Morgana

Capítulo 3

En aquel instante, la mente de Merlín se vio transportada lejos de la cabaña, llevándolo a un lugar donde la figura de Morgana emergía bajo un intenso claro de luz. Su cuerpo emanaba pureza, sencillez y humildad. Reflejando un ser lleno de bondad y luz. Sin embargo, poco a poco, ese brillo celestial comenzó a desvanecerse, dejando al descubierto una transformación inquietante. A medida que la oscuridad se apoderaba de ella, la imagen de Morgana se tornaba en un horrible monstruo, cuyas facciones distorsionadas eran un reflejo del odio, la tristeza y el resentimiento que la consumían. Merlín observó con horror como esta abominación le mostraba visiones de un futuro sombrío, rebelando el daño que causaría a la humanidad al sumergirla en una profunda tristeza por sus actos de maldad. La lucha entre la luz y la oscuridad se hacían más palpable que nunca y, el mago sintió que su corazón se oprimía ante el destino que podría desencadenarse.

Aquella imagen de Morgana se desvaneció de su mente, dejándolo frente a la ventana, con el eco de sus pensamientos girando en un torbellino incontrolable. Sin embargo, esa confusión mental se disipó de inmediato cuando un doloroso y desgarrador grito resonó a través del bosque. Un lamento que parecía salir de la tierra misma. Las hojas de los árboles temblaron como si estuvieran bajo el influjo de un viento helado. Permaneció inmóvil con la mirada fija en el horizonte, sintiendo como la angustia se apoderaba de él.

  • ¡Morgana! –murmuró- ¿Qué es lo que harás? –un escalofrío recorrió la atmósfera cuando, de repente, un nuevo grito resonó en las cercanías de la cabaña. Merlín retrocedió a toda velocidad, sintiendo como la oscuridad lo envolvía. El eco del grito reverberaba en el aire, anunciando que algo maligno se acercaba- debo hacer algo –cerró sus ojos, mientras respiraba profundamente- Morgana, escucha mi conjuro, tu magia oscura en sombras se tornará. Y el mundo de oscuridad cubrirás. Con cada hechizo que de tus labios surja. El eco del mal resonará en la noche. Pero ten cuidado, pues el poder que invocas, se te regresará por triplicado, destruyéndote a ti misma hasta que la última chispa de magia en tu ser haya desaparecido –suspiró- pero eso no es todo, te ato en este instante para que todo maleficio que evoques no cause la muerte de ningún inocente. Estos encantos solo te atarán a quienes lleven nuestra sangre, y solo quienes tengan el corazón puro podrán romper las cadenas de odio que aprisionan tu alma para que puedas alcanzar aquella luz que algún día brilló en tu interior. Y cuando ese día llegue, tú sabrás que hacer. Que las estrellas guíen tu camino sombrío. Y que la magia del destino revelen el sendero hacia la redención que tanto anhelas.

Débiles lágrimas recorrieron sus mejillas por aquello que acababa de hacer, pero no tenía otra alternativa. Como protector de la humanidad y devoto practicante de la magia blanca, debía alinearse con sus principios como mago de luz ya que No podía permitir que Morgana trajera la oscuridad al mundo. Esa responsabilidad caía sobre sus hombros como un yugo. Y cada decisión lo llevaba a un abismo de dolor. Sus piernas flaquearon, dejándolo caer de rodillas sobre el suelo frio y duro, mientras ocultaba su rostro entre las manos, tratando de ahogar las penas que lo consumían.

En ese momento un denso humo de color negro comenzó a generarse en medio de la habitación, como si la misma oscuridad estuviera tomando forma a su alrededor. Ante él, apareció la hermosa figura de aquella mujer con cabellera dorada. Su presencia era a la vez cautivadora y aterradora. Los rasgos de Morgana se acentuaban con más intensidad, cada línea de su rostro reflejando el poder oscuro que la poseía. Era un espectáculo inquietante, su belleza angelical se entrelazaba con una maldad palpable, creando una dualidad que helaba la sangre.

Merlín sintió como el aire se tornaba pesado, una mezcla de temor y compasión invadiendo su corazón al darse cuenta de que enfrentarse a ella no solo significaba luchar contra el mal, sino también confrontar el dolor que ambos compartían en sus almas. La batalla que se avecinaba no solo sería física, sería una lucha por las almas perdidas, por la luz que aún podía resplandecer en medio de tanta oscuridad.

  • ¡Tú lo sabias! –la voz de Morgana hizo estremecer todo a su paso- ¡Tú lo sabias y no me lo dijiste!
  • ¡Morgana, yo…! –comenzó a decir pero fue interrumpido.
  • ¡Esos cazadores mataron a gran parte de los ciervos de nuestro bosque! –la furia de la bruja se percibía en cada una de las palabras- ¡Mataron a esos pobres e indefensos ciervos. Sin piedad y sin remordimiento. ¡Qué clase de humanos son para cometer un acto tan cruel como ese! –sus ojos se clavaron en los de Merlín- que les hicieron esos ciervos para que les arrebataran sus vidas –sus ojos comenzaron a perder brillo- ¡Pobres criaturas, me doy cuenta que los humanos son seres despiadados y sin corazón. Merecen ser castigados!-

¡Morgana, no! –dijo Merlín, mientras se reincorporaba.-

¡Todos estos años me lo has ocultado! –Exclamó- ¡Creí conocerte pero, eres exactamente igual a ellos!-

¡Morgana, no es lo que crees! –Dijo, mientras se acercaba a ella- ¡Déjame explicarte!

  • ¡No te acerques! –la bruja, con una sonrisa traviesa en su rostro, levantó su varita y la apuntó rápidamente hacia Merlín. De la varita brotó un destello rojizo que surcó el aire con una velocidad asombrosa. Impactando de lleno en el cuerpo del hombre. En un instante, Merlín fue elevado por los aires, como si fuera una hoja arrastrada por el viento, hasta que finalmente cayó estrepitosamente sobre una mesa de madera cercana. El impacto fue tan fuerte que la mesa se rompió en varios pedazos- ¡Todos pagarán por lo que han hecho!
  • Morgana, no dejes que el odio te consuma –susurró Merlín con dificultad.
  • ¿Qué sabes tú del odio? Nunca lo has sentido y mucho menos lo has visto en los ojos de aquellas personas. Pero supongo que el odio es similar a la traición –los ojos de Morgana se posaron sobre los de Merlín.
  • La traición y el odio son dos cosas muy diferentes, Morgana.
  • Entonces, explícame… ya que la traición es tu materia favorita –soltó la bruja, mientras sus ojos se tornaban completamente negros.
  • ¿A qué te refieres? –la voz de Merlín estaba sobrecargada de dolor.
  • La traición es algo que conoces perfectamente ¿No es cierto? –una enorme sonrisa se dibujó en el rostro de la bruja- creíste que no me daría cuenta de lo que has hecho, mejor dicho, de lo que me hiciste –una vez más el cuerpo de Merlín fue elevado por los aires, a causa de un nuevo destello que emanó de la varita de la bruja. El impacto lo lanzó con fuerza contra una de las paredes de la habitación, donde se estrelló con un estruendo que resonó en todo el lugar. Cerró los ojos, sintiendo como el dolor se propagaba a través de todo su cuerpo- sentí tu maleficio cuando lo terminaste de evocar. Creí que eras diferente, pero me equivoqué.




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