Mørk Arv

Capitulo III

Lucas continuó recitando, su voz temblando pero firme. La figura avanzó, pero se detuvo al borde del círculo de sal, incapaz de cruzar la barrera. Con un último grito desesperado, Lucas completó el ritual. La figura se desvaneció en el aire, dejando tras de sí un eco de risas malignas. El silencio volvió a reinar en la cámara. Lucas se desplomó en el suelo, agotado pero aliviado. Cerró los ojos por un momento, tratando de recuperar la calma. Cuando los abrió de nuevo, estaba de vuelta en su habitación, la música de la fiesta se filtraba a través de las paredes y la puerta de su cuarto seguía cerrada. El reloj marcaba las nueve y un golpe sordo resonó en la puerta principal. Lucas se quedó inmóvil, sin saber si lo que había vivido había sido real o un sueño. El golpe se repitió, y con él, la voz que conocía tan bien:

— Lucas... abre la puerta...

Su respiración se aceleró mientras su mente luchaba por discernir entre la realidad y la ilusión. Sin embargo, esta vez, estaba decidido a no dejarse atrapar. Tomó la linterna y el diario, y se preparó para enfrentar lo que viniera, consciente de que, sueño o no, debía encontrar las respuestas y salvarse de la oscuridad que lo acechaba. Lucas se quedó inmóvil, observando la puerta como si pudiera ver a través de ella. Su mente volvía a la cámara subterránea, a la figura oscura, y al ritual que había completado. Pero ahora, en la penumbra de su habitación, con la música de la fiesta resonando lejana, la realidad parecía fragmentarse. El golpe en la puerta se repitió, y la voz insistió:

— Lucas, abre la puerta...

Sin poder soportar más la incertidumbre, Lucas abrió la puerta de su cuarto y se dirigió hacia la entrada principal. Sus manos temblaban mientras giraba el pomo. Al abrir, se encontró con su amigo Marcos, que lo miraba con una mezcla de preocupación y alivio.

— ¡Lucas! Hemos estado buscándote por todas partes. ¿Estás bien? – preguntó Marcos, su voz teñida de ansiedad.

Lucas intentó responder, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. Asintió lentamente, permitiendo que Marcos entrara.

— Estábamos preocupados, no contestabas y sabíamos que algo no andaba bien – continuó Marcos. — ¿Quieres hablar de lo que te pasa?

Lucas titubeó. ¿Cómo podía explicar lo que había experimentado? Finalmente, se sentó en el sofá y comenzó a hablar, sus palabras saliendo en un torrente desordenado.

— Hay algo en esta casa, Marcos... algo oscuro. He visto cosas, oído voces. – Dice nervioso — Encontré el diario de mi abuelo, hablaba de una maldición, de seres que nos persiguen… – Marcos escuchaba atentamente, sus ojos reflejando una comprensión profunda.

Lucas, después de lo que le pasó a tu madre, es comprensible que estés luchando con todo esto. Has estado lidiando con la soledad y el dolor durante mucho tiempo. – Lucas sintió que la realidad se reconfiguraba a su alrededor, las piezas del rompecabezas cayendo en su lugar. La trágica muerte de su madre cuando era niño, el aislamiento, el miedo a quedarse solo. Todo había contribuido a alimentar su mente, creando monstruos donde no los había.

Lucas – continuó Marcos, – has estado luchando con depresión y ansiedad desde hace años. Esos pensamientos oscuros, esas visiones, podrían ser parte de tu trastorno. Necesitas ayuda, alguien con quien hablar regularmente. No estás solo, pero necesitas encontrar una forma de manejar esto.

Lucas sintió una mezcla de alivio y desesperación. Las sombras en su mente seguían allí, pero ahora tenían un nombre. Era doloroso, pero también era un camino hacia la comprensión y, quizás, hacia la recuperación.




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