EL DESPERTAR DE X-10
El vacío era absoluto, pero una palabra golpeó su consciencia con la fuerza de un martillo: “Despierta”.
Odette abrió los ojos y el mundo se convirtió en un infierno de agua y cristal. El líquido frío inundaba sus pulmones, pero antes de que el pánico la asfixiara, un respirador en su boca bombeó oxígeno con un siseo mecánico. A través del cristal empañado y el agua burbujeante, vio un laboratorio sumido en sombras, iluminado apenas por el parpadeo de luces de emergencia.
Apoyó la mano contra la superficie fría. Sus dedos estaban entumecidos, pero bajo la piel sintió una vibración extraña, una fuerza latente que no sabía que poseía. No recordaba su pasado, ni cómo había llegado a ese tanque, ni por qué su cuerpo se sentía como un arma recién forjada. Solo un nombre flotaba en su mente como un naufragio: Odette Volkova.
Una mujer de piel pálida y cabello rubio recogido en un moño impecable la observaba desde el otro lado, con unos ojos color miel que no mostraban compasión, sino una fría curiosidad intelectual.
La voz de la mujer vibró a través de un altavoz, ligeramente distorsionada por el agua. Con voz gélida.
—Moscú está en peligro, X-10. Tus hermanos fallidos han escapado y solo tú puedes detener el rastro de sangre que han dejado bajo la ciudad.
La cápsula comenzó a drenarse, dejando a Odette tiritando mientras el cristal se deslizaba hacia arriba.
—Bienvenida a la Cacería de Monstruos querida.