Mrs.Sanders

Capítulo 1

Martes

Observó fastidiada el reloj ubicado en el muro encima de mi cabeza; 11:28 pm.

Ahhhhhhhh

Todavía falta más de media hora para comer. El sonido del reloj es mi compañía y mi tortura, el grandioso tic tac... tic tac.... ¡TIC TAC!, se entra por un oído y en vez de salir se queda allí, desesperándome, bailando en cada esquina de mi cerebro.

Si. El hambre me tiene loca.

Sobo mi estómago porque es lo único que puedo hacer. Creo que estar sentada todo el día sin hacer absolutamente nada, hacen que las horas, los minutos, los segundos, los micro segundos y hasta la velocidad de la luz pasen más lentos, ni Flash se salva. Mi traserito está paralizado y el hoyo negro en mi estómago es más grande que el de Galactus.

Este William / mi padre me contagió el cómic manía.

Por supuesto estoy aburrida, aunque no es que me guste trabajar.

Voltee hacia la oficina del señor Carter, miró a través del vidrio, está vacía, como lo ha estado en estos últimos cuatro meses desde que Carter murió. Extraño sus alegrías, sus ocurrencias y la forma en la que chismorrear como dos viejas vecinas chismosas.

Un leve suspiro acompañado de una sonrisa nostálgica se pasea por mi rostro.

Era como mi padre aquí, desde que llegué y no, no era como todos los ¨papis¨ que hay ahora, era como padre a hija... Maestro a alumna.

Al fin el reloj marca la hora del santísimo almuerzo, me levanto y corro hacia el ascensor, que gracias a Dios está vacío, los números descienden hasta el uno. Saludo a Samuel el encargado de limpieza y me disculpo por ensuciar suelo con los gastados mocasines que rechinan cada paso.

Entró en la cafetería, y veo a las chicas riendo y conversando.

- ¡Estúpidas! - exclamó con entusiasmo al llegar.

-Adiós paz- Dice Lila al verme cerrando sus ojos azules y echando su cabeza hacia atrás.

-Pero de qué hablas amor si yo te amo y tú me amas, sé que en el fondo muy en el fondo, pero lo haces- le guiño ojo lanzándole un beso.

Me mira con asco, le enseñó todos los dientes de mi boca lo que se le llama una sonrisa.

Lila y yo hemos sido amigas desde la primaria, mas bien yo he sido su única amiga, ella es una persona inteligente, astuta y con gracia, siempre destacando por su intelecto, por que lo se salto el último curso de la secundaria con 17 años, su madre (Una mujer estresantemente rígida e inflexible) se decidió venir desde nuestra ciudad natal Temple en Arizona hasta aquí a New York en busca de buenas oportunidades para su hija, fue demasiado triste verla irse, fue como si sacaran una parte de mi corazón con una navaja suiza.

Pero, en fin, ella inmediatamente inició en la universidad en la carrera de medicina y al año siguiente tenía empleo aquí en Next, yo como buena amiga al año siguiente de graduarme (a duras penas), me vine a vivir con ellas, por un tiempo lo hice hasta que no aguante estar tanto tiempo en una misma casa con su madre. Gracias a ella y al señor Carter, que me contracto aun si experiencia ni habilidad, obtuve este empleo, tuve educarme elegantemente para trabajar aquí.

Aún recuerdo las putas "clases" de etiqueta y protocolo que me daba Lila.

Básicamente todas juntas, creo que lo único que no hemos hecho juntas es utilizar el baño al mismo tiempo y ni tanto, había ocasiones en las que ella se bañaba y si yo necesitaba hacer mis necesidades en el inodoro las hacía.

Me río sola y mis dos acompañantes me miran raro. Ya ni solo se puede uno reír.

- ¿No te han dicho nada? - me pregunta Lena

-Nada de nada- respondo relajada.

- ¿Ni siquiera si te quedas o te mandaran a otro cargo? - vuelve pregunta la chica de tez canela especialista en diseño gráfico.

- No, solo me aburro, deberían contratar a un stripper como mi nuevo jefe- comentó pícaramente sonriendo, Lena asiente en señal de aprobación.

- ¿Y para qué preguntas? Tú vas aparte de la empresa- cuestiona Lila

-Curiosidad- responde obvio la morena mirando a la pelinegra-Yo no tengo que preocuparme, ya que ni siquiera se puede decir que trabajo aquí- sube los hombros de manera despreocupada.

-Es que no trabajas aquí, estás de temporada, lambona- bromeando, Lena me saca el dedo corazón.

Me giro para ir por mi hermosa comida. El caso es así, mi jefe murió de un paro cardíaco y ahora la empresa no sabe que carajos hacer conmigo si echarme o dejarme como secretaria del nuevo viejo jefe, lo cual veo muy improbable porque ya deberían haberme cancelado.

Y si no la han hecho ha de ser porque tengo algunos documentos que finalizar.

Vuelvo con bandeja en mano y lo veo sentado en la mesa conversando con mis amigas, con una sonrisa risueña, sus pelos oscuros y esos marrones chispeantes de energía que matan.

-Princesa de mi vida- me saluda, extendiendo su mano para cogerme la bandeja y depositarla en la mesa, me atrae hacia él envolviéndome en un abrazo, aspire su aroma.

-Príncipe- digo apegándose a él, descanse mi mentón en su pecho para mirarlo mejor, me sonríe; Si supieras mi príncipe sin armadura.

Tan hermoso

Axel, Axel, Axel, me gusto desde que entró en la oficina para solicitar el empleo como secretario, se había equivocado de piso, nervioso se devolvió por el ascensor al notar que no era el piso que la recepcionista le había indicado, no había cruzado palabra conmigo, ni siquiera me había mirado, pero ya me gustaba, con esa presencia tan elegante, dulce y fugaz... Me llamo la atención y a pesar de que no tenemos una relación-Todavía- yo lo quiero, para mí es como si así fuera.

-Deja de quedarte en el limbo – dice dulce guiándonos para sentarnos juntos.

Es que eres mi limbo

- ¿Axel deberías tener idea de quién es? - interroga Lena.

- No, a mí no me han dicho nada, el señor Duncan no ha mencionado casi nada al respecto -responde mientras yo me acomodo con la cabeza sobre su hombro-Duncan está muy ocupado, por eso hoy ha salido antes, no ha tenido tiempo de tomar la decisión-



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En el texto hay: jefes, -romance, -comedia

Editado: 19.08.2020

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