Mortum: El Palacio De Los Vampiros (libro 1)

Cap. 11. Conflictos emocionales (Parte 1)

-Polcröre, amporonüs, quinësis bestigüm.

Todo se quedó en silencio.

—¿Qué se supone que debía pasar?

—¡Silencio! Saben que mi magia tarda en hacer efecto.

Alexa había colocado un vaso con agua en el centro de la mesa. Esperaba poder moverla controlando el elemento del agua, pero en lugar de eso, un terrible golpe los hizo brincar y esconderse.

—¡¿Qué fue eso?!

Cosas que como vampira, Stephanie debería recordar: pedir permiso antes de entrar a una casa.

—¡Abran la puerta, soy yo! —gritó mientras golpeaba el cristal con las manos.

—¿Quién es yo?

—¡Maldita sea, Derek, voy a matarte si no me abres!

—Ya, ya, tranquila. La vas a romper y después mi madre me obligará a comprar una nueva —el muchacho levantó las persianas.

—Tienen que ayudarme. Es Danisha, está en problemas.

—¿Danisha en problemas? Cuéntanos algo nuevo.

Steph rugió, sus ojos se pusieron amarillos y sus colmillos demostraron la furia que le provocó aquel comentario.

—¡Es en serio! Dani está mal, me habló de su pasado, un pasado que incluso a mí me ha dado miedo, yo sé que si me hubiese rehusado a acompañarla jamás habría pasado esto, es mi mejor amiga y no lo he notado antes, ¿por qué tuve que esperar a terminar en un jodido cementerio para entender que algo andaba mal con ella?

—Wow, wow, más despacio. ¿Dijiste: cementerio? ¡¿Fueron a un maldito cementerio, solas?!

—¿En que estaban pensando!? —Steve se llevó las manos a la cabeza.

—¡No puede ser! Las dejamos solas un par de minutos y resulta que se la pasan visitando cementerios.

—Me sorprende que no se hayan incinerado.

—¡Dejen de reprenderme! ¡Danisha está en problemas y me da miedo lo que pueda hacer!

—Derek, Edwin —Steve se dirigió a ellos—, ustedes esperen aquí. Volveremos pronto. Espero.

Y entonces emprendieron el camino de regreso al cementerio, muy cerca de Norland, Stephanie cargando en su espalda a Alexa y Steve a Niar. Era imposible encender un incienso, por lo que a Steve, Alexa y Stephanie no les quedó más que aguantarse el hedor que destilaban sus cuerpos.

—Esto es espantoso —se quejó Niar apenas entraron hasta el mausoleo de los Lawrence—. Incluso con luz de la mañana este lugar luce horrible.

—Y la vibra que se siente es mucho peor —Alexa apoyó el comentario—. No suelo visitar los cementerios tan seguido, pero el lugar en el que está sepultada mi Nana no se parece en nada a la energía que hay aquí.

—Pues si Danisha estuvo aquí, ya se ha ido. Ni siquiera puedo seguir su aroma. Alexa, no es nada personal, pero tu olor me está restando años de inmortalidad.

—¿Qué vamos a hacer si ni siquiera podemos seguir su aroma?

—Piensa, Stephanie —Alexa se acercó a ella, un movimiento del cual se arrepentiría de inmediato—. Tú la conoces mejor que nosotros —se cubrió la nariz—. ¿A dónde crees que iría?

Steph cerró los ojos. Trataba de recordar.

—¡Maldición, no puedo pensar!

—Pensar que Danisha pueda estar en un desfile de moda en París no sonaría una posibilidad tan descabellada… —y entonces sucedió, cuando Niar le tocó el hombro a ella, un pequeño sismo cimbró las lápidas y las hizo moverse en un vaivén casi imperceptible.

—¡Niar! —todos se alegraron—, ¡¿qué viste, qué viste?!

El pobre muchacho trataba de reponerse cuando Steve lo sujetó del cuello y comenzó a zarandearlo.

—Es, es… ¡Suéltame, cabrón, que casi me sacas el desayuno!

—¡Niar! —Alexa y Stephanie lo reprendieron.

—¡Es un lugar con niños!

—¿Niños?

—Niños corriendo por todas partes, hay padres gritando, postes con globos y banderas de colores.

—¡¿Qué demonios significa eso?! —Stephanie lo tomó del cuello y esta vez fue su turno de agitarlo.

—Calma, calma, colmilluda. Hay más. Danisha está de pie.

—¿En dónde? ¿Cómo sabes que es ella?

—Steph, tu amiga nunca se peina, así que esa maraña de cabellos es inconfundible. Me parece que la vi con los brazos extendidos… ¡Ya sé lo que puede ser! Si no me equivoco, es un carnaval.

—¿Un carnaval? ¿Qué hace Danisha en un carnaval?

—Mmmm —Niar se rascó la cabeza.

—Niar, te juro que si no nos dices todo lo que viste en tu visión, te agitaré hasta que el cerebro se te salga por los oídos.

—Basta —Alexa los alejó de él—. Viste algo más, ¿no es así?

—Es el Kamikaze.

—¿Qué cosa es un Kamikaze? —preguntó Steve.

—Es un juego mecánico gigante—respondió Alexa—. Es muy común en las ferias, y en realidad, parece un martillo doble.




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