—¿Acaso está insultando mi buen liderazgo?
—No se lo tome personal, Alteza. Todos aquí presentes creemos que eso sería lo justo.
—Casi todos en esta mesa hemos opinado, pero hay uno en especial que se ha mantenido al margen de la conversación. Hécate, ¿cuál es su postura dentro de todo esto? —la atención de Celestia se centró totalmente en Magnus.
—La primera pregunta que deberíamos estarnos haciendo, con todo respeto Majestades, es: ¿cuáles son las intenciones de levantar un consejo que una a los seis reinos? Cada uno de nosotros ha gobernado su propia tierra a su manera, y han sido siglos, al menos desde que yo ocupé el trono de Mortum, que jamás escuché hablar sobre alguna disputa. No veo el resultado de imponer un consejo.
A Vallarte le tembló el entrecejo.
El rey vio la seriedad tan aplastante en la voz de Magnus, y sin el uso de violencia o amenazas, el gran Mandato de la muerte le aseguró una buena e interesante conversación. Y ese era quizá lo más peligroso del segundo Mandato. Magnus podría ser famoso por su libertad exagerada, por sus bromas, sus risas y su manera tan calmada de ver su existencia. Pero cuando Hécate se topaba de frente con algún problema o algún peligro, su verdadero rostro de estratega, su frialdad, deducción e instinto homicida salían a flote como el más vil, ruin y peligroso rey que el Otro Mundo hubiese conocido. Magnus solía ser tranquilo y muy relajado, pero amenázalo, o has algo para que se sienta inquieto, y tendrías ante ti a una máquina de aniquilación total.
—Tener un mejor control…
—¿Control sobre qué?
Los ojos de Celestia brillaron interesados cuando Magnus afiló aún más su tono y su mirada.
—¿Cómo que sobre qué? Sobre todo. Sobre nuestras nuevas reglas, sobre nuestras tradiciones, sobre nuestra economía…
—Eso no tiene sentido. La economía no es igual en todos los reinos. Muchas veces el Otro Mundo se abastece del mundo gernardo, y en mi caso, rey Vallarte, ni siquiera tenemos que pagar por alimento.
—¡Ve ahí el problema! Ustedes se alimentan de sangre.
—¿Y eso qué tiene que ver? ¿Acaso alguna vez he venido profanando los seres de tu tierra?
—Eso no podría asegurarlo.
—Cuide sus palabras, Soberano —le contestó Kazuko—. Al estar dudando de la palabra del Mandato de la muerte, estaría ofendiendo también nuestra credibilidad.
—Disculpad mi alteración y mi poco respeto. El Mandato Hécate tiene razón. A simple vista no hace falta un consejo.
—En realidad no hace falta —aseveró Adamaris.
—Se arrepentirán si no lo aceptan.
—¿Es una amenaza?
—Es una mirada al futuro.
—¡JA! —Kazuko soltó una estrepitosa carcajada—. No me habléis de premoniciones que mi tierra está llena de dúrkeles.
—Nosotros somos la primera tierra, fuimos los primeros en llegar y por lo tanto somos los únicos que conocemos el Otro Mundo.
—¿Crees que no hemos evolucionado desde entonces?
—Y por lo mismo necesitan un rey a cargo.
—¿Un rey? —la siguiente en reír fue Adamaris—. ¿Usted nos está tomando el pelo?
—Alta Marea es una fuente muy grande de magia. Tanto que si nos place podríamos Recitar la Gran Magia sin sufrir grandes daños. Somos los controladores de los océanos y los mares, de todos los demonios marinos y los visitantes de los Mares del Oeste.
—La Gran Magia —la palabra se asentó en la lengua de Magnus como la sensación más cálida—. No eres el único que la puede controlar.
—No, pero sí el único que no recibiría grandes daños.
—Quizá me equivoque con lo que voy a decir, y corregidme los demás si he cometido un error, pero mi tierra ya estuvo liderada por un poder muy similar a la Gran Magia.
—¡Alabe Zacarías! —gritó Kariomel—. ¡El gran Mandato de Mortum! Sin ofenderte, Magnus.
Un par de risillas reverberaron por todo el salón, e incluso a Hécate se le curvaron ligeramente los labios hacia arriba.
—¡Magia negra! ¡Eso es lo que pasa con ustedes los vampiros! —Vallarte golpeó con fuerza la mesa, tanto que la madera se agrietó y todos los presentes guardaron silencio—. ¡Tu descendencia viene de todo lo negro! ¡Tú desciendes del mal y tu tierra siempre ha estado condenada a la ruina y desdicha, es por eso que eres el último de los reinos en la lista! ¡Necrófagos, drenadores, asesinos y practicantes de la brujería!
—¡BASTA! —todo se cimbró cuando Kiroto se puso de pie—. No permitiré que sigas, pues al ofenderlo a él, ofendes a todo mi reino. Las más grandes wiccas se encuentran en mi tierra, y yo, ¡como su protector me batiré en duelo con cualquiera que amedrente su honor!
Y cuando el silencio por fin regresó a la sala, Celestia se puso de pie.
—Por mi parte me retiro y me rehúso a su petición, Monarca.
—Nosotros también la declinamos —Adamaris y Kazuko también se levantaron.
Kareomel, Kiroto y Magnus también se marcharon. Todos respondiendo con una negativa que no hizo más que enojar al rey de Alta Marea.
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Editado: 07.05.2024