Mørk Arv

Capitulo XI

Lucas había decidido que era hora de tomar el control de su vida, de buscar algo que le diera sentido, algo que pudiera llenar el vacío que las sombras habían dejado. Se levantó temprano, sintiendo una energía que hacía mucho no experimentaba. Las calles de la ciudad le parecieron diferentes esa mañana, menos opresivas, más llenas de posibilidades.

Pasaron varias semanas en las que Lucas se dedicó a explorar diferentes intereses, desde la pintura hasta la fotografía, actividades que le permitieron expresarse de maneras que nunca había considerado. Pero había algo más profundo que lo llamaba, un deseo de ayudar a otros que, como él, luchaban con sus propios demonios.

Un día, mientras estaba en la librería que frecuentaba, encontró un libro sobre psicología y salud mental. Era como si el destino le hubiera puesto ese libro en las manos. Se lo llevó a casa y lo devoró en una noche, sintiendo que cada palabra resonaba con sus propias experiencias. Fue entonces cuando la idea empezó a tomar forma: quería estudiar para convertirse en terapeuta.

Ingrid, al escuchar su decisión, lo apoyó incondicionalmente. La carrera no sería fácil, y Lucas lo sabía. Tendría que enfrentarse a sus propias sombras una y otra vez mientras ayudaba a otros a lidiar con las suyas. Pero por primera vez en mucho tiempo, Lucas sentía que había encontrado un propósito, algo que valía la pena perseguir.

Empezó a tomar clases nocturnas, dividiendo su tiempo entre el estudio y su trabajo. Ingrid fue un pilar fundamental durante este tiempo, apoyándolo en los momentos difíciles, animándolo cuando dudaba de sí mismo. Poco a poco, Lucas se fue sumergiendo en el mundo de la psicología, fascinado por lo que aprendía, pero también profundamente consciente de lo mucho que quedaba por hacer.

Una noche, después de una larga jornada de estudios, Lucas se sentó en su escritorio y miró por la ventana. Las sombras aún estaban allí, moviéndose sutilmente en la periferia de su visión, pero ya no le asustaban. Había aprendido a convivir con ellas, a entenderlas como partes de sí mismo, no como enemigos. Sabía que siempre estarían allí, pero también sabía que no tenían que controlar su vida.

Los años pasaron, y Lucas se convirtió en un terapeuta respetado, especializado en ayudar a personas con traumas similares a los suyos. Su trabajo lo llenaba de una profunda satisfacción, pero lo más importante era que había encontrado su lugar en el mundo. Había aprendido que las sombras no desaparecen, pero se puede aprender a vivir con ellas, a hacerlas parte de una vida plena y significativa.

Un día, mientras terminaba una sesión con un paciente, Lucas se detuvo un momento para reflexionar. Recordó cómo había empezado todo, la oscuridad que lo había rodeado, el encuentro fortuito con Ingrid, y cómo, paso a paso, había reconstruido su vida. Era un largo camino el que había recorrido, pero estaba orgulloso de cada paso dado.

Ingrid seguía a su lado, como amiga y compañera de vida, su apoyo inquebrantable y su confianza en él habían sido fundamentales. Juntos habían creado una vida llena de propósito, una vida en la que las sombras ya no eran algo a temer, sino simplemente una parte del viaje.

Y así, mientras las sombras danzaban suavemente en el fondo de su mente, Lucas sonrió, sabiendo que había llegado a donde debía estar. La oscuridad no había desaparecido, pero ahora él sabía cómo caminar a través de ella, con la cabeza en alto y el corazón lleno de esperanza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.