Mortum: El Palacio De Los Vampiros (libro 1)

Cap. 12. Conociendo el Otro Mundo (Parte 4)

El cazador pareció caer en cuenta de que su inesperada aparición atraería muchos más problemas de los previstos, por lo que no tuvo más remedio que agachar la cabeza y disculparse.

—Lamento mi garrafal error, señora. ¿Cómo puedo solucionarlo?

—Pide una disculpa.

Pero cuando aquel hombre se irguió, fue imposible no tenerle terror. Medía más de dos metros y habría de pesar alrededor de noventa kilos.

—Les he de ofrecer mis más sinceras…

—¡Jódete! —Danisha le mostró sus colmillos—. ¡Casi me has matado!

—Solo me defendía y cumplía con mi trabajo.

—¡¿Tu trabajo era matarnos?!

—¿Ustedes fueron los que enviaron a Scott para matarme? —Stephanie también sintió la valentía recorrer su pecho.

—Me he de disculpar. Este no es el recibimiento que esperaba cuando llegasen ustedes. ¿Podrían acompañarme a mi estudio? —La Mandata decidió reaccionar pronto o las palabras entre aquellos cinco jóvenes y el Cazador de las Altas Mareas diría más de la cuenta.

—No nos moveremos de aquí.

—Entiendo que tienen muchas preguntas por hacer, y estoy en total disposición de entregarles sus respectivas respuestas, pero esto es un tema que me gustaría abordar en privado.

Los cinco amigos se miraron, aceptaron y finalmente la siguieron por los pasillos.

La simpática muchachita que había llegado con la Mandata, los siguió al interior del estudio, cerró las puertas y se acomodó en una esquina.

—Ha sido todo un honor tenerlos aquí.

Alexa, quien estaba muy entretenida con las pinturas del estudio, se dio la vuelta, lista para alegar todo lo que hasta ese momento había sucedido.

—Señora, ¿Mandata? Creo que ya hemos sido muy pacientes desde que llegamos —la soberana la observó con detenimiento—. ¿Tenemos preguntas? Sí, y muchas, pero primero empecemos por el vampiro que ocasionó todo esto. ¿Quién es Scott?

La Mandata comenzó a sentirse acorralada. Discretamente miró a la joven que se había postrado como estatua en la esquina del salón y le pidió con la mirada que usara su poder.

Aquella jovencita se llamaba Kharo, y aparte de ser una mujer de aparentemente veintitantos, era una vampira de cincuenta años que controlaba el poder del olvido. Una Anestesista que lograba hacer que los vampiros y otros seres olvidaran lo que ella deseaba. Sin embargo, sorpresa se llevó cuando intentó usar su poder contra Alexa y este no funcionó.

La Mandata sonrió, pues también estaba segura de que su intención había funcionado, cuando de pronto…

—¿Y bien? Le hice una pregunta. ¿Quién es Scott? —Alexa no había recibido ningún daño.

En ningún momento el rostro de la Mandata se descompuso. Al contrario, decidió tomar la responsabilidad de lo que había sucedido, o al menos hasta cierto punto.

—Para poder explicarles todo esto, es importante que comiencen a familiarizarse con algunas palabras de nuestro idioma.

—¿El Aterkano? —Danisha y Stephanie respondieron al unísono.

—Exactamente —la señora les sonrió—. Supongo que también conocieron a Kerry, su hermano.

A Danisha la recorrió un escalofrío, pero prefirió suprimir sus ganas de responder.

—Scott y Kerry eran unos kaenodos, es decir, unos renegados que fueron exiliados del palacio por cometer atentados y homicidios a seres humanos. En Mortum tenemos una regla muy importante, y es no comer humanos. Si tenemos hambre, cruzamos el puente y vamos al bosque para alimentarnos, después nos mantenemos limpios durante algunos meses y repetimos ese ciclo.

—Yo vi…, yo vi a los Pulcros quemando a Scott —la voz de Niar fue apenas un susurro.

—Eso pasa cuando el consejo logra atrapar a los kaenodos. Son atados a una estaca de madera y quemados en la hoguera con los trajes ceremoniales. ¿Alguna otra pregunta sobre… aquellos dos renegados?

Alexa negó, pero Stephanie no tenía intenciones de terminar.

—¿Por qué yo? ¿Por qué el afán de enamorarme y después quererme asesinar? Por la culpa de él mis amigos casi mueren.

—¿Enamorarte? —la Mandata parecía estar confundida.

Stephanie se ruborizó obligándose a cambiar de tema.

—¿Qué hay del hombre de allá afuera? Nos atacó en Vermont y casi nos vuelve trizas.

—¿Te refieres a Bruce, el Cazador de Altas Mareas?

Ella asintió y todos prestaron especial interés.

—Bruce ha trabajado para el palacio desde hace mucho tiempo. Hace ya casi un siglo, los seis reinos se vieron envueltos en una disputa territorial. Los gobernantes se atacaron, y aunque trataron de resolverlo diplomáticamente, por desgracia el palacio cayó en guerra. Bruce lo defendió en la costa cuando las sirenas intentaron atacarlo, y aunque en un principio fueron apresadas, cuando la guerra terminó, el Mandato decidió ponerlas en libertad.

—Entonces es verdad las historias de los seis reinos.




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