Mortum Il: Las Torres De Berón (libro 2)

Cap. 13. Un enemigo en el castillo (Parte 1)

El Otro Mundo no queda exento de leyendas y mitos que se siguen y seguirán contando a través del tiempo y con forme las generaciones vayan avanzando, porque aunque en Mortum no existan los niños, eso no quiere decir que en los demás reinos no pueda haberlos. Los abuelos cuentan historias, los padres las trasmiten a sus hijos y los libros hablan de ellas.

Una de esas leyendas dice lo siguiente:

En nuestro mundo actualmente existen muchas constelaciones de estrellas separadas en diferentes grupos importantes, pero en el Otro Mundo solo existen siete de ellas. Ankar, Dorean, Verdeman, Anzure, Krisdell, Epitekal y Zermman, esta última resultó ser la inspiración para el nombre del caballo más importante de la sexta tierra. Cada una de estas constelaciones se refiere al nombre, en Aterkano, de los siete príncipes del infierno. Los siete pecados capitales. Hace muchísimos años, antes de que Zacarías Carpathia naciera y antes de que las sirenas colonizaran los océanos del Otro Mundo, existieron siete príncipes que gobernaban. Sin embargo, un día cayeron en un sueño tan profundo del que difícilmente volverían a despertar. Encerrados y dormidos, sus ruinas aún siguen presentes en el foso de una solitaria isla que tiene como reconocimiento el símbolo de los Mares del Oeste. Se dice que aquel sabio y noble marino que logre profanar su círculo durmiente, y que sea capaz de reconocer y aceptar los siete pecados que en él habitan, será recompensado con una respuesta para aquella pregunta que tanto anhele su corazón. He ahí el truco, pues no cualquiera es capaz de aceptar sus pecados.

Kerry no dejaba de ver lo que tenía en frente. Atónito, sonreía mientras contemplaba la maravillosa figura que se había formado al juntar las cuarenta hojas de papel en las que se habían copiado los diferentes grabados encontrados en el bunker. Todas estas constelaciones estaban plasmadas en el enorme dibujo que cubría gran parte del suelo y que estaba frente a Kerry, los cinco reinos y Kharo.

—Esto es impresionante —admitió el vampiro—. Y pensar que todo esto estaba fragmentado en pequeñas partes regadas por todo el bunker.

—¿Creen que su primer Mandato lo hizo a propósito?

—No lo sé, Samira. Ojalá que mi hermano logre encontrar y dialogar con Dimitrio. Tengo entendido que él vivió durante el reinado de Zacarías y Hécate. Tal vez él sabe algo que nosotros desconozcamos.

Fuertes pasos se escucharon bajar las escaleras, y en un abrir y cerrar de ojos, Bruce estaba ante ellos con una mirada de abominable pánico.

—Estamos en problemas, en serios problemas.

Cuando la capa de Kerry ondeó con el viento de la superficie, un enorme miedo se acentuó en su estómago y amenazó cualquier resquicio de su cordura. Frente a ellos, por donde dan inicio las grietas de Mortum, el hogar de Poliska, se alcanzaban a distinguir cientos de cabezas que le daban forma a un impresionante ejército. No solo de vampiros, sino de alimañas; bestias sin forma que parecían haber sido creadas bajo el influjo de la poderosa magia negra. Pues recordemos que en el Otro Mundo solo la magia negra podía devolver la vida a los muertos.

—¿Qué está sucediendo? —los Pulcros también fueron alertados, y al entender lo que significaba todo aquello, sus rostros palidecieron todavía más. Era el comienzo de sus pesadillas, era el comienzo de lo que ellos deseaban evitar a toda costa, pues era el comienzo de una imperdonable y sanguinaria guerra.

—¿Stephanie? —la emperatriz de los Farkas entrecerró los ojos. Lo primero que pudo observar, custodiada por todo aquel espantoso ejército, fue a la cuarta Mandata, ataviada con un vestido de seda negro y largo, una corona de flores muertas y una expresión que nunca antes se le había visto.

El problema es que ella no era Stephanie, sino Poliska utilizando su cuerpo como un escudo y a la misma vez un arma.

El Demonio levantó su larguísima espada de acero, el viento sopló a su alrededor y con un poderoso grito de guerra, removió a sus tropas.

—¡Ataquen! —les ordenó.

***

Cuando Scott se paró al lado de Dimitrio, en el barco que ya había vuelto a zarpar, pudo percibir un ligero sentimiento de entusiasmo y alegría. Sabía que el vampiro no lo iba aceptar, pero de todas formas recurrió a todo su valor para soltarle la primera pregunta.

—Oye…

—Una parte de mí está feliz de regresar, pero otra se siente preocupada.

Scott le gruñó:

—Deberías dejar que haga primero la pregunta y después responder. No abuses de tu poder.

—He abusado de él desde que tengo memoria.

—¿Podías leerle el pensamiento a Zacarías y a Magnus?

—Solo a Magnus. Y las cosas que pensaba eran un tanto… Bueno, no hace falta explicar más, pues a fin de cuentas era Magnus.

—Debió ser increíble convivir con ambos.

—Sí, de hecho sí. Eran un equilibrio perfecto. Zacarías era todo seriedad, inteligencia, observación y cautela, mientras que Hécate era impulsividad, risas, juegos, sexo… Era Magnus.

—¿Cómo fue que el primer Mandato murió?

—¿Sabes cuándo te lo diré? Cuando te interese de verdad y no solo quieras saberlo por intromisión.




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