Mortum Il: Las Torres De Berón (libro 2)

Cap. 3. Lo que Zacarías Carpathia dijo alguna vez (Parte 2)

—¿Qué hay de los Pulcros? —Derek susurró—. Niar tiene diecinueve años. Si esas cosas lo ven así, entonces Stephanie estará en problemas. De nuevo.

Steph buscó amparo en la única criatura capaz de acceder y enfrentarse a los Pulcros, pues si Scott accedía a su petición, entonces ella no seguiría dudando.

—Muérdelo —dijo él—. Y si los Pulcros intentasen hacer algo contra ti, primero tendrían que pasar de nuevo sobre mi cadáver. No dejaré que te toquen, Stephanie.

—¡Ah claro! Como se trata de Niar, entonces que se quede así, aparentando los diecinueve años y sin que esa vampira llamada Kharo le haga sus embrujos.

Solo faltó una fracción de segundos para que Alejandro tuviera sobre él a tres vampiros llenos de odio, una mortal bruja y dos humanos que amenazaron con golpearlo hasta que la movilidad de sus manos desapareciera por completo.

—Vuelves a hacer otro comentario de esos, y tu lindo trasero quedará empalmado en medio del palacio. ¿Te quedó claro? —Alexa se acercó a él, sus ojos destilaban fuego, y Alejandro hubiera preferido no haber comentado nada.

—Sí, sí, sí. Sin rencores.

—Hay otro problema —Steve contempló la cápsula que mantenía encerrado y protegido a su amigo—. ¿De dónde vamos a sacar sangre humana? Morderlo lo convertirá en mítrido, pero la sangre le dará la energía de un vampiro completo.

—Yo opino que demos a Edwin en sacrificio —Danisha lo cogió de la camisa.

—¡Tu madre también! ¿Por qué tengo que ser yo?

—¿Hay alguna manera de que Alejandro pueda volver a ser humano?

—Yo le daré parte de mi sangre.

—Alexa, ¿te has vuelto loca? Tendría que morderte para beber de ti, y eso podría costarte la vida.

—No necesariamente —Kharo salió al rescate—. Te sacaré un poco y se la pondré a él por medio de una intravenosa, así no necesitará morderte.

—¿Se puede hacer eso? —Derek y Edwin sonrieron maravillados.

—Es la primera vez que lo hago, pero espero que funcione.

Scott se acercó a Stephanie.

—Es un tipo de práctica ancestral. Kharo lo leyó cuando encontramos las viejas inscripciones en el bunker de guerra.

—Kharo nos dijo que ese bunker perteneció a Hécate Magnus durante la guerra de los Condenados —respondió ella.

—Y así fue. Se piensa que aquello fueron inscripciones grabadas por Magnus de todo lo que Zacarías Carpathia le contó sobre el palacio y la Gran Magia.

—Hace tiempo me dijeron que Magnus vivió durante el reinado de Zacarías.

—De hecho se cree que Zacarías convirtió a Magnus y que después lo crió enseñándole todo lo referente al palacio.

—¿Crees que haya más grimorios y epigramas en Mortum?

—No lo sé, pero espero que sí. La tierra es muy grande y muy antigua, por lo que no dudo que aun sigan existiendo.

—Hace un momento dijiste que habías buscado información de Niar en su reino de procedencia. ¿Cuál es ese reino?

—Los Ikarontes. Niar tiene el poder de dominar el elemento del fuego, solo que él no lo sabe.

—¿Niar es un león?

Scott no pudo evitar que las comisuras de sus labios se curvaran ligeramente hacia arriba.

—El que pertenezcas a un reino no te convierte necesariamente en su símbolo animal. Por ejemplo las wiccas, el que vivan en el reino de los Farkas no quiere decir que sean lobos. Alexa tiene libre albedrío de decidir si quiere convertirse en vampiro, o en un lobo, o en una sirena, o en algo más.

—No me imagino a Niar siendo un sireno.

—Stephanie, no es por ofender, pero si a tu amigo lo arrojasen al mar, moriría enseguida.

—No te burles, Scott. Niar es… agradable.

—Yo lo llamaría testarudo.

Finalmente, cuando Kharo terminó de extraer la sangre de Alexa que le daría vida al nuevo vampiro, el resto de los asistentes dieron rienda suelta a sus faenas. Kharo y Kerry se pusieron un par de guantes protectores y comenzaron a bajar el cuerpo del dúrkel con sumo cuidado de no estropearlo. Pero cuando la cápsula se abrió, todo el viento gélido que lo mantenía conservado escapó por las salidas e inundó la sala provocando que Edwin, Derek y Alexa empezaran a limpiarse la nariz. El frío los estaba congelando.

Luego de un par de minutos, la horda bien entrenada de vampiros logró acomodar el cuerpo semidesnudo del dúrkel sobre una camilla especial y dejaron a Stephanie comenzar su tarea de conversión.

—¿En dónde lo puedo morder? —Steph buscó una respuesta cuando vio al quinto Mandato caminar detrás de ella.

—En cualquier lado, pero yo preferiría que fuese en la yugular. Es la única vía por la que el anequio actúa más rápido.

Steph se apoyó en la cama, tendió sus manos a los costados del dúrkel y fue entonces que pudo percibir una suave y casi invisible respiración pausada.

Entonces lo mordió.

Al principio no sucedió nada. Los chicos esperaron y esperaron. Alexa se mordió las uñas y tuvo que detenerse o estas le comenzarían a sangrar, y bueno, tener sangre fresca cerca de una horda completa de vampiros no era buena idea.




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