Mortum: El Palacio De Los Vampiros (libro 1)

Cap. 8. El vampiro que alguna vez me vio a los ojos (Parte 3)

—No lo sé. La que sabe ese tipo de cosas es Alexa.

—Niar, Alexa no está aquí, e ir a buscarla sería perder el tiempo. Vamos, dame la mano.

Stephanie estiró sus manos mojadas por la lluvia, se aprendió a las manos de él y entonces sucedió. Niar cerró los ojos y sus labios se le pusieron increíblemente negros.

—¿Qué ves? Niar, ¿qué estás viendo?

—Dios, Dios…

—¡Niar!

—Es Steve. Lo está matando el veneno.

—¿El veneno? ¡Eso es imposible! Yo misma le succioné todo el veneno.

—Espera, hay más. Ya los veo, hay varios hombres en formación…

—¿Nosotros?

—No. Son seis. Están vestidos con túnicas y un cono en la cabeza. Están quemando algo, o más bien a alguien. No puede ser, todo esto lo vi en mi sueño.

—¿Puedes ver quiénes son?

—No. Tengo miedo.

—Tranquilo, estoy aquí contigo. Niar, ¿a quién están quemando? ¿Puedes acercarte?

—Tengo miedo.

—Vamos Niar, yo sé que puedes hacerlo.

El muchacho comenzó a sudar y después las lágrimas escurrieron por sus mejillas.

—Stephanie, tengo miedo.

—Tú puedes.

—No lo veo bien pero es un hombre… Está gritando, grita horrible…

—Ve su rostro. ¿Quién es?

—Es blanco… El fuego le está consumiendo la parte derecha del rostro… Tiene colmillos. Stephanie, es un vampiro… ¡Me vieron! ¡Vienen hacia mí!

Entonces él se soltó y su cuerpo se estrelló contra el espejo de su habitación que se partió en pedazos.

—¡Niar! ¡¿Estás bien?! ¿Te has cortado?

—No —hiperventiló—. Todo está bien, tranquila, estoy bien.

—Rápido, tenemos que irnos. Steve está en problemas.

Sin darle tiempo a sobreponerse, ella lo cargó, lo colocó sobre su espalda, abrazó sus piernas alrededor de su cintura y él le clavó las uñas.

—¡Espera! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Nos vamos a matar!

El vendaval tenía una fuerza sobrehumana. Sus vientos golpearon a Stephanie y la hicieron retroceder. Niar temblaba, y no precisamente por el miedo, pues allá afuera el viento estaba gélido.

—¡Cuidado con eso!

Pero cuando Stephanie trató de esquivarlo, era tarde, su cuerpo se estrelló con un par de enormes botes de basura que salieron volando y revolcándose sobre un bulto oscuro que estaba en cuclillas sobre el suelo.

—¡¿Qué te pasa?! —alguien les gritó, pero ella no se detuvo a disculparse. En ese momento no tenía ni siquiera tiempo de pensar: ¿qué hacía una persona en medio de aquella feroz tormenta?

—¡Niar, ya vamos a llegar! ¡Resiste!

Afortunadamente la casa de Steve no estaba lejos, y en menos de dos minutos por fin llegaron.

—¡¿Tienes permiso para entrar?!

—¡Eso y más! —ella brincó recibiendo todo el golpe de los vidrios sobre su cuerpo.

Steve estaba cubierto de sudor, las venas se le remarcaban en la carne, tenía los labios morados y la lengua negra. Cuando Steph le descubrió el cuello, su sorpresa fue inenarrable. La mordida de Scott se le estaba pudriendo.

—Está muy mal. ¿Qué vamos a hacer?

—¿Sus padres están en casa? ¿Podrán oírnos?

—¿Y qué quieres que les digamos? ¿”A su hijo lo mordió un vampiro”?

—Me refiero a que si están aquí, nos meteremos en problemas.

—¡Par de estúpidos, miren lo que me hicieron! —Danisha se asomó por la ventana, tenía la ropa escurriendo y llena de desperdicios. Ella era la persona que estaba entre los botes de basura que Stephanie derribó sin querer—. ¿Qué le está pasando a Steve?

—Dani, recuerda que no puedes entrar sin…

Pero ella entró perfectamente. ¿Cómo? Eso era algo que nadie quería saber.

—¡Danisha! Debes ir por Alexa. Steve está muy mal.

—¡¿Qué estás diciendo?! ¿No se supone que le habías sacado el anequio?

—¡No hagas preguntas y vete!

Ella y Niar se dedicaron a colocarle paños de agua fría en la cabeza. Stephanie se acercó a él, le acarició la frente y trató de darle un beso en la mejilla.

—No importa lo que tenga que hacer. Si está en mis manos, te salvaré la vida como sea.

—Me duele…, me duele mucho.

—¡Niar! Tú viste esto, sabes qué podemos hacer.

—¡No sé! Vi tantas cosas pero ninguna de ellas tenía sentido… —pero cuando trató de cambiarle el paño de la frente, una nueva premonición se arremolinó en sus ojos.

—¡Niar!

—¡ESTÁN QUEMANDO A SCOTT!

—¿Quéééééééé? —pero entonces, un par de bultos humanos le cayeron encima. Danisha y Alexa habían llegado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.