Mounstros En Cacería

Capítulo 3: El Proyecto A-01

Caminé por los pasillos siguiendo al guardia, mis botas apenas hacían ruido sobre el suelo pulido. Al entrar en la Sala de Reuniones Alfa, el aire se sintió más pesado. Era un espacio circular, dominado por una pantalla gigante que proyectaba planos arquitectónicos.

​Igna estaba de pie, con su moño rubio impecable y esa presencia que llenaba la habitación. Frente a ella, sentados en sillas metálicas, había cinco personas. Todos vestían de negro, igual que yo. Sus miradas se clavaron en mí al entrar; algunas eran curiosas, otras frías como el hielo.

—Llegas a tiempo, Odette. Siéntate —dijo Igna, señalando un lugar vacío—. Equipo, ella es la Experimento X-10.

Igna no perdió el tiempo. Señaló la pantalla, donde aparecieron imágenes de tres complejos subterráneos masivos.

​—Estos son los laboratorios Alpha, Beta y Gamma. Nuestros centros más avanzados —explicó con voz firme—. Debido a una espia que ya ha sido capturada y "procesada", el sistema de seguridad falló, liberando a los sujetos de prueba que no lograron la estabilidad.

Hizo una pausa y la imagen cambió a un pasillo oscuro, destrozado y cubierto de lo que parecían marcas de garras.

​—Su misión será entrar en cada uno y limpiar el desastre. Pero tengo una advertencia específica. En el tercer laboratorio al que serán llevados, Alpha, el más profundo, se encuentra el Experimento A-01. Fue nuestro primer prototipo y es, con diferencia, el más poderoso.

Un escalofrío recorrió la sala. Incluso el chico de cabello blanco que parecía imperturbable enderezó la espalda.

—Antes de eliminarlo, necesitaremos una muestra de su sangre. Es vital para perfeccionar sus propios sistemas —añadió Igna, aunque cambió de tema rápidamente, como si no quisiera dar demasiados detalles—. Pero no irán mañana. Pasarán los próximos seis meses en entrenamiento intensivo para dominar sus habilidades. Los seis meses posteriores serán de combate real. Yo les proporcionaré la información y el equipo necesario antes de cada incursión para que no se pierdan en la oscuridad de los subsuelos.

Igna apagó la pantalla y nos miró uno a uno, deteniéndose en mis ojos grises.

​—¿Tienen alguna duda antes de que los asignen a sus puestos de práctica?

El silencio reinó por un segundo. Me fijé en la chica de cabello rojo que apretaba los puños y en el chico moreno que jugaba con una paleta en su mano. Todos teníamos preguntas, pero el miedo a lo que éramos capaces de hacer parecía mantenernos mudos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.