Mortum Il: Las Torres De Berón (libro 2)

Cap. 14. El asedio de los más leales corazones (Parte 4)

Corre por las calles sabiendo que su vida y la de millones dependen de eso. Hermosa joven de cabello escarlata que había intentado hacer una vida normal en una tierra a la que nunca ha pertenecido, en una tierra en la que se siente una extraña. El cazador va detrás de ella. Es feo, tiene la boca mellada, el cabello rapado, le falta una oreja y su cuello ha sido zurcido.

Finalmente Alexa se detiene. Su olfato le indica que él está cerca, y cuando escucha los cascos del caballo detenerse justo detrás de ella, sabe que esa es su pelea. Las calles están vacías, por lo tanto no hay nada que se interponga entre ella y su venganza. Alexa asesinará a Guillermo Salamón.

—¡Tu arpón no me pudo matar! —le grita y su voz está cargada de odio. Sabe que él ha logrado dar con ella gracias a su olor, pues su collar de parafinas ha dejado de existir porque él se lo arrancó.

—Te resucitaron, que es diferente. Mi arma te atravesó el pecho y buscaba tu corazón maldito. Asquerosa bruja.

—Tu problema es que te has enfrentado solo a criaturas que temen desatar todo su poder porque tienen miedo de que las demás personas piensen como tú y los persigan. Pero estás en mi reino. Mortum es mi casa, y ni tú ni nadie le seguirá haciendo ¡¡¡DAÑO!!!

Una honda explosiva arrasó con algunas casas, hizo volar los árboles y arrancó impresionantes bardas. El caballo de Guillermo Salamón relinchó, pero su jinete lo obligó a permanecer quieto. El hombre levantó su mortal arpón y apuntó hacia el aparente inofensivo cuerpo de la wicca. Alexa solo lo observó en silencio, pues cada movimiento que el cazador ejecutaba era un impulso más que alimentaba el coraje de la bruja.

Entonces le disparó.

El pico del arpón salió volando a una velocidad impresionante, pero justo antes de incrustarse nuevamente en su pecho, una barrera espectral lo detuvo. Era la grila dominante.

—Las brujas somos muy dóciles cuando estamos amarradas, ¿verdad?

Esas palabras causaron estragos en Guillermo.

—Te voy a enseñar a respetar a una mujer. Bastardo de mierda.

Un círculo de fuego se formó alrededor del hombre, las llamas se levantaron y sus armas que hasta ese momento poseía, salieron disparadas como si una fuerza sobrenatural se las hubiera arrancado.

—¡Esto sentimos cuando ustedes nos queman!

El círculo se cerró y envolvió en lumbre al pobre caballo que daba alaridos de dolor y a su jinete que se revolcaba y gritaba maldiciendo.

—¡Esto sentimos cuando nos torturan! —las armas se levantaron del suelo, volvieron a volar y se clavaron en el cuerpo del hombre. Le cortaron la lengua, le rompieron los pocos dientes, le cercenaron la última de sus orejas, le sacaron los ojos y el arpón entró por su boca, bajó por su garganta y salió de un tirón provocando que los picos de metal que había en su punta se llevaran consigo enormes trozos de carne.

—Mi Mandato Hécate fue muy piadoso al cortarte solo la cabeza. Pero yo no tendré esa misma piedad.

El poder de Alexa se encargó de levantarla por los aires, su capa ondeó, la sangre seca se arrancó y su cabello rojo voló libre. Sus ojos estaban morados, sus mejillas ruborizadas y en sus manos se remarcaban todas sus venas produciéndole también a ella un espantoso dolor.

—¡Por todas esas brujas, por todos esos vampiros, por todos esos duendes, por todas esas criaturas a las que tuviste que sacrificar para presumir tu poder y tu hombría! ¡NO NOS VOLVERÁS A TOCAR!

***

El eco de una explosión volvió a cimbrar a la sexta tierra y todos miraron hacia donde se había producido semejante pelea.

—Es Alexa —exclamó Alejandro.

—Lo encontró. Encontró a Guillermo Salamón —señaló Niar.

—En ese caso, no quiero estar en el pellejo de ese tipo —agregó Edwin.

El viento voló el largo vestido de Poliska impregnándolo con residuos de ceniza y polvo. Debajo de su balcón se estaba llevando a cabo una de las más grandes, impresionantes y aterradoras guerras que se hubieran visto en años. Sin embargo, ella parecía estar concentrada en disfrutar y observar más que en salir a campo y comenzar a matar enemigos. El poder de Stephanie se lo permitía, podía asesinar a cualquier ser viviente en la faz de la tierra con tan solo mirarlo.

Samira rugió. Estaba cansada de lanzar torbellinos de agua y tierra para destruir el castillo y que estas terminaran desintegrándose. Por fin los cinco reinos entendieron por qué se decía que la fuerza de Zacarías y Stephanie se asemejaba bastante a la Gran Magia. Poliska pareció burlarse de la Reina de los Mares, pues cuando Samira levantó una gigantesca ola del océano, el Demonio respondió haciéndola estallar y derribando a docenas de soldados que se encontraban abajo. Profirió una sonora carcajada, pero al mismo tiempo tuvo que guardar silencio cuando algo le golpeó en la mejilla y luego rodó a sus pies. Era un hongo azul, de aquellos mismos hongos que ella les robaba a los Árboles Danzantes.

Estos estaban llegando, como enormes titanes furiosos arrastraban sus raíces sobre la tierra y pasaban sobre cualquier cuerpo que estuviera en su camino. La mujer intentó detenerlos, centró su atención en ellos dispuesta a incinerarlos para evitar que siguieran avanzando por encima de sus tropas, pero algo externo a su poder logró impedírselo. Stephanie también estaba peleando a su manera y su propio poder se negaba a dañar algo que era muy importante para Zacarías Carpathia.




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