Mr. Love

Capítulo 7

Capítulo 7: Betún y acordes

La pastelería estaba cerrada al público, pero viva por dentro. Era casi medianoche, y Suzy y Jackson trabajaban en la cocina, preparando un pedido especial para una fiesta infantil: treinta cupcakes, dos pasteles temáticos, y una torre de galletas decoradas con personajes de cuentos.

Jackson tenía harina en los codos, glaseado en los dedos, y una sonrisa que no se le había borrado desde que Suzy le enseñó a usar la manga pastelera sin que pareciera que estaba exprimiendo una serpiente.

—¿Cómo haces para que todo se vea tan perfecto? —preguntó él, admirando una galleta con forma de dragón.

—Años de práctica. Y un poco de obsesión.

—¿Y nunca te cansas?

Suzy se encogió de hombros.

—A veces. Pero luego recuerdo que cada pastel tiene una historia. Y eso me hace seguir.

Jackson la miró en silencio. Luego se acercó a la pequeña guitarra que había traído esa tarde, apoyada contra la pared.

—¿Te acuerdas de “Cielo de papel”? —preguntó.

Suzy rió.

—¿La canción horrible?

—Esa misma. La reescribí.

—¿La hiciste menos horrible?

—La hice más tú.

Suzy se sentó en una banqueta, curiosa.

Jackson afinó un par de cuerdas, se aclaró la voz, y comenzó a tocar. La melodía era suave, infantil, como una canción de cuna con ritmo de vals. Pero la letra estaba llena de indirectas:

“Si fueras pastel, serías de limón,
con lavanda en el centro y un toque de sol.
Si fueras canción, serías la que no canto,
porque me da miedo que sepas cuánto…”

Suzy lo miraba, divertida.

“Si fueras estrella, ya te habría pedido un deseo,
pero tú brillas tan cerca que me enredo en tu reflejo.
Si fueras mía… bueno, eso aún no lo sé,
pero si me empujas otra vez, tal vez lo entenderé.”

Jackson terminó con una sonrisa tímida.

Suzy soltó una carcajada.

—¡Eso fue adorable! Y sí, sigue siendo un poco horrible.

Jackson fingió ofensa.

—¡¿Horrible?! ¡Eso fue arte!

—Fue arte infantil. Como si un niño enamorado hubiera escrito una carta con crayones.

Jackson se acercó, con una sonrisa traviesa.

—¿Sabes qué hacen los niños enamorados?

—¿Qué?

Jackson tomó una espátula con betún de vainilla y, sin previo aviso, le embarró una pequeña cantidad en la punta de la nariz.

Suzy parpadeó, sorprendida.

—¿Acabas de…?

—Venganza por tu crítica.

Suzy se levantó, tomó otra espátula, y lo miró con una sonrisa peligrosa.

—¿Quieres guerra?

—¿No estamos demasiado cerca de los pasteles?

—Demasiado tarde.

Y antes de que Jackson pudiera reaccionar, Suzy le embarró betún en la mejilla, luego en la frente, y finalmente en el cabello, dejando mechones pegajosos y dulces.

Jackson gritó, riendo.

—¡Mi cabello! ¡Esto es traición!

—¡Esto es justicia pastelera!

Ambos reían, cubiertos de glaseado, con la cocina convertida en un campo de batalla dulce. El reloj marcaba la una de la mañana, pero el tiempo no importaba. Solo ellos. Solo ese momento.

Jackson se acercó, con betún en la ceja, y la miró fijamente.

—¿Sabes qué más hacen los niños enamorados?

Suzy lo miró, con el corazón latiendo fuerte.

—¿Qué?

Jackson se inclinó, y con la punta del dedo, limpió el betún de su nariz. Luego, sin decir nada, se lo llevó a los labios y lo probó.

—Vainilla. Mi favorita.

Suzy tragó saliva.

—La mía también.

El silencio volvió, pero esta vez estaba lleno de algo nuevo. Algo que no era solo amistad. Algo que estaba creciendo, lento pero firme.

Y aunque no lo dijeron, ambos sabían que el juego con betún había sido solo el principio.




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