Capitulo VI

Lucas dudó por un momento, pero finalmente se puso de pie. Sabía que quedarse en ese estado de incertidumbre no lo llevaría a ninguna parte, y aunque sentía miedo, también había una extraña sensación de esperanza en el aire. Con un último vistazo al parque, decidió seguir a Ingrid.

Caminaron en silencio por calles que Lucas no reconocía, alejándose del bullicio de la ciudad y adentrándose en una zona más tranquila, casi desierta. Finalmente, llegaron a una pequeña casa de apariencia modesta, rodeada de un jardín descuidado. Ingrid se detuvo frente a la puerta y la abrió, invitando a Lucas a entrar.

Dentro, la casa estaba decorada con objetos antiguos, libros en estantes de madera oscura, y velas que iluminaban suavemente el espacio. Lucas sintió una extraña mezcla de calma y tensión en el aire, como si el lugar estuviera impregnado de una energía que no podía identificar.

—Este es un refugio —explicó Ingrid, guiándolo hacia una sala donde había un círculo dibujado en el suelo, similar al que había visto en la cámara subterránea. —Aquí podrás encontrar las respuestas que buscas, pero también enfrentarte a las verdades que has estado evitando.

Lucas miró el círculo y luego a Ingrid, su mente llena de dudas y temores.

—¿Qué es lo que realmente está pasando? —preguntó, sintiendo que estaba al borde de descubrir algo que cambiaría todo.

Ingrid lo miró con una seriedad que hizo que Lucas se estremeciera.

—Las sombras que te persiguen, Lucas, no son solo producto de tu mente. Son reales. Y lo que encontraste en el sótano de tu casa es solo el principio. Tu familia ha estado marcada por algo oscuro durante generaciones, y ahora esa oscuridad te ha encontrado. Pero aquí, en este lugar, puedes aprender a luchar contra ella, a entender su origen y, con suerte, a liberarte de ella.

Lucas sintió que su mundo se tambaleaba. Todo lo que había creído saber sobre su vida, sobre su familia, estaba siendo puesto en duda. Pero también sabía que no podía huir de esto, que tenía que enfrentarlo.

—¿Y si no puedo? —preguntó, su voz quebrándose ligeramente.

Ingrid se acercó y le puso una mano en el hombro, ofreciéndole una mirada llena de determinación.

—No estás solo, Lucas. Juntos, encontraremos una manera. Pero el camino no será fácil. Las sombras no se rendirán sin luchar.

Lucas asintió, sabiendo que no tenía otra opción. Con el corazón pesado pero decidido, se preparó para lo que vendría, consciente de que lo que había experimentado hasta ahora era solo el comienzo de una batalla mucho más grande.

Lucas respiró profundamente, tratando de calmar los nervios que amenazaban con apoderarse de él. Sabía que lo que estaba a punto de enfrentar sería más difícil que cualquier cosa que hubiera vivido hasta ese momento. Pero también sabía que no podía huir, no ahora que había comenzado a comprender la magnitud de lo que estaba en juego.

Ingrid lo guió hacia el centro de la sala, justo dentro del círculo dibujado en el suelo. El aire en la habitación parecía vibrar con una energía que Lucas no podía ver, pero que sentía en cada fibra de su ser. Había algo antiguo y poderoso en ese lugar, algo que resonaba con las sombras que lo habían estado atormentando.