"Sé que hallarás la verdad, no la felicidad, y es mejor"
Cheiri Vega
cheirisade
Se decidieron salir de madrugada para ganarle al sol, pues Julio no soportaba conducir con los rayos solares estrellándose en sus córneas, le causaban migraña. Iban muy bien preparados para el hambre y la sed.
Su Ford Lobo era muy espaciosa y lo suficientemente fuerte como para jalar el remolque que cargaba el yate que había rentado. El dinero no era un problema para él, sería un día cargado de diversión.
A LA PLAYA.
- Por eso te digo que Superman no podría ganarle a Gokú, viejo.
-Julio, estás loco. No puedo debatir contigo si piensas así, te estoy hablando con bases científicas y me sales con eso.- Tomó un trago a su cerveza con una gran sonrisa en su cara pues hacía mucho que no salía con su mejor amigo.
- Ya, en serio, Juan. No puedes basar todo en el ámbito científico, debes creer un poco en la magia, amigo.- Sacó un lápiz de la guantera y lo sujetó con su pulgar e índice mientras lo meneaba de arriba hacia abajo. - Observa este lápiz, amigo. ¡Lápiz de goma!
- Ese truco es de primaria, no jodas. Además, mantén las manos al volante, idiota - dijo carcajeando a mas no poder.
Ambos reían como nunca y disfrutaban del viaje pues tenían ya tiempo sin reunirse, ni siquiera parecía que el día anterior a Juan le había ido de la patada. Julio se acabó la lata de cerveza y la arrojó por la ventana.
- ¿Qué te pasa? ¡eso no se hace! ¿Quieres que nos multen?- lo regañó Juan.
- ¿Ves a lo que me refiero? Debes relajarte un poco, viejo. Haces un gran drama de las pequeñeces. A la mierda tu jefe, a la mierda tu ex novia. ¡Debes disfrutar más!. Pásame otra cerveza, cara de truza.
- Si, lo que tú digas, cara de condón usado.
Condujeron 3 horas para llegar a la playa, en la cual había una rampa por donde descendería el remolque para poder bajar el yate por ahí y navegar toda la tarde de ese sábado. La idea de Julio era acercarse hasta una pequeña isla a unas cuantas leguas, porque, según él, en esa temporada llegaban algunas ballenas.
- ¡Mira nada mas! tenemos la playa para nosotros solos, bro.- Julio y su alocada vibra; llevaba una camisa anaranjada y su pelo largo y ondulado se movía para todos lados con el fresco viento.
- Es una hermosa playa.- asintió Juan-Bien, hay que poner la camioneta de reversa, ¿no?
- Así es, amiguito. Oye, tengo otro truco de magia- le dijo acercándose a él.- Prepárate, ¡este si es brutal! pon atención porque ahora cargaré el mundo entero en mis brazos por algunos segundos.
- Si como no. ¿Acaso andas drogado?
Julio alzó sus brazos y respiró profundamente. Guardó sus lentes de sol y se quitó los zapatos. Y empezó a gritar: "¡Señoras y señores del planeta tierra, necesito de toda su energía!"
- ¡Prepárense porque cargaré el maldito mundo en mis manos!- y apuntó a Juan - redoble de tambores.
Juan hizo un intento de tocar unos tambores invisibles sin dejar de sonreír y pensar que su amigo estaba loco de atar. Y Julio se paró de manos en la arena durante dos o tres segundos hasta que perdió el equilibrio y cayó.
- ¿Qué? ¡¿Es todo?!- le preguntó Juan- Bueno, pensándolo bien, cargaste el mundo. Admito que este truco si me ha gustado, si, ahora creo en la magia.- le dijo con sarcasmo- Bien, voy a acomodar la camioneta.
- Gracias, muchas gracias, público querido.
Aseguraron el carro y abordaron el yate no sin antes subir también la hielera. Y empezaron a navegar.
- Okey, capitán cara de alga, ¿a dónde iremos?
- Si mi intuición de marinero no me falla, cerca de aquella isla que se ve a lo lejos, he podido divisar en ocasiones pasadas un par de gigantescas ballenas. Debemos llegar ahí - Así que se dirigieron al punto en el que, según él, encontrarían dichos cetáceos.
- Va, tú eres el capitán, yo te sigo.
Se tomaron varias cervezas hasta llegar ahí pero al estar cerca de la pequeña isla no se veía ni siquiera un maldito pez.
- ¿Estás seguro que era aquí, viejo?
- Por supuesto, confía en mi. Ya he venido anteriormente.
Julio se sentó en la orilla del yate y sacó sus binoculares para revisar a lo lejos, Juan también hizo lo mismo que él, sentándose a su lado. Y ahí estaban los dos en la borda cuando a la distancia pudieron ver algo realmente sorprendente, una gran ballena lanzando agua por su orificio nasal. Juan quedó realmente sorprendido por tan majestuosos mamíferos que adornaban el océano, creando un espectáculo increíble.
- ¡Te lo dije, careculo! Ahí están.- Le dijo su amigo con la cara iluminada de felicidad.
Y no era una, sino varias; estaban retiradas pero lo suficientemente cerca como para disfrutar de la vista.
Era buen clima pero una de las tantas olas era demasiado grande y tambaleó el bote para todos lados, Julio cayó y al hacerlo se alcanzó a agarrar de Juan, llevándoselo consigo.
Y al flotar, Julio no podía dejar de reír.
- Maldito, ¿por qué me jalaste?- refunfuñó Juan.
- Idiota, ¿creíste que caería solo? pues no- y estaban riendo como locos.
El agua era agradable y Juan sintió que una paz como nunca antes tuvo se apoderó de su mente y corazón; abrazó a su amigo del cuello mientras le gritaba que lo ahogaría. Y hubiera seguido así de no ser porque enseguida y desde abajo, una gigantesca sombra mucho más grande que las otras ballenas que habían visto se los tragó por completo.
AL ESTÓMAGO DE LA BALLENA.
Adentro estaba un poco oscuro pero sus ojos se adaptaron luego de un momento, apestaba horrible y todo estaba húmedo y viscoso; Julio se había sentado tranquilamente pero Juan estaba más preocupado que nunca en toda su vida, consumido por el pánico al borde de parar su corazón.