Mørk Arv

Capitulo V

Al día siguiente, Lucas se sintió más ligero que en mucho tiempo. La experiencia de la noche anterior había sido aterradora, pero también catártica. Había enfrentado a sus propios demonios, y aunque sabía que la lucha no había terminado, se sentía más preparado para lo que vendría. Decidió tomar un descanso de la casa, de las sombras y de los recuerdos oscuros que albergaba, y se dirigió al parque más cercano.

El sol brillaba con fuerza, y el aire fresco llenaba sus pulmones mientras caminaba entre los árboles. Las risas de los niños jugando y el sonido de los pájaros cantando lo envolvieron en una sensación de paz que hacía mucho tiempo no experimentaba. Se sentó en un banco bajo un roble y cerró los ojos, permitiendo que la serenidad del entorno lo calmara.

De repente, sintió una presencia a su lado. Abrió los ojos y vio a una mujer joven sentada en el mismo banco, observándolo con una expresión tranquila pero inquisitiva. No recordaba haberla visto acercarse.

—¿Te molesto si me siento aquí? —preguntó la mujer, su voz suave como una brisa.

Lucas negó con la cabeza, algo sorprendido por la repentina aparición de la desconocida.

—No, para nada —respondió, tratando de sonreír.

La mujer lo observó por un momento, como si estuviera buscando algo en su rostro.

—Pareces tener muchas cosas en mente —dijo ella finalmente, su tono más una afirmación que una pregunta.

Lucas asintió, un poco incómodo pero también intrigado por la mujer.

—Sí, últimamente he estado lidiando con algunas cosas difíciles —admitió.

—Todos tenemos nuestras sombras —dijo ella, mirando hacia el horizonte. —Pero a veces, esas sombras no son solo una parte de nosotros, sino algo que nos sigue, algo que no pertenece a este mundo.

Lucas sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar esas palabras. ¿Cómo podía esta extraña conocer sus pensamientos tan íntimamente?

—¿Cómo sabes eso? —preguntó, su voz apenas un susurro.

La mujer lo miró directamente a los ojos, y Lucas sintió que había algo en ella, algo antiguo y poderoso, que no podía comprender.

—Porque yo también he luchado con sombras —respondió ella, su voz tomando un matiz más grave. —Y sé lo que es enfrentarlas solo. Pero no tienes que hacerlo. Hay otros como tú, Lucas, personas que entienden lo que estás viviendo.

Lucas sintió que su mente se llenaba de preguntas. ¿Había más personas como él? ¿Gente que había enfrentado esas oscuridades, esas voces?

—¿Quién eres? —logró preguntar finalmente.

La mujer sonrió, una sonrisa que parecía contener siglos de sabiduría y dolor.

—Me llamo Ingrid. Y estoy aquí para ayudarte.

Lucas no sabía si debía confiar en ella, pero algo en su interior le decía que Ingrid no era una amenaza. De hecho, sentía que, por primera vez en mucho tiempo, había encontrado a alguien que realmente podía comprender lo que estaba pasando.

—¿Cómo puedes ayudarme? —preguntó, aún con cautela.

Ingrid se levantó del banco y le hizo un gesto para que la siguiera.

—Hay un lugar que quiero mostrarte, Lucas. Un lugar donde las sombras no tienen poder. Pero primero, necesito que confíes en mí.




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