquietante… como si hubiera obtenido algo.

—Eres… deliciosa —susurró.

Yo apenas podía pensar.
Solo podía sentir el vértigo y una calidez en la piel.

—Corvin… —dije, medio perdida.

Él sonrió de nuevo, con esa sonrisa peligrosa que no supe interpretar.

—Nos volveremos a ver, Elena.

Y se fue.
Así, de la nada.
Dejándome apoyada en la pared, tratando de entender qué había pasado.

Sentí un pequeño ardor en el cuello.
Lo toqué.
Solo una línea delicada.
Como si me hubiera rozado con algo.

No le di importancia.

Debí hacerlo.

Pero yo no sabía nada todavía.
Solo que había besado a un hombre que no iba a poder olvidar.

Un hombre que ya había dejado su marca en mí.

Y yo… no tenía idea.




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