Mørk Arv

Capitulo IX

—Eso es lo que te hace fuerte, Lucas. No es la ausencia de miedo lo que define la valentía, sino la capacidad de seguir adelante a pesar de él. Has estado enfrentando tus sombras solo durante mucho tiempo, y eso requiere una fortaleza que pocos tienen.

Lucas reflexionó sobre sus palabras mientras continuaban caminando. Sentía que estaba aprendiendo a ver las cosas de una manera diferente, pero las preguntas seguían sin respuesta. ¿Qué más había en su pasado que no recordaba? ¿Por qué esas sombras se habían arraigado tan profundamente en él?

Esa noche, Lucas soñó con el mismo lugar donde había enfrentado a las sombras, pero esta vez estaba solo. El círculo estaba en el suelo, pero no emitía luz, y la habitación estaba fría y silenciosa. Sabía que algo lo estaba esperando, algo que debía descubrir por sí mismo.

En el centro de la habitación, vio una puerta. No estaba ahí antes, o al menos no la había notado. Su marco estaba hecho de madera vieja y oscura, y la manija de bronce brillaba ligeramente bajo la tenue luz que emanaba de alguna fuente invisible.

Sintió una mezcla de miedo y curiosidad al acercarse. Sabía que lo que estaba detrás de esa puerta era importante, que podría contener respuestas que necesitaba. Pero también sabía que esas respuestas podrían no ser fáciles de aceptar.

Tomó la manija y, con un esfuerzo de voluntad, la giró. La puerta se abrió lentamente, revelando una oscuridad que parecía absorber toda la luz a su alrededor. Dio un paso hacia adelante, sintiendo un tirón en su pecho, como si algo lo llamara desde dentro de esa negrura.

Al cruzar el umbral, la puerta se cerró detrás de él con un sonido seco. La oscuridad lo envolvió, pero no era una oscuridad total. Podía ver una luz distante, titilando como una estrella en la lejanía. Comenzó a caminar hacia ella, sus pasos resonando en el silencio absoluto.

Mientras se acercaba, la luz se hizo más brillante, revelando un espacio extraño, casi irreal. Había una figura en medio de la luz, sentada en una silla. Lucas sintió su corazón latir con fuerza al reconocerla. Era él mismo, pero más joven, tal vez de unos ocho años.

El niño lo miraba con ojos vacíos, como si no pudiera verlo realmente. Había algo inquietante en su expresión, una tristeza profunda que parecía haberlo consumido por completo.

—¿Quién eres? —preguntó Lucas, aunque sabía la respuesta.

El niño no respondió, pero levantó una mano, señalando algo detrás de Lucas. Se giró lentamente, y su estómago se retorció al ver lo que el niño le mostraba.

Era una escena que había intentado olvidar durante años. Su padre, gritando furioso, su madre llorando en el suelo. Lucas, el niño, observando desde la esquina, inmóvil por el miedo. Recordaba ese día, cómo su padre había perdido el control, cómo había jurado nunca ser como él. Pero también recordó cómo había sentido una oscura satisfacción al ver a su padre enojado, una chispa de algo que no había querido admitir.

—No eres como él —dijo una voz desde detrás. Lucas se giró nuevamente para encontrarse cara a cara con la sombra de su padre, pero esta vez, no había odio ni furia en su semblante, solo una calma inquietante.

—No quiero ser como tú —replicó Lucas, pero su voz tembló.

—Entonces, deja de temerme —respondió la sombra. —Deja de temerte a ti mismo.

Lucas sintió un nudo en la garganta. Comprendió en ese momento que las sombras no eran solo recuerdos o miedos externos; eran parte de él, de lo que era. Su miedo de convertirse en su padre, de ser consumido por esa oscuridad, lo había mantenido prisionero durante años.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.