Mr. Love

Capítulo 3

Capítulo 3: El escándalo

La mañana en Dulce Suzy había comenzado como cualquier otra. El aroma a café recién hecho se mezclaba con el dulzor del bizcocho de vainilla que se horneaba en la cocina. Suzy había preparado una tanda de tartaletas de frutos rojos y decorado una vitrina especial con galletas en forma de mariposa. Era sábado, y eso significaba familias, niños con dedos pegajosos, y parejas buscando postres para compartir.

Suzy llevaba el cabello suelto, con un pañuelo floral atado en la cabeza. Su delantal estaba impecable, y su sonrisa, aunque algo cansada, seguía siendo cálida. Pero por dentro, la conversación con Jackson del día anterior le daba vueltas. No había respondido a sus mensajes. No porque no quisiera, sino porque no sabía cómo hacerlo sin abrir una puerta que quizás no podría cerrar.

A las once y media, la pastelería estaba llena. Una madre con dos niños pedía cupcakes de chocolate, una pareja discutía entre pastel de zanahoria o red velvet, y Suzy atendía con la eficiencia de quien conoce cada rincón de su negocio.

Entonces, la campanita sonó.

Entró una mujer de unos veinticuatro años, con gafas oscuras, labios pintados de rojo intenso y una chaqueta de cuero que parecía más decorativa que funcional. Caminó con paso firme hasta el mostrador, ignorando la fila, y se plantó frente a Suzy.

—Tú eres Suzy Ahn, ¿verdad?

Suzy levantó la vista, desconcertada.

—Sí. ¿En qué puedo ayudarte?

La mujer se quitó las gafas. Sus ojos estaban muy abiertos, brillantes, casi febriles.

—Tú eres la que está con Jackson Hall.

Los murmullos comenzaron de inmediato. Algunos clientes giraron la cabeza. Otros sacaron sus teléfonos discretamente.

Suzy mantuvo la calma.

—Jackson y yo somos amigos desde hace muchos años.

La mujer soltó una risa aguda.

—¿Amigos? ¿Eso es lo que dices? ¿Crees que puedes engañar a todos? Yo sé lo que eres. Una oportunista. Una manipuladora. Estás arruinando su vida.

Suzy dio un paso atrás.

—Creo que deberías irte.

—¡No me digas qué hacer! —gritó la mujer, golpeando el mostrador—. ¡Jackson no necesita a alguien como tú! ¡Tú lo estás destruyendo!

Los clientes comenzaron a grabar. Algunos se levantaron. Otros se quedaron congelados, como si fueran parte de una obra teatral que no sabían cómo abandonar.

Suzy intentó mantener la compostura.

—Por favor, cálmate. Esto no es apropiado.

La mujer se acercó más, invadiendo su espacio.

—¿Qué le das? ¿Lo drogaste? ¿Lo chantajeaste? ¡Él era perfecto antes de que tú aparecieras!

Y entonces, sin previo aviso, la mujer levantó la mano y rasguñó el brazo de Suzy con sus uñas largas y pintadas. Suzy gritó, retrocediendo, mientras la sangre comenzaba a brotar del corte.

—¡Suzy! —gritó una voz desde la entrada.

Jackson entró corriendo, con una gorra, gafas oscuras y una bufanda que le cubría la mitad del rostro. Pero al ver la escena, se quitó todo de golpe, revelando su identidad sin importar las cámaras.

—¡Aléjate de ella! —rugió, interponiéndose entre Suzy y la mujer.

La acosadora lo miró, atónita.

—¡Jackson! ¡Estoy aquí por ti! ¡Ella te está haciendo daño!

Jackson la enfrentó con una furia que rara vez mostraba.

—¡Tú no sabes nada de mí! ¡Y mucho menos de ella!

La mujer intentó tocarlo, pero él la apartó con firmeza.

—¡Sal de aquí antes de que llame a la policía!

Los clientes grababan sin parar. Algunos ya estaban transmitiendo en vivo. El escándalo se había convertido en espectáculo.

La mujer gritó algo incoherente y salió corriendo, empujando a un par de personas en el camino. La campanita sonó de nuevo, esta vez como un eco de alivio.

Jackson se giró hacia Suzy, que estaba apoyada contra el mostrador, con el brazo sangrando.

—¿Estás bien?

Suzy asintió, aunque su rostro estaba pálido.

—Solo… duele un poco.

Jackson tomó una servilleta limpia y la presionó contra la herida.

—Vamos a la parte de atrás. Necesitas limpiarte.

La condujo con cuidado hacia la cocina, ignorando los flashes, los gritos, los comentarios. Cerró la puerta tras ellos y se apoyó contra ella, como si pudiera contener el mundo exterior con su cuerpo.

Suzy se sentó en una silla, temblando.

—¿Por qué viniste?

Jackson se arrodilló frente a ella.

—Porque sabía que algo así podía pasar. Porque no podía quedarme sentado viendo cómo te convertías en blanco de todo esto.

Suzy lo miró, con los ojos llenos de rabia y tristeza.

—¿Y ahora qué? ¿Crees que esto va a calmar las cosas?




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