Mountain Lake: El lago guarda sus secretos

II

CAPÍTULO II

Se estacionó frente al edificio del departamento de policía. Odiaba el color rojo de los ladrillos en él, lo hacia ver rustico y, de una manera, le recordaba al color de la sangre. Apagó el auto, y se quedó ahí, dentro del auto en el estacionamiento. Todavía no era tarde para arrepentirse. Aún tenía tiempo de salir de ahí, y no volver a mostrar su cara nunca más. Extendió la mano para dejar las llaves en un compartimiento de las paletas cubre sol, pero lo hizo con poco cuidado. Una foto de Leo se deslizó torpemente, dando a caer en su regazo. Introdujo las llaves donde pretendía, y agarró la fotografía. En ella parecía sonriente y muy entusiasmado. Basura. Abrió la puerta, agarrando su bolso beige, sin dejar la fotografía, y salió del auto deportivo. A medio camino hacia la comandancia, dejó la ahora vieja e inservible fotografía, dentro de un bote de basura metálico junto a unas jardineras. Irónico, pensó, un bote de basura, junto a unas florecillas silvestres… irónico.
Subió los escalones hacia la entrada, sostenida con dos grandes pilares en su exterior. Estaba nerviosa. Mientras contaba cada escalón que sus pies tocaban, pensaba en lo que había dicho Leo. Lo que había hecho. Lo que había dicho el Director. ¿Qué si todos sabían ya lo que había sucedido?. Si era así, al menos ya podría rechazar el trabajo, ya que no habría reputación que salvar. Abrió las puertas de cristal en la entrada, custodiada por dos macetas con plantas de sombra, que parecían muy marchitas. La señora regordeta detrás del escritorio de recepción la miró a través de sus gafas gruesas. Era morena, y con cara de pocos amigos. Le alzó una ceja, y volvió a lo que estaba haciendo. Katherine se detuvo ahí un segundo, hasta oír la puerta cerrarse sola detrás de ella. Dio un suspiro de seguridad, y avanzó a paso decidido hacia el escritorio. A veces, le tenía más miedo a ser devorada viva por sus propios compañeros que por los criminales que mandaba a prisión. 
<<¿Ajá?>>
<<Soy la fiscal Katherine Collins, el Direc…>>
La recepcionista alzó un dedo para señalarle silencio, interrumpiendo a Katherine de manera abrupta, incluso antes de llegar al escritorio. Alzó la bocina en el teléfono verde a su lado, en contraste con todo aquel gris azulado de todo lo que la rodeaba, ese teléfono tenía un tono vibrante, que hasta parecía agradable.
<<Está aquí… si, también a mí me sorprendió… ¿Oíste los rumores?... Así hasta yo lo pensaría más antes de aceptarlo, ha ha ha …>>
<<Ujúm… Disculpe, señorita… ¿Amanda?... Tengo algo de prisa>> 
Katherine había leído el nombre de la señora tras el escritorio, en la tarjeta de identificación en su pecho. Amanda le miró con algo de desprecio a su interrupción. 
<<Dile al director, que está aquí, si eres tan amable>>
La señora colgó el teléfono, y volvió a mirar a Katherine. Parpadeó varias veces antes de darle instrucciones para llegar a la oficina del Director.
<<Gracias, señorita>> Dijo la fiscal, con algo de sarcasmo. Antes de salir del Lobby, escuchó que la recepcionista produjo un pequeño sonido de desprecio. Que amable cara de bienvenida. Pensó.
El pasillo por el que debía pasar, estaba lleno de policías y civiles. Tres mujeres lloraban una al lado de la otra desconsoladamente, pasando un pañuelo sucio entre las tres. Mas adelante, vio que las oficinas tenían las persianas abiertas, dejando ver el interior. Algunas tenían oficiales atareados tras un escritorio abarrotado por papeles, en otras se veía otro oficial sentado frente a un criminal esposado a la silla. Ese lugar era un caos.
Vio que un hombre salió rápidamente de una de las puertas del fondo, donde se suponía estaba la oficina del Director. Poco tardó en darse cuenta que realmente el hombre que corría hacia ella, era otro criminal. Tenía las manos esposadas en la espalda, y su cara era una calavera, literalmente. Tenía la cara completamente tatuada, y los ojos negros. Un oficial de uniforme negro y botas militares corría detrás de él. Katherine esquivó al hombre, era mejor apartarse que cometer un error, pero este le dio un golpe en el hombro, sacudiendo a la fiscal. El oficial alcanzó al hombre dando un pequeño salto, tirándolo con fuerza al suelo, que pareció haber temblado con el fuerte golpe. 
