—Soy alguien que compartió ese mismo abismo. Alguien que... no logró salir. Pero tú... tú tienes la llave para entenderlo todo. Hay algo que no te han contado, Lucas, algo que te han mantenido oculto.
El corazón de Lucas latía con fuerza, una mezcla de miedo y curiosidad que lo desbordaba. Se sentó frente al hombre, decidido a descubrir la verdad, por más perturbadora que pudiera ser.
—¿Qué es lo que necesito saber? —preguntó, inclinándose hacia adelante.
El hombre lo miró a los ojos, su expresión se tornó seria, como si lo que estaba a punto de decir le costara mucho.
—La razón por la que las sombras siempre han estado contigo... es porque tú mismo las creaste. Hay algo en tu pasado, algo que has bloqueado, un recuerdo que no has permitido salir a la luz. Y ahora, ha llegado el momento de enfrentarlo.
Lucas sintió un vértigo repentino, como si el suelo bajo sus pies hubiera desaparecido. ¿Qué podría ser tan oscuro como para haberlo olvidado? ¿Qué había hecho, o qué le había pasado, que lo mantuviera atrapado en esa penumbra durante tanto tiempo?
El hombre extendió su mano temblorosa hacia Lucas, como si buscara una conexión.
—Tienes que recordar, Lucas... por ti, por todos aquellos a quienes intentas ayudar. Las respuestas están dentro de ti, solo tienes que mirar.
Lucas se quedó en silencio, las palabras del hombre resonando en su mente como un eco interminable. Algo profundo dentro de él comenzó a moverse, como si las barreras que había construido durante años empezaran a desmoronarse. Sabía que este sería el mayor desafío de su vida, pero también entendía que solo enfrentando este oscuro rincón de su alma podría finalmente encontrar la paz que tanto había buscado.
Lucas se sintió abrumado por la magnitud de lo que se le estaba pidiendo. La idea de revivir un recuerdo que había decidido enterrar parecía aterradora, pero también liberadora. Miró al hombre frente a él, tratando de captar alguna pista en sus ojos, alguna señal de lo que podría ser esa verdad tan devastadora.
—¿Cómo puedo recordar? —preguntó, su voz temblorosa.
El hombre sonrió, una expresión cargada de empatía y sufrimiento compartido.
—Tienes que dejar que tu mente se sumerja en el silencio. Debes permitir que las sombras que temes se acerquen, que te hablen. Es en la oscuridad donde a menudo encontramos la luz.
Con esas palabras resonando en su mente, Lucas decidió que debía intentarlo. Se cerró los ojos, respiró hondo y buscó ese lugar dentro de él que había tratado de evitar. Las imágenes comenzaron a fluir, como un torrente represado que finalmente rompía sus cadenas.
En la penumbra de su mente, vio escenas distorsionadas de su infancia: risas y juegos, pero también gritos y lágrimas. Recuerdos fragmentados de una casa donde las sombras eran compañeras frecuentes. Recordó la fría mirada de su padre, las discusiones que resonaban en las paredes, la sensación de impotencia que lo envolvía. Un frío se apoderó de su pecho al recordar momentos de desesperación y miedo.
De repente, un rostro apareció entre las imágenes: el de su hermana menor, Clara. La había olvidado. En su mente, la imagen de ella era brillante, una chispa de luz en medio de la oscuridad. Recordó cómo solían jugar juntos, sus risas llenando el aire, hasta que algo cambió. Una noche, cuando la tormenta afuera rugía como un animal enfurecido, había ocurrido algo que lo había marcado para siempre.
La memoria se volvió más vívida, y Lucas se encontró en una escena desgarradora. Clara estaba llorando, asustada, y él no sabía cómo ayudarla. La tormenta retumbaba, y él se sintió atrapado entre el deseo de consolarla y el terror que lo paralizaba. De repente, todo se volvió caótico: un grito, un golpe, y luego la oscuridad. Después de eso, solo silencio.