Mørk Arv

Capitulo XIX

Mientras Lucas y Clara se alejaban de la casa de sus abuelos, un aire de melancolía y esperanza envolvía el ambiente. Sin embargo, a medida que el sol comenzaba a ponerse, una sombra inquietante se instaló en el horizonte.

Una semana después de regresar a la ciudad, Lucas comenzó a experimentar una sensación extraña. A veces, sentía como si lo observaran, como si las sombras que solían ser amigas de su infancia ahora se convirtieran en presencias inquietantes. Clara también notó el cambio en él, la inquietud en su mirada y la forma en que evitaba las habitaciones oscuras.

Una noche, mientras revisaban algunas de las fotos que habían tomado en el campo, Lucas encontró un antiguo álbum familiar que había estado olvidado. Sus dedos se deslizaron sobre las páginas amarillentas, y un escalofrío recorrió su espalda al ver una foto de la casa de sus abuelos en un momento en el que, por alguna razón, no recordaba haber estado allí. En la imagen, su abuelo, más joven, estaba acompañado por un grupo de personas que lucían inquietantes, con sonrisas que parecían más un gesto de burla que de alegría.

—¿Has visto esta foto? —preguntó Lucas a Clara, señalando la imagen—. Nunca la había visto antes.

Clara se inclinó hacia la imagen, su expresión cambiando de curiosidad a inquietud.

—No… no me suena. ¿Por qué hay gente que no reconozco? —dijo, sintiendo un nudo en el estómago.

A partir de esa noche, las pesadillas comenzaron. Lucas soñaba con la casa, pero en lugar de ser un refugio, se convertía en un laberinto oscuro y retorcido. Voces susurrantes lo llamaban desde las sombras, y siempre había una figura, con una risa burlona, que lo seguía.

Una tarde, mientras estaban en el parque, Clara miró a Lucas y notó que parecía ausente, como si estuviera atrapado en sus pensamientos.

—Lucas, ¿estás bien? Te noto distante —dijo, preocupada.

—No lo sé, Clara. Siento que algo no está bien. Como si algo hubiera despertado —confesó Lucas, su voz temblando ligeramente.

Clara trató de tranquilizarlo, sugiriendo que volvieran a la casa de sus abuelos, pero la idea no hizo más que intensificar la inquietud de Lucas. Sin embargo, una mañana, mientras revisaban la biblioteca de su casa, Clara encontró un libro viejo titulado "Los secretos de la casa", que prometía revelar los misterios ocultos del hogar de sus abuelos. Al abrirlo, las páginas estaban llenas de relatos sobre rituales oscuros y secretos familiares, y una advertencia final que decía: “Aquellos que miren hacia atrás, jamás podrán escapar de lo que han desenterrado”.

La lectura del libro los sumió en un estado de terror. Lucas sintió que el aire se volvía más pesado, y la sensación de ser observado se intensificaba. Mientras más leían, más claro se hacía que había algo en su familia que nunca había sido abordado, algo que su abuelo había intentado ocultar a toda costa.

Decididos a enfrentarlo, Lucas y Clara volvieron a la casa de sus abuelos, esta vez con una linterna y el libro en la mano. Al entrar, la oscuridad parecía cobrar vida. Las sombras danzaban en las paredes, y el silencio era abrumador. Se dirigieron al sótano, donde el libro sugería que se encontraban los secretos más oscuros.




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