Capítulo 32: La sala y la carta
El edificio del tribunal tenía una arquitectura sobria, casi indiferente. Las paredes grises, los pasillos silenciosos, y el eco de pasos que parecían más pesados de lo normal. Jackson llegó acompañado por Marina y Bryan. Vestía un traje oscuro, sin corbata, con el cabello recogido y los ojos firmes. Pero dentro, el vacío de Suzy se sentía como una grieta.
—¿Estás listo? —preguntó Marina, mientras revisaba los documentos por última vez.
Jackson asintió.
—Lo estoy. Pero no estoy completo.
Bryan le dio una palmada en el hombro.
—Ella está contigo. Lo sabes.
Jackson sacó una carta doblada de su bolsillo. La había recibido esa mañana, escrita a mano, con tinta azul y el aroma suave de lavanda.
“Jackson:
Sé que hoy es el día. El día en que todo lo que hemos vivido se pone sobre la mesa. El día en que tu voz tiene que sonar más fuerte que el ruido.
Yo no puedo estar ahí físicamente, pero estoy contigo en cada palabra, en cada mirada, en cada silencio.
Recuerda quién eres. Recuerda quiénes somos.
No estás solo.
Te amo.
Suzy.”
Jackson la leyó una vez más. Luego la guardó en el bolsillo interior de su saco, justo sobre el corazón.
La sala estaba llena. Prensa, abogados, observadores. Clara Montiel estaba sentada al otro lado, con su equipo legal, vestida de blanco, con una expresión serena que no lograba ocultar la tensión en sus manos.
El juez entró. Todos se pusieron de pie. La audiencia comenzó.
Marina tomó la palabra primero. Expuso el caso con precisión: las pruebas digitales, los correos, los audios, los testimonios. Mostró cómo Clara había manipulado la narrativa, cómo había usado a Isabella, cómo había filtrado el video íntimo con intención de dañar.
Clara se mantuvo en silencio. Su abogado intentó desviar la atención, hablar de “contexto emocional”, de “ruptura dolorosa”, de “reacciones humanas”. Pero el juez no parecía convencido.
Entonces llegó el momento de Jackson.
Se levantó. Caminó hacia el estrado. Respiró hondo. Sacó la carta de Suzy, la sostuvo en la mano, y comenzó a hablar.
—Mi nombre es Jackson Hall. Y durante los últimos meses, he sido muchas cosas para el mundo: ídolo, escándalo, acusado, víctima, culpable. Pero hoy quiero hablar como lo que realmente soy: una persona.
La sala se quedó en silencio.
—Tuve una relación con Clara Montiel. Fue intensa, confusa, dolorosa. Hubo momentos buenos, sí. Pero también hubo manipulación, control, miedo. Cuando terminó, pensé que todo había quedado atrás. Pero no fue así.
Jackson miró a Clara.
—El video que se filtró fue grabado con consentimiento mutuo. Nunca fue una herramienta. Nunca fue una amenaza. Hasta que ella lo convirtió en eso.
Clara bajó la mirada.
—Luego vino la acusación de una menor. Falsa. Fabricada. Vinculada a cuentas creadas por personas cercanas a Clara. Y después, Isabella. Otra historia manipulada. Otro intento de destruirme.
Jackson sacó la carta. La colocó sobre el estrado.
—Y en medio de todo eso, apareció ella. Suzy. Mi amiga de toda la vida. Mi compañera. Mi verdad. Ella me sostuvo cuando nadie más lo hizo. Me defendió cuando todos dudaban. Me amó cuando yo ya no sabía cómo hacerlo.
La voz de Jackson se quebró apenas.
—Hoy estoy aquí para decir que no soy perfecto. Que he cometido errores. Pero también estoy aquí para decir que merezco justicia. Que merezco que la verdad tenga más peso que el espectáculo.
El juez lo observaba con atención.
—Y si eso significa enfrentar todo esto sin ella a mi lado, lo haré. Porque ella me enseñó que el amor no siempre está presente físicamente. A veces está en una carta. A veces en una canción. A veces en el silencio que te sostiene.
Jackson terminó. Volvió a su asiento. Marina le dio una mirada de orgullo silencioso.
Clara pidió hablar. Se levantó. Caminó al estrado.
—Yo no soy una villana —dijo—. Soy una mujer herida. Una mujer que amó. Que fue dejada. Que reaccionó mal. Sí. Pero no soy un monstruo.
El juez la escuchó. Luego pidió un receso.
En el pasillo, Jackson se sentó en una banca. Bryan le ofreció agua. Marina revisaba notas. Jackson sacó su celular. Tenía un mensaje de Suzy.
“Te escuché. Aunque no estuve ahí, lo sentí. Estoy orgullosa de ti. Mi papá está estable. Te llamo pronto. Te amo.”
Jackson cerró los ojos. Respiró hondo. Sonrió.
Cuando la audiencia se reanudó, el juez habló con claridad.
—Las pruebas presentadas son contundentes. La manipulación mediática, la difamación, y el daño causado son evidentes. El tribunal procederá con cargos formales contra Clara Montiel por difamación agravada y uso indebido de material íntimo.
La sala estalló en murmullos. Clara se quedó quieta. Jackson no celebró. Solo cerró los ojos. Y pensó en Suzy.