Mortum Il: Las Torres De Berón (libro 2)

Cap. 4. Los Tatalanes y las cuatro torres (Parte 2)

»Escuchen esto. Hace un par de años, encontramos viejas escrituras en el bunker que Hécate Magnus utilizó para establecer su base principal de batalla.

—¿Bruce estuvo presente cuando la guerra de los Condenados?

—Lo estuvo, pero cuando él y Magnus se establecieron en el bunker, jamás le habló sobre esto, porque se cree que dichos grabados se hicieron cuando Zacarías Carpathia estaba vivo.

—¿Magnus nunca le habló de Zacarías a Bruce?

—No. Por las viejas historias que mi madre pudo contarnos en vida, supe que Hécate Magnus fue rescatado de unos fosos esclavistas, y el que lo rescató fue Carpathia.

—¿Entonces? ¿Le daba vergüenza hablar de ello?

—Posiblemente. Ni siquiera a Bruce le contó cómo fue que llegó al palacio. Zacarías había comenzado una construcción en la que dejó varios grabados ocultos y protegidos con La Gran Magia. Años después, cuando lo necesitó de verdad, Magnus terminó el bunker, pero jamás habló de dichos grabados. Actualmente nosotros pudimos encontrarlos, y lo que hallamos fue aterrador.

—¿Qué decían?

—Mortum tiene cuatro Torres que son la fuente principal de vida en el reino. A esas torres se les conoce como Las cuatro Torres de Berón, y es en este escrito que se confirma la existencia de esas extrañas criaturas que fueron creadas por los antiguos griegos. Recuerden que Zacarías vivió muchos años con los griegos y aprendió cosas de ellos.

—¿Por qué los abandonó?

—Porque cuando se dieron cuenta del poder tan destructivo que generaba el primer Mandato, lo quisieron utilizar como una máquina de guerra que cambiaría culturas e imperios. Pero él se negó y terminó huyendo.

—Y entonces él también terminó representando un peligro para ellos, ¿verdad?

—Por supuesto. Vean este grabado —Scott extendió sobre la mesa una traducción escrita por su mano de las letras aterkanas, las cuales se encontraron en las superficies de las rocas en el bunker—. Muchas de las escuelas católicas sostenían que sus miembros podrían aniquilar a cualquier ser del mal utilizando estas criaturas que terminaron llamando Tatalanes.

—Claro, como siempre, los vampiros fueron representados como criaturas diabólicas.

—¿Las “iglesias” no tenían otra cosa más importante que hacer? —Steve se cruzó de brazos.

—A parte de matar vampiros y quemar brujas, no lo creo.

—Scott —Edwin pasó de mirar el libro a buscar los ojos del Monarca—, ¿cómo es un Tatalán?

—No hemos podido confirmarlo. Pero por la enemistad tan antigua que los vampiros siempre han tenido con los lobos, he de suponer que es una bestia muy parecida a ellos.

—¿Y de dónde salió esa enemistad?

—Hace muchos años, la finalidad de los lobos estaba siendo foco de debate por su ambigüedad. Había culturas que pensaban que los lobos eran criaturas del mal, pero otras los denominaban como seres de vida y de luz. Actualmente y centrándonos en el Otro Mundo, los lobos rigen sobre la tierra de los Farkas, y son una tierra de vida. Como pueden verlo, los vampiros somos una tierra de muerte. Muchas veces nos alimentamos de los lobos, y para hacerlo, lógicamente tenemos que matarlos. Mientras ellos daban vida, nosotros la quitábamos.

—¿Se podría decir que es el equilibrio? —Alexa indagó en el libro.

—Así es. Muerte y vida. Fuego y agua. Tierra y cielo. Luz y oscuridad. Luna y sol. El bien y el mal.

—Demonios, esto es más confuso de lo que pensaba.

—¿Y qué es lo que justamente desencadenaría a los Tatalanes?

—Stephanie —Scott se giró hacia ella—, si las cuatro Torres de Berón se llegasen a derrumbar por completo, aquellas criaturas emergerán de las olas que se encuentran debajo del castillo y devorarán a cuanta criatura y vampiro se presente frente a ellos.

Los libros cayeron al suelo cuando la mano de Niar barrió con ellos, pues en ese mismo momento, el dúrkel había sufrido un esporádico mareo que le impidió permanecer de pie.

—Niar, ¿estás bien? —todos se vieron preocupados, y solo Steve lo acogió entre sus brazos.

—¿Te encuentras bien? —Scott se quitó los guantes y le examinó los ojos.

—Veo… veo números y letras que flotan sobre sus cabezas y luego desaparecen. Los he visto desde que desperté.

—Tal vez estás débil porque no fuiste a cazar a Vermont —todo rastro de odio había desaparecido de la voz de Danisha.

—No es eso —Kharo lo miró con admiración.

—¿Crees que…? —el Mandato se puso de pie.

—Es la Cornelia.

—¿Quién es Cordelia?

— Cornelia, Danisha. Scott, creo que sí la ha despertado.

—Niar —la mano del rey reposó sobre la suya—. Dijiste que antes de morir, viste a Zacarías Carpathia en un sueño, ¿no es así?

—A veces no son solo sueños. Tuve uno antes de conocer al Cazador de las Altas Mareas, tuve otro cuando tu maldito anequio casi mata a mi mejor amigo, y ahora tuve la presencia onírica del primer Mandato.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.