Advertencias: Esta historia es para un reto de escritura de los Escritores inefables que estoy haciendo para conseguirnos más publicidad, perdón a todos los lectores de Sin City… ya que es un extracto de esta *Guiño, guiño, codazo, codazo* a los nuevos.
Disclaimer: blablablá, Neil, no seas capullo que tú nos diste permiso para escribir fanfiction.
Premisa: Pero hey, ¡las risas no faltaron! A se lastimó de forma tonta o en una zona inconveniente del cuerpo, ahora debe buscar cómo hacer que B le ayude sin que se entere.
Crowley mira a Aziraphale y le sonríe. El ángel sonríe un poquito también al ver que lo hace y se estira... cerrando los ojos y dándole un beso en los labios porque al fin ha terminado todo.
El demonio levanta las cejas sin haberse esperado eso, pero casi enseguida cierra los ojos para devolvérselo.
Se podía todo el cielo ir a la... irse... ¡muy lejos! Hoy. Al menos hoy. Los muy... ¡malos!
Al infierno, se podían ir todos.
Esta vez Aziraphale sí que le abraza hasta con las piernas. Vale, demonio suertudo, ahora lo has hecho bastante bien.
¡Ja! Ni sabe qué, pero ¡ja!
Van a quedarse ahí, en el sofá de la librería hasta que Crowley se quede dormido. Si Aziraphale supiera dormir creo que se lo quedaría también. De hecho muy probablemente no se quede dormido, pero por una vez no se quede leyendo tampoco, sino acostado ahí, abrazándole y mirándole un poco de manera incomoda e intensa.
Ya podrías chasquear los dedos y hacer de esto una cama, veras cuando empiece a desparramarse y a moverse de un lado a otro.
Aziraphale durmiendo así boca arriba derechito y Crowley abrazándole de un lado, luego del otro, luego con una pierna encima.
Noche uno: Puede soportarlo.
Ya, ya. Noche doce: Quiere estrangularlo. Lo sabemos.
Por lo pronto aún le parece mono. Vamos a ver si le deja dormir mucho porque no es bueno para mantenerse en silencio.
Ya, ya. Míralo de este modo: Noche cuatro... es Crowley quien quiere estrangularlo a él.
No va a hablar todo el rato pero después de tres horas...
El demonio va a tomar un libro, se lo va a enchufar a la cara y luego se va a hacer pequeñito a dormir de cucharita mientras lee.
¡Pero ya es de día casi! Pero vale, vale.
Que va a ser de día. Además, insistimos, las mañanas son cosas que les pasan a otras personas, no a Crowley.
Al rato que quieras atención va a estar leyendo, aunque admite que no le molesta en lo absoluto leer así.
¡No era un libro tan gordo!
Cuando acabe ese va a leer otro con eso de que Crowley no tiene mañanas... Pues a leer la enciclopedia británica otra vez.
Uno que te dure hasta el mediodía.
Va a negarlo pero seguro sí sabe de qué número de páginas debe ser el libro para que dure cierto tiempo.
Pues claro que lo sabe, casi lo sabe hasta Crowley.
Ugh. Pues hasta el mediodía necesita varios. O uno bastante gordo, a las diez de la mañana va a darle unos besos porque hablar no parece funcionar pero los besos son nuevos.
¡Ala! Todos usando lo mismo en beneficio propio.
¡Pues claro! ¿Qué se puede hacer si no? Más que ver si el bello durmiente, despierta.
Sí que se despierta, aunque le va a morder primero.
¿¡Morder?! ¿¡Qué?!
¡Pues no está acostumbrado a que le bese nadie! Es como un... reflejo, ¡a saber qué soñaba!
El chillido del ángel, sin esperárselo.
Crowley le suelta automáticamente cuando chilla, despertándose por completo.
—Pero que... ¡Crowley! —protesta indignado, seguramente sangrando dramáticamente.
—¿Q-Qué? ¿Qué? —parpadea al notar que... ¿eso es carmín?
No, sería hermoso que fuera carmín. Súper tierno y romántico. En contraste con...
—¡Dime que no sueltas veneno! Cielos... empiezo a tener los brazos dormidos... —el muy dramas.
—¿Qué? ¿Veneno? —Crowley sigue repitiéndolo todo descolocado, como si acabara de despertarse hace cinco segundos, lo que, de hecho, es exactamente lo que ha pasado.
—¡Y me duele! No vuelvo a darte un beso NUNCA —decide Aziraphale de manera súper dramática. Súper súper dramática.
—¿Q-Qué? —el DRAMA. Parpadea preocupado aun sin saber qué ha pasado.
—¡No siento ahora la lengua! ¡Voy a morirme! —lloriquea un poco sacándola de la boca y palpándosela.
—¿Pero qué ha pasado? —insiste y levanta las manos.
—¡Me has mordido! —le acusa.
—¿Yo? —de nuevo el parpadea descolocado.
—¡Sí, tú! ¡Como una serpiente! —insiste, señalándole con el dedo.
—No... No puedo... no... ¿¡Cómo voy a saber yo si soy venenoso?! —le mira, un poco horrorizado.
—¡Pues... pues! ¡Son tus dientes! ¡Yo solo quería darte un beso! —lloriquea.
—L-Lo siento, ni siquiera me he dado cuenta —le toma de las mejillas intentando ver qué tanto ha hecho.
Aziraphale le mira todo asustado con las dos manos en la boca. Crowley se las intenta apartar un poco. Finalmente se deja, así que le mira el labio y... maldita sea, sí le ha hecho sangre.
¡Claro que sí!
—¡Yo SOLO iba a despertarte! ¡No esperaba que me arrancaras un trozo!
El demonio le pasa un poco el pulgar por encima y se muerde su propio labio preocupado porque no sabe si es venenoso ¿Y si es venenoso? O sea, nunca se había muerto nadie por un mordisco suyo que él supiera, pero tampoco es como que fuera por el mundo mordiendo a la gente.
—¡No siento las piernas! —te has asustado, que es distinto.
—Vale, calma, calma... L-Lo siento, no esperaba que... Yo no... No sabía que...
—¿¡Y vas por ahí mordiendo a la gente?! —se le echa un poco encima.
—¡No! Pero no puedo ser venenoso. S-Solo las... las serpientes pequeñitas lo son.
—Eres un demonio, ¡Seguro eres el más venenoso de todos los venenos del mundo! Esto... ¡Debe ser un castigo divino!