Mortum Il: Las Torres De Berón (libro 2)

Cap. 12. El ascenso de la elegida (Parte 2)

—Te corresponde cuidarlos los fines de semana, que es cuando realizo mis ofrendas en Vermont.

—¿Qué? ¿Cuidarlos yo? ¿Te has vuelto loca?

—Tú solo viniste a buscarte una responsabilidad.

—No, no, no, no. Estás muy, pero muy equivocada. Yo no sé nada de niños, mucho menos de niños vampiros. ¿Qué comen?

—Fruta y solo en los días especiales les permito devorar algún cervatillo.

—¿Cómo se llaman?

—Yo soy Kerry —finalmente el pequeño pudo desprenderse del faldón de Poliska y acercarse al visitante—, y él es mi hermano Scott.

—Scott —Dimitrio murmuró su nombre y después se marchó.

Aquel momento sería uno de los primeros días en los que Scott y Dimitrio pasarían juntos, pues después de eso, fue Scott quien tomó la iniciativa de buscar y fastidiar al reservado y antipático vampiro.

Algunos cuervos se pararon cerca de donde él estaba leyendo. Con el libro que Zacarías Carpathia había escrito y dejado en la biblioteca principal del palacio, Dimitrio pasaba sus mañanas encaramado en una gruesa y resistente rama de árbol. Hasta que…

—¿Qué estás leyendo?

—¿Qué demonios…? ¿Scott, qué haces aquí afuera?

—Poliska nos dijo que regresaría más tarde y que en su ausencia no le abriéramos la puerta a nadie, pero me siento aburrido.

—¿Dónde está tu hermano?

—En casa, husmeando entre las cajas que Poliska guarda debajo de la chimenea. ¿Qué estás leyendo? ¿No se supone que tú nos ibas a cuidar mientras ella no estuviera?

—¿Disculpa? ¿Cuidarlos yo? ¿Acaso han visto que tengo cara de ser un aya? ¿Qué edad se supone que tienes?

—Cronológicamente Poliska dice que tengo cinco, pero que aparento siete.

—¿Eso es legal?

—¿Qué significa legal?

—Olvídalo.

—¿Ya me puedes decir qué estás leyendo?

—Un poco de historia mortuania.

—¿Del castillo? —los ojos del niño brillaron—. Dicen que mi madre será la futura reina. ¿Eso quiere decir que yo me volveré rey cuando me permitan entrar al palacio?

—Aún no se sabe. A un Mandato se le elige por elección y no por descendencia.

—Dimitrio, ¿tú has estado en el palacio?

—Hace mucho tiempo, cuando el primer Mandato estaba vivo, yo vivía ahí.

—¿Cómo es por dentro? Poliska dice que no tiene nada de especial, pero yo creo que es lo más bonito que existe en este mundo.

—Mmmm, es bonito, tranquilo y siempre está iluminado gracias a los enormes vitrales por los que atraviesa la luz. Tiene una biblioteca muy grande, llena de libros como este.

—Me gustaría poder entrar, o por lo menos verlo desde lejos. Desde aquí no se alcanza a ver nada. Kerry y yo ya lo hemos intentado.

—Algún día podrás visitarlo y te permitirán quedarte a vivir.

—Dimitrio, ¿por qué tú ya no vives ahí?

—¿Te han dicho que haces muchas preguntas irritantes?

—Pero a ti te agrada. De lo contrario ya me habrías corrido.

—Ja, ja, ja. Eres un niño demasiado inteligente. Podrías caerme bien. Tal vez si aprendieras un poco de poesía, serías un poco menos irritante. A ver, veamos… Ya lo tengo. Los huracanes destrozaron las cuencas de los valles, pero sin duda nada tendría el poder que tuvieron sus propias palabras.

—¿Qué quiere decir eso?

—Un poco de poesía de Gerard Elue del siglo XVIII.

—¡Fascinante! ¿Eso lo aprendiste en el castillo?

—En la biblioteca de la que te hablé, existe un libro repleto de recopilaciones de los mejores poetas gernardos que han existido en su mundo.

—Poliska dice que los gernardos podrían causarnos daño.

—No todos los gernardos son malos.

—Dimitrio, háblame más de esa poesía —el niño se acomodó a su lado, cogió el libro sobre sus piernas y acarició su portada.

La verdad es que, con la muerte de Zacarías, la unión que alguna vez existió entre ellos tres; Zacarías, Dimitrio y Hécate, se disolvió por completo. Magnus se quedó a vivir en los aposentos del palacio tomando su lugar frente al reino que ahora le tocaba dirigir, mientras que Dimitrio prefirió abandonar el castillo e instalarse cómodamente en una de las pequeñas cabañas del pueblo de Mortum, viviendo como un habitante más y visitando a Poliska y a los niños cada vez que lo deseaba.

***

Año de 1922

—Vamos Kerry, date prisa que se nos hace tarde.

—Rayos, nunca imaginé que el castillo quedara tan lejos. Me siento muy cansado.

—No seas dramático, no podemos cansarnos. Somos vampiros. De prisa que ya quiero llegar. ¡Mira Kerry, mira! Allá, ¿lo ves? Ese es el castillo. Es precioso.

—Espera Scott, voy lo más rápido que puedo.




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