La habitación estaba sumida en la penumbra, iluminada solo por la tenue luz que proporcionaban los candelabros que colgaban de algunas paredes. Matías, con su espada en mano, se plantó firme sobre el suelo, mientras su respiración era un eco de determinación y nerviosismo. La armadura mágica, con su brillo plateado y ojos resplandecientes como carbones encendidos, avanzaba hacia él con pasos pesados que resonaban como tambores de guerra.
Matías atacó primero, lanzando un golpe lateral con su espada, esperando desestabilizar a la armadura antes de que pudiera reaccionar. Sin embargo, la criatura se movió con una agilidad sorprendente para su tamaño, bloqueando el ataque con un brazo metálico que resonó al impacto. El choque vibró en los huesos del príncipe, pero no se detuvo, solo dio un paso atrás y se preparó para un nuevo asalto. Con un grito de guerra, lanzó una serie de ataques rápidos, cada uno más decidido que el anterior, buscando cualquier abertura en la defensa impenetrable de su oponente.
Cada golpe era meticulosamente calculado, pero la armadura se mantenía firme, resistiendo cada embestida con una calma inquietante. A medida que Matías luchaba, sentía como el sudor comenzaba a resbalar por su frente, ya que el esfuerzo físico era inmenso. La armadura contra atacó con una furia desatada. Un puño metálico se lanzó hacia Matías como un rayo, tomándolo desprevenido, dándole apenas tiempo para rodar hacia un lado y esquivarlo. El golpe hizo temblar el suelo bajo sus pies, dejando una marca profunda en la piedra donde había impactado. Aprovechando la oportunidad mientras la criatura se recuperaba del ataque fallido, Matías se levantó rápidamente y proporcionó un nuevo golpe, haciendo que una pequeña parte de la armadura se fragmentara y cayera al suelo.
Seguidamente, se deslizó hacia atrás, buscando crear espacio entre ellos. Respiró hondo, teniendo en cuenta que debía ser más astuto. Segundos después, se lanzó a toda velocidad en dirección a su oponente, con una determinación que iluminaba su rostro. Con cada fibra de su ser, concentró su energía en un nuevo golpe, un ataque que prometía ser devastador. Sin embargo, la armadura imperturbable y poderosa, levantó uno de sus robustos brazos y detuvo el ataque con una facilidad asombrosa. En ese preciso instante, un fuerte golpe resonó en uno de los costados del príncipe, enviándolo a volar por los aires como si fuera una pluma arrastrada por el viento.
El impacto de su cuerpo contra el suelo fue brutal. Golpe que hizo que un intenso dolor se extendiera por todo su ser, como si el frío intenso lo reclamara. Las fuertes pisadas se escuchaban cada vez más cerca, haciendo que la superficie helada vibrara sutilmente bajo su peso. En medio de la confusión y el mareo, Matías logró vislumbrar un destello borroso, anunciándole que la espada de la armadura descendía a toda velocidad, obligándolo a rodar por el suelo en un intento desesperado por esquivarla. Pero no hubo tregua, la espada se elevó nuevamente por el aire, haciéndolo sentir que estaba atrapado en medio de una guillotina mortal que se abalanzaba sobre él con una ferocidad implacable.
En un momento de descuido por parte de la armadura, el príncipe vio su oportunidad de brillar, y con un grito lleno de determinación, lanzó un fuerte golpe con su espada hacia uno de los costados de su oponente. El impacto resonó con fuerza, haciendo que una parte del metal volara por los aires en un espectáculo de chispas y fragmentos. La criatura retrocedió unos cuantos pasos, sorprendida por la ferocidad del ataque, lo que le otorgó al príncipe el espacio necesario para levantarse y volver a embestir en el mismo lugar. Esta vez, su espada fragmentó aún más el metal, provocando que otra sección cayera al suelo con un estruendo sordo.
Los ecos del combate llenaron la habitación mientras Matías golpeaba y esquivaba, sintiendo como la adrenalina lo impulsaba a seguir. La armadura contra atacó con una fuerza devastadora, sus puños y su espada dejando marcas profundas en el suelo y las paredes. De pronto, un golpe certero hizo que el príncipe se tambaleara hacia atrás, casi perdiendo el equilibrio. En ese instante crítico, recordó las enseñanzas de su maestro, la paciencia y la estrategia son tan importantes como la fuerza bruta.
Se tomó un momento para recuperar el aliento y observar a su enemigo. La armadura mágica parecía imparable, pero Matías notó algo peculiar, ya que en una de las grietas de su torso, se producía un pequeño resplandor de color rojo. Así que decidió cambiar su enfoque, en lugar de atacar frontalmente, comenzó a moverse ágilmente alrededor de la criatura, buscando una oportunidad de alcanzar esa vulnerabilidad. Con cada movimiento, su mente trabajaba rápido para anticipar los movimientos de su oponente, mientras mantenía sus sentidos alerta ante cualquier cambio en el comportamiento de la criatura.
Finalmente, después de lo que parecía una eternidad de lucha feroz y estrategias astutas, Matías encontró su momento decisivo. Con un salto audaz y un giro preciso, se posicionó frente a la armadura justo cuando esta levantaba su brazo para asestar un golpe destructivo. Con toda su fuerza canalizada en un solo movimiento, hundió su espada en la grieta del torso, atravesando el destello rojizo que se encontraba en el interior de la armadura. De inmediato, un estallido de luz mágica iluminó toda la habitación, mientras la criatura se desboronaba frente a él, convirtiéndose en un cegador resplandor.
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Editado: 16.12.2025