<<Señorita Collins>> gritó una voz a la derecha del pasillo, haciendo que la fiscal volteara, acomodándose de nuevo el cabello. Le dirigió una mirada enfadada, cruzando lo que le restaba del pasillo.
<<Creo que, no me he partido la espalda en estudiando para obtener este trabajo, y al final no obtener el crédito que merezco>>
El Director le miró curioseando la situación.
<<Dejemos el respeto… yo le seguiré llamando Director, y usted me llamará por el titulo que me merezco, ¿Entendido?>>
<<Me parece bien, Fiscal Collins, ahora pase, necesitamos hablar>>
Le dirigió con la mano hacia dentro de la oficina desordenada. Siendo el Director del distrito, ese no era el ambiente de un jefe, era el ambiente de… algo más. Se sentó frente al escritorio, en una silla forrada de cuero barato y rueditas. Había un montón de papeles desperdigados por el escritorio de metal color gris.
<<Así que, ¿aceptará el trabajo?>>
<<¿No cree que, si estoy aquí, no es obvio?>> dijo la fiscal, acomodando el bolso en su respaldo, observando al Director sentarse en la silla al otro lado del escritorio, apartando algunos papeles del medio.
<<Tiene mucha razón...>>
<<Así que, hay algo más, ¿cierto?>> repuso la fiscal.
<<Un pequeño, problema>>
La fiscal le miró, esperando una respuesta, a la pregunta en el aire.
<<Te diste cuenta, que mis oficiales están muy ocupados en sus respectivos trabajos, casi podríamos decir, que están siendo sobrexplotados…>>
<<Hicieron un gran trabajo, abrieron las persianas para que yo viera más dramáticamente lo que pasaba>> un centelleó en los ojos del Director le reveló que eran verdad sus conjeturas.
<<Buen trabajo, Fiscal… aquí el caso, es este: estamos sufriendo la ola de crímenes más grande de la historia en el distrito, y mis agentes trabajan más de un caso a la vez…>>
<<Vaya al grano, ya había escuchado eso antes>>
<<Existe un problema… la he elegido a usted para este caso por una razón, su efectividad le precede, con solo un caso perdido…>>
<<No, ese caso no lo perdí, técnicamente si le dieron una condena al culpable, así que, no creo haya sido un caso perdido>> corrigió la Fiscal.
<<Muy bien, pues esa es la razón… la elegí por que sabía que usted lograría lo que otros no>>
<<Están muy ocupados, ¿no?... Adivinaré, no tiene agentes suficientes para el caso, así que me lo dejará encima…>>
<<Lo peor de todo, es que no contamos con apoyo…
<<¿Me asignará este caso, sin un compañero?>>
<<Así es… ese es el… trato>>
<<No lo sé, Director Matías, no creo poder lograr algo, aunque ni siquiera puedo decir algo, sin ver siquiera el expediente del caso>>
<<En ello tiene razón, Fiscal>> sacó un sobre de uno de los cajones en el escritorio, y lo deslizó por la superficie rayada y metálica. <<Creo es momento de que lo veas, ya que has aceptado>>
Abrió el sobre beige, y sacó el contenido. Había tres tarjetas de identificación, con sus respectivas fotografías ancladas con un clip. También había algunas fotografías anexadas, que supuso eran las pruebas.
<<¿Esto es lo único que tienen?>> dijo la Fiscal, arqueando una ceja. El Director solo alzó los hombros como gesto de aprobación. De resignación. La Fiscal volteó a ver a otro lado, como si hubiera recibido la peor decepción en su vida.
Ojeó las tres tarjetas de identificación, donde contenían los datos de tres muchachos. Ninguno de ellos era mayor de veinticinco años. Eran dos chicos, ambos de veintidós años. Revisó el apellido. Parecía, eran gemelos. La tercera tarjeta era de una chica, parecía de origen latino, muy bonita, de veintitrés años de edad. Comenzó a girar el mecanismo en su cabeza.
<<Son los chicos que fueron reportados desaparecidos hace una semana… no veo lo que está mal…>>
<<Puede ver que son tres chicos>>
La fiscal asintió con reconocimiento.
<<Bueno, solo encontraron a tres… debe revisar las fotografías>>
Puso las fotografías entre sus manos. Vio que algunas dejaban ver manchas de sangre en un suelo de tierra, y algunas raspaduras y moratones. Pero llegó a la que el Director pretendía. Era un abdomen, que determinó era de la chica. Tenía una herida profunda en la parte baja, que abría un gran agujero en su piel. Pensó en la profundidad del mismo, y se le retorció el estómago. Había algo que le parecía conocido.
