Era una noche fría de invierno, empezaba a nevar y se pronosticaba una caída drástica de temperatura debido a una tormenta de nieve que se aproximaba, esa noche en el hospital solo se encontraban dos doctores de guardia, tres enfermeras y dos camilleros atentos en el estacionamiento, los camilleros fumaban un cigarrillo mientras platicaban de sobre que enfermera era la más sexy.
-¿Has visto a la nueva? -preguntaba James-le queda de maravilla ese traje, en cualquier oportunidad la invitare a salir.
-No si yo te gano primero-contesto Antonio en tono burlón.
Las enfermeras, preparaban a los únicos dos pacientes que tenían, uno era una mujer llamada Mary, acababa de dar a luz, su hijo estaba en la incubadora y el otro paciente estaba en totalmente sedado, había estado en un incendio, tenía varias quemaduras, su rostro estaba totalmente vendado y su brazo derecho tenía unos tornillos, se llamaba Bob y ya tenía varios días internado.
Los doctores tomaban una taza de café en la sala de estar mientras planeaban a donde iban a ir en sus vacaciones, ambos era casados y se conocían desde mucho antes, eran amigos desde que empezaron a estudiar medicina, por lo cual se tenían mucha confianza:
-Tenía pensado en ir a un lugar cálido, me muero de frio aquí-Decía el doctor West.
-Tengo que admitir que últimamente si ha hecho demasiado frio, pero es mi hábitat natural así que aquí pasare las vacaciones, además ya hace falta descansar un poco de ti-contesto el doctor Friedman.
-Lo único que extrañare de este lugar es a Lucy, pero sé que me esperará, esa chica sí que me hace sentir como un joven de nuevo, siento que me inyecta energía.
-Más vale que tu esposa no se entere de eso, porque creo que es capaz de matarte.
-No te preocupes, Lucy ya sabe que no dejare a mi esposa y está de acuerdo en que solo sea una aventura.
-Si tú lo dices, te creeré.
A las afueras del lugar un hombre con aspecto andrajoso, caminaba cojeando hasta la puerta, la abrió de golpe y cayó al suelo, los camilleros iban entrando por la puerta de visitantes cuando lo vieron, uno de ellos lo ayudo a pararse y el otro corrió por una silla de ruedas, el doctor West se levantó y se acercó a él, aquel hombre tenía un olor desagradable, aun a más de un metro de distancia se podía oler aquel aroma a putrefacción, el doctor West se acercó más y vio el rostro de aquel hombre, estaba lleno de pústulas y ronchas con un color rojizo y varias partes de su rostro tenían un color negro, parecían hematomas.
-¿señor se encuentra bien?-Preguntó James-¿Qué es lo que lo incomoda?
-Es obvio que esta inconsciente, llévenlo al cuarto tres y ahí lo checare-ordeno el doctor West y se encamino a la zona de equipo médico, ahí tomo su estetoscopio y un medidor de presión arterial, al llegar al pasillo los camilleros lo esperaban afuera, lo cual hizo que se molestara.
-¿Por qué no están adentro atendiendo al paciente?-dijo West.
-La habitación huele demasiado mal, no aguantamos ni con los cubre bocas-Contesto Antonio.
-No sé cómo le van hacer, las enfermeras están con los otros pacientes y ustedes me ayudaran.
Entraron los tres, un olor terrible abundaba en la habitación, y entre más cerca del paciente más concentrado era el hedor, el doctor hizo el chequeo básico, checo su pulso, su presión arterial, la dilatación de sus ojos, pero tenía los ojos muy dilatados, no reaccionaban a la luz, su presión estaba muy debajo de lo normal y su pulso era muy débil, no sabía que era lo que tenía aquel hombre pero lo estaba acabando rápidamente, tenía que hacer algo o moriría en unas cuantas horas, se puso los guantes de látex y examino las llagas que tenía en el rostro, al tocarlas una de ellas exploto, expulsando un líquido negro que logro alcanzar la mano de James, el cual no pudo contenerse y salió de la habitación para ir a vomitar, West le pidió a Antonio que le alcanzara un bisturí, se lo paso rápidamente y el doctor corto la camisa del hombre, ambos se sorprendieron al ver que todo su torso estaba lleno de pústulas negras, parecía que en cualquier momento iban a reventar, así que lo volvieron a cubrir, Antonio le comento que había visto al hombre cojeando del pie derecho antes de que cayera, así que el doctor le pidió que le quitara la bota, Antonio obedeció y retiro la bota lentamente, al inclinarla un poco escurrió un líquido negro y la peste aumentó en el lugar, eso fue demasiado para el estómago de Antonio y se retiró del lugar corriendo hacia el baño, entró a la habitación el doctor Friedman y tenía todo su equipo puesto.
-Parece que estas armando una fiesta aquí y no me has invitado-Dijo Friedman.