Capítulo 4: Viral
La noche cayó sobre Los Ángeles como una cortina de neón y ruido. Pero en el pequeño departamento de Jackson Hall, el silencio era absoluto. Suzy estaba sentada en el sofá, con una camiseta suya demasiado grande y el brazo vendado. Jackson caminaba de un lado a otro, el celular en la mano, como si pudiera detener el mundo con solo apretar el botón de apagado.
—Está en todas partes —dijo, sin mirar a Suzy.
Ella no respondió. Estaba viendo el video en su propio teléfono. Una grabación de baja calidad, temblorosa, pero clara: la mujer gritando, el rasguño, Jackson entrando, quitándose la gorra, interponiéndose. Suzy sangrando. Jackson gritando. El caos.
El video tenía más de tres millones de reproducciones en menos de seis horas.
—¿Ya viste los comentarios? —preguntó él.
Suzy asintió.
—Algunos me llaman “la novia secreta”. Otros dicen que fingimos todo. Y otros… —hizo una pausa— dicen que me lo merecía.
Jackson se detuvo.
—¿Qué?
—Que me lo merecía por meterme en tu vida. Que soy una manipuladora. Que te estoy arrastrando.
Jackson se acercó, arrodillándose frente a ella.
—No vas a leer más de eso. No vas a dejar que te destruyan.
Suzy lo miró con los ojos cansados.
—No pueden destruirme si no me conocen. Pero sí pueden hacer que todo lo que construí se tambalee.
Jackson tomó su mano.
—Tu pastelería…
—Ya hay gente afuera. Reporteros. Fans. Curiosos. Tu manager me llamó tres veces. No respondí.
Jackson se levantó y fue hacia la ventana. Afuera, algunos flashes se veían entre los árboles. Como luciérnagas invasoras.
—Bryan va a querer que hagamos una declaración.
—¿Y tú?
Jackson se giró.
—Yo quiero decir la verdad.
Suzy arqueó una ceja.
—¿Cuál de todas?
Jackson se acercó, se sentó a su lado, y respiró hondo.
—Que no eres una tapadera. Que no eres una víctima. Que eres mi mejor amiga. Que estuviste ahí cuando nadie más lo hizo. Que me salvaste más veces de las que puedo contar.
Suzy lo miró, sin hablar.
—Y que estoy harto de fingir que no siento lo que siento.
El silencio se hizo más profundo.
—¿Qué sientes? —preguntó ella, apenas en un susurro.
Jackson la miró como si acabara de abrir una puerta que llevaba años cerrada.
—Siento que te quiero. Que te he querido desde antes de saber lo que significaba querer a alguien. Que cada canción que escribí tenía un pedazo de ti, aunque no lo dijera. Que cada vez que me perdí, tú fuiste el mapa.
Suzy tragó saliva.
—¿Y ahora qué?
Jackson tomó su celular.
—Ahora vamos a decirlo. A nuestra manera.
Abrió la aplicación de Instagram. Grabó un video, sin filtros, sin luces, sin maquillaje.
—Hola. Soy Jackson Hall. Hoy pasó algo que no puedo ignorar. Una mujer atacó a mi mejor amiga, Suzy Ahn, en su pastelería. Todo quedó grabado. Y ahora hay miles de versiones circulando. Así que aquí va la mía.
Suzy lo miraba, sin moverse.
—Suzy no es una tapadera. No es una estrategia. No es una víctima. Es la persona que ha estado conmigo desde el primer día. Literalmente. Nacimos el mismo día, a la misma hora. Y desde entonces, hemos compartido todo. Risas, lágrimas, canciones, pasteles.
Hizo una pausa.
—Y sí. La quiero. Mucho más de lo que he querido a nadie. No sé qué somos ahora. Pero sé que no voy a dejar que la lastimen por estar cerca de mí.
Terminó el video y lo publicó sin dudar un segundo.
Suzy se quedó en silencio.
—¿Estás seguro?
Jackson la miró.
—Por primera vez en mucho tiempo, sí.
El celular vibró. Bryan. Otra vez.
Jackson lo ignoró.
—¿Quieres quedarte aquí esta noche?
Suzy asintió.
—Sí. Pero mañana tengo que abrir la pastelería.
Jackson sonrió.
—Entonces mañana te acompaño.
Suzy lo miró, sorprendida.
—¿Vas a atender clientes?
—Puedo lavar platos. O hacer café. O cantarles mientras comen.
Ella rió, por primera vez en horas.
—Eso sí sería viral.
Jackson se acercó, apoyó la frente contra la suya.
—Entonces que lo sea. Pero esta vez, por algo bueno.