<<Ya vio el problema>>
<<Supongo ella está en el hospital>>
<<En urgencias, no se sabe cuando la darán de alta, pero está muy grave>>
<<Lo que solo me deja un testigo sustancial…>> 
<<Michael Meyer>>
¿Sería una coincidencia el nombre?. Después de haber hablado sobre el bono que ella recibiría, y la ubicación del lugar donde habían encontrado a los chicos, la Fiscal dejó la oficina, en camino al cuarto de interrogatorio donde se encontraba Michael, esperándola. Dio varias vueltas en el mismo pasillo, hasta llegar a lo que se suponía era el interrogatorio. Quedó confundida por un momento. El interrogatorio parecía más un cuarto de escobas adaptado con una ventana para ver desde el exterior. Parecía que, además de quedarse sin agentes, se quedaban sin recursos.
Desde afuera, solo podía ver a un muchacho, con la ropa desgarrada y raspones. Su mejilla estaba manchada por un moratón. Tenía facciones definidas y delicadas, las de una persona apuesta. Pero en ese estado, parecía un actor caracterizado para una película de guerra. Katherine se quedó parada ahí, frente a la ventana de un solo lado, en el pasillo vacío. Al menos tendría algo de espacio para pensar, por que ni siquiera escuchaba claramente las voces en las ajetreadas oficinas del edificio. Soltó un suspiro largo.
<<Hola, Kath>>
La Fiscal volteó a su derecha, donde había un apuesto hombre en traje característico de un Detective. Era Luis Rodríguez, y ya había trabajado con ella un par de veces en casos de secuestros y asesinatos, que siempre terminaban ganando.
<<Luis, cuánto tiempo sin verte>> Contestó ella, con un poco de gesto fingido. Le dio un beso en la mejilla, y su barba le picó un poco la piel.
<<Desde el caso Brown>>
<<Fue hace mucho… supongo que has estado muy atareado, como todos en el distrito, claro>>
<<Si, ahora mismo estoy en mi receso, pero cuando regresé a trabajar, me veré en la obligación de entregar un reporte al Director>>
<<¿Y eso?>>
<<Necesita un reporte semanal, al menos de mi caso… llevo casi un mes tratando de descubrir la ubicación de un gran jefe de la mafia en el distrito>>
<<Te ha ido muy bien…>>
<<Ya lo creo…>>
La sonrisa radiante del Detective la hacia sentirse algo perdida. Era lo que menos necesitaba. Apartó la vista de su bonito rostro.
<<Así que te encargarás de este muchacho>> continuó él, haciendo un ademán con la cabeza hacia donde se encontraba Michael, que tenía una jarra de agua sobre la mesa frente a él. Su mano rodeaba un vaso de agua lleno, sin siquiera haber sido probado ni un sorbo.
<<Si, parece que será un caso difícil… >>
<<¿Porqué lo dices?>>
<<Su cara, no es simplemente de un chico que se ha extraviado en un campamento en el bosque… hay algo detrás>>
<<Hasta ahora, ¿Cuáles son tus principales pistas?>>
<<Tengo que examinar el lugar donde los encontraron, tal vez hayan pasado algo por alto… y necesito ver la herida que la chica tiene en el abdomen, pero dudo que me den los permisos para examinarla, al menos hasta que la den de alta…>>
<<¿Y él?>>
<<No sé exactamente por donde empezar las preguntas>>
<<Lo hará bien, Collins, le han asignado este caso por una razón… yo creo en usted>> el Detective posó una mano sobre el hombro de la fiscal, como señal de apoyo. Pero su sonrisa decía algo más. Esos labios perfectamente formados parecían decirle algo, que no se podía describir con palabras. La Fiscal se apartó de inmediato.
<<Creo que voy a entrar a hablar con el muchacho, antes de que usted comience a besarme…>>
El Detective ni siquiera se inmutó. Pareciese ser la situación más común del mundo, lo cual, no era lo mismo que la Fiscal pensaba. Antes de abrir por completo el cuarto que servía de interrogatorio, el Detective le habló.
<<Se equivoca… si hubiera querido besarla, usted, sería quien lo hubiera empezado>>
Ella le miró con esa mirada que le encantaba lanzar.
<<Nunca va a pasar, Detective>>



#13556 en Thriller
#7658 en Misterio

En el texto hay: psicologico, desapariciones, terror

Editado: 29.08.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.