Mr. Love

Capítulo 34

Capítulo 34: Lo que merece ser celebrado

La mañana siguiente al reencuentro amaneció con luz dorada filtrándose por las cortinas. Jackson se despertó con Suzy enredada entre sus brazos, el cabello sobre su pecho, la respiración tranquila. Por primera vez en semanas, no había ruido. No había miedo. Solo ellos.

—¿Estás despierta? —susurró él.

—Desde hace rato —respondió Suzy, sin moverse—. Estoy esperando que digas que fue un sueño.

Jackson la besó en la frente.

—No lo fue. Estás aquí. Y eso lo cambia todo.

Después del desayuno —pan tostado, café y mermelada casera— se sentaron en la mesa de la cocina con una libreta nueva. Suzy la había traído desde casa. En la portada decía: “Nuestra boda”.

—¿Quieres que sea grande? —preguntó Jackson, hojeando la libreta.

—No. Quiero que sea nuestra. Que cada cosa tenga sentido. Que cada detalle cuente algo.

Jackson sonrió.

—Entonces empecemos por eso. ¿Qué queremos contar?

Suzy pensó un momento.

—Quiero que la ceremonia sea en un jardín. Con lavanda. Como el aroma de mis cartas.

—Y que haya música en vivo. Pero no mía. Quiero que otros canten. Que nosotros escuchemos.

—Quiero que el pastel tenga tres niveles. Uno con limón, otro con lavanda, y otro con chocolate. Como nuestras emociones.

—Y que las invitaciones sean escritas a mano. Por nosotros. Solo para quienes realmente nos conocen.

Suzy anotaba todo. Con cuidado. Con emoción.

—¿Y los votos? —preguntó.

Jackson la miró.

—Quiero escribirlos contigo. Como escribimos canciones. Como escribimos nuestra historia.

Esa tarde, fueron a ver un jardín botánico que Alan les había recomendado. Era discreto, lleno de árboles altos, flores silvestres, y un rincón con una pérgola de madera que parecía hecha para ellos.

—Aquí —dijo Suzy, tocando la madera—. Aquí quiero decirte que sí otra vez.

Jackson la abrazó.

—Y aquí quiero cantarte “A la misma hora”.

Suzy rió.

—¿Y si llueve?

—Entonces bailamos bajo la lluvia. Como en la playa.

Al volver a casa, Suzy se sentó frente a su laptop. Abrió el archivo de su libro. Lo había dejado en pausa desde que su padre enfermó. Ahora, algo dentro de ella pedía volver.

Escribió:

“El amor no es solo dulzura. Es resistencia. Es memoria. Es saber que, incluso cuando el horno se apaga, el calor queda.
Hoy escribo desde un lugar nuevo. Desde el reencuentro. Desde la promesa.
Porque si algo merece ser celebrado, es lo que sobrevivió al miedo.”

Jackson se acercó, leyó por encima de su hombro.

—¿Eso va en el libro?

—Sí. Es el capítulo que no sabía que faltaba.

Jackson la besó.

—Entonces ya tienes el final.

Suzy lo miró.

—No. Tengo el principio.




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