Con voces al unísono, los centauros gritaron:
-¡Salve Nuestra Diosa! ¡Ha regresado!-
Pacem se levanta y extiende su mano, el gran Centauro Blanco hace una reverencia se le acerca y dice;
-¡Diosa hágase su voluntad!-
Ella le dice algo en un idioma que no había escuchado, pero que el centauro entendió perfectamente. ¿Se había ido mi hermana o seguía siendo ella?. La cabeza me daba vueltas tratando de entender, aunque sospechaba que Spero sabía, ya que las lágrimas brotaban de su cara como un río. Umbra, que ya se había recuperado un poco, la abrazó con su brazo derecho mientras el batallón de soldados comenzaba a salir de aquel mágico lugar. Solo quedamos nosotros cuatro y el centauro. Se acerca a nosotros y con una reverencia comienza a hablarnos.
-Mi nombre es Geyller. Gracias por traer a nuestra Diosa de vuelta. Habíamos perdido la esperanza de volver a verla. Raava reencarna cada cien años. Se suponía que ella debió aparecer hace diez años, hasta hoy… estamos en deuda con ustedes, pueden quedarse el tiempo que deseen y tomar lo que necesiten…
Spero, desesperada corre hacia donde está Pacem, un poco antes de llegar, se detiene baja la cabeza y con lágrimas en los ojos le dice;
- ¿Aun eres mi hermana?
Pacem, voltea y la mira sin decir una palabra mueve suavemente la cabeza en forma negativa, y con voz muy baja... casi no pude oírla pero estoy segura de que dijo -ya no existe-.
Spero, sin aliento, cayó de rodillas, golpeando el suelo de manera frustrada. Terminó lastimándose las manos hasta que le sangraron. Me acerqué a ella. La tristeza se podía ver en mi rostro pero no podíamos hacer más nada… Coloqué mi mano en su hombro…
-Vamos a casa-
A lo que me respondió:
-¡No!, no hemos llegado hasta aquí para nada Vis, el sacrificio de Pacem no será en vano…-
Se levantó y fue a donde estaba Geyller...
-Debemos partir a las tierras altas, necesitamos transporte, medicinas y comida, luego nos iremos…-
A lo que Geyller contesta:
– Síganme-
Mientras Spero seguía a Geyller… volteé y vi a quien alguna vez fue mi hermana. Un suspiro y una lágrima recorren mi mejilla. Dándole la espalda me dirijo a donde está Umbra y lo ayudo a caminar… confundido, me pregunta:
-¿Qué le pasa a Spero?, no parece ella-
A lo que en voz baja y a una distancia de unos seis pasos de ella, le contesto:
-No lo Acepta-
Él me lanza una mirada confundido y me dice;
-Luego hablamos, creo que ya llegamos-.
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Editado: 05.06.2018