Mortum Il: Las Torres De Berón (libro 2)

Cap. 16. El Averno y sus siete puertas (Parte 3)

Ankar representante de la Gula. Sus facciones se asemejaban demasiado a los cocodrilos, con escamas y dientes filosos que miraban hacia todos lados pero capaces de crear con su mordida el peor de los daños existentes.

Dorean, el pecado de la Pereza. Dos colmillos que destilaban veneno, seis ojos y ocho peludas patas que sobresalían de sus mejillas como si de una mortal araña se tratara.

Verdeman, la Soberbia. Un hocico grande y gris, ojos bañados en una oscuridad profunda y dos enormes orejas capaces de percibir hasta el más pequeño y lejano de los sonidos como las hienas.

Anzure y su pecado de la Lujuria, de un pico fuerte y filoso, el cuello lleno de plumas y dos ojos negros como la noche, representaba a un espantoso buitre carroñero.

Krisdell y la predominación de la Envidia. Convertido en un alacrán de seis patas y dos enormes tenazas con la fuerza suficiente para partir a la mitad a cualquier ser que intente atacarlo.

Epitekal, la Avaricia, con el rostro cubierto de escamas, dientes y una mirada depredadora que circula por los océanos coronándose como el más temible tiburón.

Y finalmente Zermman y su corona de la Ira, una espantosa serpiente de lengua larga, colmillos, escamas y dos ojos amarillos que destilan odio, seducción y muerte.

Decir que Scott estaba temblando era poco. Deseaba salir corriendo y abandonar la respuesta, y por supuesto que lo hubiera hecho, si tan solo su palacio y todo el Otro Mundo no dependieran de él.

—Anara —el vampiro buscó desesperado a la reina de los osos—. Dile que deseo hacer un intercambio.

—Umbra pro nöbis. Mortum nësteer allh terrarium tëh hallm.

—Kramper scrotth torremth lü grish Crepitam Jellal —la voz de la ira resonó como la peor cacofonía que alguna vez hubieran escuchado. Era espantosa.

—Scott —Anara lo tradujo—, dice que si estás listo para enfrentarte a tus siete pecados.

—Ah…

—Para enfrentar tus siete pecados necesitarás mucho valor, pues si te acobardas y niegas haberlos cometido, entonces este viaje no habrá servido de nada

El Mandato enderezó la cabeza.

—Acepto.

De pronto, la piedra redonda donde se hallaba postrado, comenzó a brillar y una muralla de cristal mágico emergió del humo y evitó que el resto de sus acompañantes pudieran acercarse a él. Ellos lo podían ver, pero Scott a ellos no. El humo rojo corrió alrededor del Mandato, le acarició el cuerpo y entonces una primera imagen se materializó ante él. Era el mismo tipo de magia que Oska había utilizado para proyectarlos recuerdos de Dimitrio.

—¿Qué es eso? —preguntó Yako.

—No lo sé —contestó Anono—. Niar, ¿logras medir el poder de alguno de ellos?

—Para nada, pero sus imágenes brillan con un aura roja.

—Al fin de cuentas son Demonios.

El primer príncipe en levantar su mano fue Ankar, y detrás de aquel movimiento el primer recuerdo tomó forma:

—Scott, ¿qué estás haciendo? —aquella era la voz de Poliska. Casi de inmediato el humo presentó a un joven niño de solo seis años que devoraba ansioso los huesos de un destrozado venado.

—Tenía hambre —contestó el niño con la boca ensangrentada.

—Te he dicho que cuando sientas apetito me lo digas… —la bruja se quedó con la boca abierta. Pues más allá del bulto de sangre y carne ya casi inexistente, había al menos una docena de cadáveres de animales, todos mutilados y succionados hasta la muerte.

—Mi Gula. De pequeño tenía una sed casi imposible de saciar, fue por eso que mi madre nos envió con Poliska. Para tenerme controlado —contestó Scott y entonces la visión desapareció.

Otro recuerdo más se hizo presente:

Kerry entró a una de las habitaciones, llevaba consigo una carpeta repleta de documentos y algunas cartas que los reinos vecinos habían enviado.

—Scott —dijo su hermano—, recuerda que tienes pendiente el trabajo de revisión. Lo dejaré aquí para que puedas concentrarte.

—¿De verdad tengo que revisar todo eso? —cuestionó el Mandato.

—Son algunas peticiones y tienes que atenderlas cuanto antes.

—¿Me podrías ayudar?

—¿Otra vez? Yo hice las del mes pasado.

—Vamos Kerry, esto de ser el soberano de la sexta tierra me es agotador.

—Eres un vampiro, no puedes estar agotado.

—¿Y si a cambio de esa pequeña ayuda te organizo una velada romántica con Danisha y un poco de sangre gernarda?

—De verdad que eres el Mandato más holgazán que he conocido.

—Serás muy bien recompensado.

—Eso espero de verdad.

Scott aprieta los puños a su costado, baja la mirada y lo acepta en voz alta.

—Es mi Pereza. Siempre he dejado que Kerry se encargue de todo el trabajo pesado de Mortum.

Un tercer recuerdo se abre camino, y como era de esperarse, los siete príncipes expondrán la peor parte del rey:




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.