Mrs.Sanders

Prologo

Nunca que creí que me iba a sentir tan miserable, tan estúpida, tan desolada y sobre todo tan pero tan decepcionada.

Lo que no se si es de él o no de mí.

Quizás de mi...

Ahora, sola, sentada en el pórtico de la casa de la abuela Charlize, en el último de los escalones.

La cual me odia, se tiño el pelo de negro con tal de aparecerse menos a mí.

Toda la familia festejando y yo aquí.

Dándole mente a las idioteces que cometí.

-AHHHHHH- Grito frustrada, paso las manos con desesperación por mi cabello.

Sin empleo.
Sin pareja.
Sin ganas de estudiar.

¿Por qué lo hice? 
¿Para qué me metí con él?

El me lo había dejado en claro desde un principio de la manera más humillante.

Comencé un coqueteo con mi jefe sabiendo que no se podía.

Ahora me despidió con una excusa absurda.

Agacho mi cabeza y me acuesto sobre mis rodillas.

Lágrimas absurdas comienza a rodar por mis mejillas, de manera áspera las arrancó sin dejar rastro de ellas.

¿Por qué lloro, si no estoy enamorada de el para andar despechada?

Te quedaste sin fuente monetaria.

Cierto....

El sonido de unos neumáticos sobre el asfalto se escucha en toda la desolada carretera frente a la casa campirana donde me encuentro.

Raro, es noche, diez de la noche para ser exactos, para que alguien pasa por aquí.

Miro al cielo, la media luna creciente me sonríe.

El ruido de los neumáticos se hace más persistente, más cerca.

Hasta que veo un Porsche gris 911 del 2011 deslizándose desfrenadamente en la carreta, para entrarse al césped del jardín de Charlize, estacionándose ahí.

Precioso ese Porsche... pero a Charlize no le gustar nada que su jardín este semi jodido.

Debe ser el novio de Chiara.
Al fin lo vamos a conocer al idiota que no quiere reconocer la barriga de cinco meses.
Y que maneja como un loco.

Limpio con el dorso de mi mano mi nariz, no quiero que se den cuenta que me pasa algo, aunque sé que mis ojos deben de estar rojos con las luces de un semáforo que de seguro se pasó este tipo.

Me levanto y empiezo a caminar para ir a recibir al invitado.

La puerta del conductor de esa máquina gris se abre dejando ver al conductor.

Unos ojos azules igual a la gema aguamarina son los primeros que veo, después noto que se ha recortado la barba dándole un aspecto de niño, de un adolescente púberto.

Un cuerpo trigueño, bronceado, vestido informal empezó a caminar a mi dirección.

Estoy paralizada, un temblor recorre mi cuerpo, todo mi sistema nervioso se pone alerta, la piel se me pone de gallina.

Así que corro hacia dentro de la casa, abro la puerta despavorida y dentro la cierro con seguro.

- ¿Que te pasa? - pregunta divertida, pero con algo de preocupación Cher.

Sin tiempo de explicar la jalo entre las personas de la sala hasta el cuarto de lavado.

-Solo no lo dejes entrar, hazte pasar por mi o algo, no sé... Solo no quiero me vea- manifiesto nerviosa, suplicante.

- ¿Es él? - pregunta sonriendo.

- ¿A cuál de los él te refieres? tengo muchos el- dijo mirando desde el marco de la puerta, aun no se ha abierto, aún no le han abierto.

Cher sonríe malignamente.

- ¡Que empiece el show! - dictamina.



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En el texto hay: jefes, -romance, -comedia

Editado: 19.08.2020

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