Mortum Il: Las Torres De Berón (libro 2)

Cap. 15. Las siete constelaciones de una visión (Parte 2)

Cuando Alexa lo creyó adecuado, recogió el pequeño racimo de verbena y lo arrojó al océano. Todo estaba bañado en un color gris y muy deprimente, pero afortunadamente el viento soplaba bien y sus ráfagas permitieron que el barco se alejara de aquel peligroso lugar.

—¿De dónde sacaste la verbena? —le preguntó Niar.

—La traje conmigo desde Luz Angelita. Imaginé que en algún momento podría necesitarla, y ese momento llegó cuando me encontré con Guillermo Salamón. Utilizarla para controlar a Scott fue un uso secundario.

—¿En dónde estoy? ¿A dónde me están llevando? —Scott se dio la vuelta, y sin darse cuenta de que estaba acostado en una larga caja de madera, su cuerpo cayó y rodó por la cubierta del barco.

—Tranquilo —Yako se arrodilló para levantarlo—. Vamos a Farka.

—¿Qué? ¿Dejamos a esa, cosa, en Mortum?

—Estamos agotadas, Scott —le respondió Anono—. Regresar el agua de la cascada nos dejó sin energías. Sobre todo a Samira y a Oska.

—Tranquilo, Scott —Yako lo sentó con cuidado sobre la misma caja—. Tenemos que reponernos y después regresar a Mortum, pero con un plan ya elaborado. La primera estrategia funcionó, y ahora necesitamos otra para detener a Poliska.

El barco atracó en el puerto de la quinta tierra. Todos bajaron, y en cuanto Saravasti vio a Yako, corrió hasta ella, la bendijo con un símbolo Farka y después la abrazó.

—Qué gusto tan grande que hayas llegado a tu hogar, Majestad.

—Todo ha sido horrible.

—Me lo imagino. Vi las nubes descender hacia el Este. Pasen, algunos de ustedes tienen que descansar y reponerse.

»Minerva, Emma, Oska, bienvenidas también a su hogar —y para sorpresa de todos, la anciana Saravasti finalizó su saludo con una remarcada reverencia, a la que las tres brujas correspondieron de la misma forma.

—¿La conocen? —Dimitrio las observó.

—Fue aprendiz de nuestra Madre Hécate.

—¿Magnus? —preguntaron Derek y Edwin.

—No. De hecho, el nombre de su segundo Mandato está inspirado en ella. Hécate es nuestra Diosa, nuestra Madre y la protectora de todas las brujas. Es una Titánide con una fuerza increíble y superior a cualquier ser.

—Dimitrio —Kerry entornó su mirada hacia él—, ¿tú sabes cómo se llamaba en realidad Magnus?

—No tenía nombre —respondió—. Zacarías lo rescató de unos fosos esclavistas, y por lógicas razones, los presos eran nombrados por números en lugar de nombres. Cuando Zacarías lo llevó a su palacio, lo nombró bajo el nombre de la Diosa. O al menos eso es lo que me contó Magnus cuando yo llegué al palacio.

—Todo muy interesante —Scott se frotó las sienes—, pero yo necesito volver. Saravasti —se dirigió a ella—, es mi tierra, mi reino el que he abandonado. Siento…, me siento extraño y siento que me voy a arrepentir si no hago nada.

—Comprendo tu pesar, mi adorado Scott —la anciana le acarició el rostro como una abuela que compadece a su nieto—. Pero ve a tus compañeros. Están agotados, pues debes recordar que a diferencia de ti y de tu ejército, ellos no tienen inmortalidad eterna.

—¿Qué pasó con los barcos que salieron del palacio? —Bruce miró hacia el horizonte.

—Algunos llegaron buscando refugio, pero otros se alejaron hacia los demás reinos. Algunos de tus habitantes se han instalado en nuestras carpas, y estoy segura, de que querrán ver a su Mandato repuesto y seguro de poder enfrentarse a una criatura como Poliska. Ven aquí Scott, no te aconsejo que intentes cazar alguno de nuestros lobos, pero al menos podré prepararte un enorme vaso de sangre falsa.

Alexa los vio alejarse, y aunque en el fondo se moría por hablar con la reina wicca, su estado físico y mental no estaba listo. Ella también necesitaba descansar.

***

Dimitrio pasó su dedo sobre todo el borde de la estantería, miró la suciedad que había recogido su piel y después exclamó:

—Esto es un insulto. ¿Acaso nunca haces limpieza en este lugar?

Yako le mostró sus colmillos.

—¿Podrías dejar de juzgar mi carpa y venir aquí? No me agrada que te andes paseando como si este fuera tu hogar.

—Tranquila perrita, respetaré tus reglas.

—¡Dimitrio, basta! —lo reprendió el Mandato.

Los últimos en llegar al lugar fueron los cinco Pulcros y la reina wicca que caminaba en medio de ellos. La reunión se llevaría a cabo en la carpa principal de todo el reino, el hogar de Yako. En la que aparte de haber una impresionante biblioteca, también había una sala especial con sillas y una gigantesca mesa de madera y acero.

—He de suponer que ya no falta nadie. ¿Verdad? —comenzó a decir Saravasti—. Bueno, ahora sí, es momento de comenzar con las preguntas. Scott, ¿sabes al peligro real al que te estás enfrentando?

—Niar posee el don de la Cornelia y ha logrado medir el poder de Poliska dos veces.

—Un dúrkel portador de la Cornelia, eso sí que es interesante. ¿Qué viste, cariño?

—Dos niveles de poder. Cuando Poliska estaba en el cuerpo de… —la mención de su nombre le revolvió dolorosos recuerdos— Stephanie, su poder era 1-X y después, cuando logramos arrancársela descendió a 1-K.




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