"Pensando en ti me dije: la vida tiene que ser felíz"
DEM3NTE
Estoy sentada, no, estoy acostada en mi cama y ni los zapatos me he quitado; mi brazos estirados, como si estuviera crucificado y tengo horas viendo el techo; por cierto, hay dosmil quinientas cuarenta y tres (2,543) grietas en el yeso.
En el piso podrás ver calcetas sucias, calzones, basura; también lo contrario de basura: libros, y un que otro manga marrano, no más marrano que esta situación de mierda.
¿Sabes por qué hago esto?, ¿qué te importa?, ¡púdrete!, al fin y al cabo no te conozco, ni tú a mi. Yo me masturbaré enseguida y olvidaré este maldito instante oscuro gracias solamente a mis dedos y a ese orgasmo disfrazado de super-héroe, lo llamaré ¡dedosman!, ¡el increíble hombre dedos!
Chicos, despejen el área, dedosman trabajó mucho y debe ir a la ducha.
Soy Abril, tengo veintitrés, soy delgada, pelo corto y negro. Fumo hierba, más no cigarro, el alcohol me desagrada, mis tetas son limones, mi cintura se podría quebrar de lo delgada, pero al menos mis nalgas me salvan de estar enjuta de carnes, soy lo que tú llamarías una especie de emo raro que hace rituales satánicos por la noche y esas cosas. ¿Qué más quieres saber de mi antes de proseguir?
Ah, odio la política, el mundo, a la gente, pero sobre todo la política. Odio el fútbol, las tendencias, el reggaetón, te odio a ti y ni te conozco, ¿ya te dije que te pudras?
Y aprovechando las tendencias absurdas y de doble moral de ahora, hablo de esas "feministas" que no me representan, esas que son el patriarcado contra el que según ellas luchan y que tienen treinta y tantos tipos de gays, aprovechando eso, les confieso que yo soy sapiosexual. ¡Me encantan los cerebros!, (si fuera un zombie buscando cerebros me alejaría de los reggaetoneros) las mentes inteligentes que tienen algo que contar más allá de hablar de una puta fiesta o una puta canción de mierda de esas que están de moda.
Sumergirme en las sofisticadas palabras que escudriñan la exquisitez sublime que endulza los oídos; hombres de ciencias, psicoanalistas, doctores, ¡genios!
Camino hacia alguna parte y mientras lo hago voy pisando todas las líneas del piso, si se me llega a pasar una, pierdo. ¿Qué es eso de no pisarlas? ¿están enfermos o qué?, y hablando de enfermos, voy hacia un consultorio famoso por ser de un psicólogo que atiende a mentes más retorcidas, mentes peligrosas... "¡Oh, no, no, no,
no estoy diciendo que la mía sea una de esas mentes", simplemente quiero conocer a ese doctor, me carcome la curiosidad.
Así que entro a la clínica; en la recepción hay algunas trabajadoras de esas que son vanidosas y tienen obsesión con cuidar su estúpido cabello como si esa mierda importara, pero lo que salta a la vista son los dos guardias musculosos; traen gas pimienta, esposas, y creo que hasta armas. Uno de ellos se me queda viendo y va a hablarme, ¡maldición!, si, viene a hablarme.
- ¡Ey!, niña ¿quien te acompaña?- Me pregunta el más grande. Su gorda cara y sus papadas me dan asco.
- Vengo sola, y no soy una niña.
- Te vamos a revisar a continuación, es protocolo de la empresa- asiento con la cabeza y uno me pasa las manos por partes del cuerpo y un detector de esos que usan en los aeropuertos mientras el otro está vigilando que yo no haga un movimiento brusco. No hayan nada en mi.
- Disculpa, pero tienes que llenar este formulario- Me da una hoja y me señala con su dedo regordete hacia un espacio donde hay sillas y escritorios.
- Bien.- Tomo el papel.
Me dirigo hacia los escritorios para leer esa pendejada, como sospecho, es un estúpido test para saber ciertos aspectos de mi comportamiento y analizar que tan mal estoy de la cabeza; al venir sola, no pueden confiar en mi pues no estoy acompañada de ningún familiar, desconocen mis problemas mentales, "¡Oh, no, no, no,
no es que yo tenga problemas mentales!" pero al venir aquí significa para ellos que debo estar mal, ¡ja!, si supieran que sólo quiero conocer a tan famoso psicólogo. Y para poder hacerlo, contestaré algunas de esas preguntas capciosas de manera que llegue al nivel de locura con el que ellos trabajan; lo haré a manera de quedar por encima del promedio que se puede atender en esta clínica.
Terminé rápido, le hago señas al mastodonte de las papadas asquerosas para que venga por el examen. Él lo entrega a una de las muchachas para que lo revisen y yo espero en la silla. Contaré las moscas que hay en el techo mientras tanto.
Una de las chicas se me queda viendo. Tengo una idea, voy a sonreírle. Lo hago pero su expresión es un poco de miedo, olvidé por completo que mi sonrisa no es normal. Siempre que salga a la luz dará miedo por que al ser falsa se deforma de manera muy bizarra, ya me he visto en los espejos, hasta a mi me asusta.
El guardia anterior vuelve a mi pero trae algo en sus manos, parece ser un trapo.
- Bien, señorita. Ya revisamos su examen y por seguridad propia y la de nosotros, debe someterse a un sedante para poder ponerle esta camisa de fuerza y sólo así podrá ver al doctor Brandon- Su gesto, al haber visto mis resultados en el test, es de precaución por cualquier movimiento extraño que yo haga. "¡Qué divertido, juju!" "digo, no es como si fuera a matarlo"
Me recuesto en la helada camilla y atan mis manos, brazos y piernas con cinturones. Después de eso sólo siento la aguja del sedante y estoy tan relajada que podría morir sin problemas en este momento. "Espera, ¿cómo que morir?, idiota. No puedo morir sin conocer a tal mente rebosante de inteligencia y lamer su cerebro, sin follarlo".