La magia es como un tesoro invaluable en la infancia, ya que despierta la curiosidad, alimenta la imaginación y fortalece la fe en lo extraordinario. A través de cuentos de hadas, ilusiones y mundos fantásticos, los niños aprenden a ver más allá de lo tangible, a creer en lo imposible y a buscar la belleza en lo inesperado. La magia les brinda un refugio donde los límites desaparecen y todo es posible, fomentando así su creatividad y su capacidad para soñar despiertos. Es fundamental proteger este sentido de asombro y encanto, ya que sienta las bases para un espíritu lleno de esperanza, resiliencia y una perspectiva llena de posibilidades en el mundo que los rodea.